Capítulo 23 - Preludio de una noche

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Su habitación era bastante ordenada, me imaginaba que debía ser así para que él pudiera ubicar sus cosas por su propia cuenta. En la decoración predominaba el color verde, seguro esto era obra de Meilin. Tenía una pequeña biblioteca en una esquina donde tenía una gran cantidad de libros. Tomé uno de ellos y vi que estaba escrito en Braille.

—Voy a tener que aprender esto sí quiero involucrarme en su mundo.

Coloqué el libro de nuevo en su lugar y sonreí al ver en una esquina un precioso violín color verde y una guitarra acústica. La música siempre sería parte de él, pero no era lo único que él podía ofrecer.

Shaoran no solo me había enseñado lo importante que era el sentimiento en la música, también me había ayudado en cada cosa que podía. Se involucraba en mis actividades, en mis intereses... y yo estaba tan feliz que me conforme con eso. Lo único que sabía de él era lo que me había mostrado... pero ¿Realmente me había yo esforzado por saber aún más de él? La respuesta, por muy difícil que fuera aceptarlo... era no.

Me había conformado con lo poco que él me había dejado ver, pero no había querido ir más allá por miedo y eso era un problema que debía resolver si quería que esto funcionara.

No se trataba de anteponer las necesidades de Shaoran sobre las mías. Se trataba de involucrarme tanto como pudiera en su mundo, así como él se involucraba en el mío.

Antes de salir de la habitación, detallé algo que me hizo recuperar la confianza y enterneció mi corazón. Al lado de su cama, en una de las mesitas, descansaban los guantes y la bufanda que yo había tejido para él.

—No todo está perdido —me dije y entonces salí de aquella habitación con mucha más determinación.

En el pasillo me conseguí con Kero que venía hacia mí, moviendo su cola.

—Hola, cariño —dije, acariciando su cabeza—. Yo también te he extrañado un montón.

Me levanté y continué mi camino hacia la sala, allí estaba Shaoran, sentado en uno de los muebles con los ojos cerrados, como si estuviera meditando qué hacer conmigo.

«En estos momentos debe pensar que soy un dolor de cabeza» pensé con pesar, pero no dejaría que eso me desanimara.

—Ahm... gracias por la ropa —dije, pero no obtuve respuesta—. ¿Te molestaría si hago un poco de té?

Shaoran volvió a ignorarme. Esto era demasiado frustrante ¿Cómo íbamos a arreglar las cosas si me ignoraba así?

Solté un suspiro, abatida, y me dirigí a la cocina para hacer un poco de té para ambos. Busqué en las despensas hasta lograr dar con el té, pero al sacarlo, me di cuenta que, al lado de la cocina, estaba todo lo necesario para hacer un buen chocolate caliente.

Seré la luz que te guíeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora