Capítulo 10 - Un regalo especial

788 96 38
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El sonido del piano nos rodeaba y nuevamente, había tocado el Canon sin problemas. Estaba mostrándole los avances que había tenido en los últimos días a la profesora Mitsuki y, por su expresión, sabía que estaba satisfecha.

—Estoy muy orgullosa de ti, Sakura —dijo—. Sabía que podrías hacerlo.

—En realidad, fue gracias a Shaoran.

—¿Shaoran? —Levantó una ceja y me mostró una sonrisa sagaz.

—Ahm... él me dijo que podía llamarlo por su nombre.

—Entonces todo resulto de maravilla. Me alegro mucho.

Su comentario me hizo sospechar un poco acerca de sus verdaderas intenciones de dejarnos solos, pero luego deseché la idea. Ella no se tomaría tantas molestias para ayudarme ¿o sí?

—Bien, eso es todo por hoy —dijo y me entregó una nueva asignación.

—¿Preludio?

—Te encantará. Estoy segura.

Salimos del salón y en el camino a la recepción, coincidimos con Shaoran que también iba saliendo.

—¡Shaoran! Qué bueno que te veo —dijo la profesora Mitsuki—. Quería agradecerte por haberme hecho la suplencia con Sakura. Avanzó muchísimo gracias a ti.

—En realidad yo no hice nada —dijo apenado, rascando su nuca.

—¡Claro que hiciste! —dije—. Gracias a ti pude tocar la pieza que había estado practicando con la profesora Mitsuki.

—Lo hiciste por ti misma —dijo modesto—. Yo solo aclaré tus dudas.

—¡No es cierto! Me ayudaste mucho y también me tuviste mucha paciencia.

Negó con su cabeza y sonrió. Desde el día anterior había adquirido una nueva confianza y no pensaba retroceder nuevamente. Más que todo, porque debía averiguar cuales eran mis verdaderos sentimientos.

—Bueno. Ambos deben ir a casa —intervino la profesora—. Y recuerda repasar la nueva asignación, Sakura.

Le respondí con un tímido "Sí" y luego nos dejó solos. Se veía un poco contrariado e incomodo. Quizás todavía no se sentía del todo cómodo conmigo.

—¿Cuál pieza te asignó? —rompió el silencio.

Preludio... de Bach —dije—. Le di una ojeada a la partitura... y parece algo complicada.

—No lo es tanto. —Me sonrió y se acercó un poco más a mí—. Si quieres... podemos discutirla y comer unos helados de camino a casa.

—¡¿En serio?! —pregunté emocionada y sin darme cuenta, acorté un poco más la distancia que nos separaba.

Seré la luz que te guíeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora