Devastación

235 40 47
                                    

Base de la fuerza aérea.
Región 221. Almacenaje de misiles.
Hora local 3,600 horas.

Finalmente despejamos el área; esos malditos seres nos invadieron como a un montón de animales, teníamos que defendernos.

Debo decir que esperaba mayor reto de una especie espacial inteligente, pero cayeron como moscas ante nuestras armas.

—Al final, estos seres son solo músculo y nada más.

Yo me reía junto a mis tropas. Esas cosas trataron de ir por nuestros misiles y bastaron dos batallones para enviarlos a su muerte. Muchos ya estaban siendo transportados al laboratorio, incluso capturamos a un par con vida.

No podía estar más feliz con el resultado, a este paso, pronto recuperaríamos todo el país... o eso creía.

Aquella cacofonía volvió a emitirse desde el cielo y las nubes se abrieron con una luz dorada en medio de aquella iluminación violeta.

Una criatura enorme, de alrededor de cuarenta metros de largo y cuerpo de mujer, con ojos completamente azules repletos de brillo en diferentes tonos del mismo color y lo que parecía una corona de tres cuernos dorados de su cabeza, bajó del cielo mientras su larga túnica en un tono azul más oscuro, revoloteaba en el aire.

—Mierda ¡Disparen! ¡DESCARGUEN LA ARTILLERÍA! —no me importaba gastar todo el arsenal, pues algo me decía que si no la acabábamos ahora, no tendríamos oportunidad.

Con mi grito de pánico, tanques, lanzacohetes, morteros y demás, comenzaron a descargar la munición en aquella criatura,

Las explosiones resonaron con fuerza, pero no parecían causarle demasiado daño cuando, ignorando todo, agitó su mano y el área frente a ella, donde estaban mis tropas y la base de misiles, comenzó a desmoronarse. Era como si la tierra, armas y personas se partieran en pedazos y esos pedazos fueran cortados y estos otros, pasaran por el mismo proceso una y otra vez hasta no quedar nada visible excepto polvo.

—Que dios nos ampare —me quité mi casco mientras observaba la escena desde la lejanía esperando que fuera un sueño.

¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤¤

La noche llegó y el estresante sonido del metal y el concreto siendo golpeados resonaba por el lugar mientras trataba de dormir al lado de las otras personas, cada una en un colchón, ya que estos sobraban. Repentinamente, alguien tocó mi espalda.

—¿Tienes un momento?

Sasha había llegado, alumbrada apenas por la luz de una lámpara para niños.

—¿Qué sucede?

—Sígueme —esa fue más una orden que una petición, pues me tomó de la mano y me llevó a rastras lejos de los demás.

Su actitud era seria y parecía preocupada.

Entramos a un cuarto de servicio, con escobas recargadas en las paredes y artículos de limpieza en pequeñas repisas; había suficiente espacio en el suelo para recostarse si uno quisiera.

—Perdón por decirlo hasta ahora —me abrazó—. Pero estoy tan contenta de que estés bien, estaba muy preocupada.

—También me alegra que estés bien, pensé que habías huido luego de que Mónica llegó.

Ella se rió.

—Jamás haría eso porque... —repentinamente, su expresión adquirió tintes de pena y coquetería—. Porque te pensaba decir que sí desde que llegamos a la plaza.

Apocalipsis Neón: Invasores De Piel Azul [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora