Capítulo 12 - Un día a tu lado

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Ya no podía seguir corriendo. Mis piernas no podían seguir aguantando más mi peso y caí al suelo. Levanté mi mirada vidriosa y me di cuenta que estaba en el mismo lugar donde lo había conocido ¿Acaso era masoquista o qué?

—¡Sakura! —Era Tomoyo quien me llamaba —¡Por Dios! ¿Por qué saliste corriendo de esa forma? Dejaste botado el regalo de Shaoran.

Detallé la bolsa entre sus brazos y el dolor volvió con mayor intensidad.

—Ya no importa...

—¡Claro que importa! ¡Tienes que dárselo, Sakura!

—¡¿Y para que Tomoyo?! —grité molesta—. ¿Para que él y su novia se burlen de mí? No, gracias. Prefiero guardarlo para recordarme que no debo ser tan ingenua.

La decepción y el dolor me estaban ahogando, simplemente no podía dejar de llorar.

—Sakura... Pasaste días tejiendo sin parar y lo hiciste para él ¡Son de él! Debes entregárselos.

—¡Es que tú no lo entiendes, Tomoyo! —exploté—. Ganaste ¿OK? Lo admito. Estoy enamorada de Li Shaoran y no puedo hacer nada para cambiarlo. Sin quererlo y sin notarlo... me enamoré.

No ser correspondida era horrible... era como si me estuviera ahogando en un mar de emociones y no tuviera la oportunidad de salir a flote para poder respirar por un segundo. Al notar mi estado, Tomoyo me envolvió en un abrazo y palmeó mi cabeza con cariño.

—Por eso mismo, debes darle tu obsequio —dijo—. Luego te arrepentirás de no haberlo hecho.

—¡Sakura!

Oímos la voz de Hitomi a lo lejos. No estaba muy lejos, observando a todos lados, buscándonos.

—¡Aquí! ¡Hitomi! —gritó Tomoyo agitando su mano.

—Me... retracto —dijo tratando de recuperar el aliento—. Ustedes... no son... lentas.

—¿Qué sucede? ¿Pasó algo cuando nos fuimos? —preguntó preocupada Tomoyo.

—Es... su prima —dijo mirándome—. ¡Con un demonio! ¡Sakura, deja de llorar! ¡La mujer es su prima!

«¿Qué?»

—¿Estás segura, Hitomi? —le preguntó Tomoyo, adelantándose.

—¡Ella misma lo dijo! Y pasé la mayor vergüenza de mi vida ¡Le dije mentiroso!

—¿Ves, Sakura? Nos estábamos ahogando en un vaso con agua —dijo—. Vamos. Debemos regresar para...

—No, Tomoyo... —le interrumpí.

—¿Por qué no? —preguntó indignada—. Dijiste que lo amabas...

—Lo amo —dije segura—, pero él no siente lo mismo. Seguramente, ni siquiera nos está esperando.

Seré la luz que te guíeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora