Epilogo - parte 2

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En un abrir y cerrar de ojos, la semana pasó y por fin iríamos a la cita con el doctor Sheng. Según me había comentado Meilin, la decisión de Shaoran alegró mucho al médico, quien era un viejo amigo de la señora Ieran.

Mei y Eriol habían decidido acompañarnos y mostrar su apoyo a Shaoran. Para todos era notorio su miedo y los nervios, aunque tratara de drenar todo eso en su música... pero, como siempre, todo lo que salía de sus manos hacia el piano o el violín denotaba su estado de ánimo, desconcierto, miedo y frustración.

—Ya llegamos —anunció Eriol, estacionando el auto.

—Bien... llegó la hora, Xiao Lang —dijo Mei—. Estoy segura que todo saldrá bien.

Shaoran trataba de disimular sus nervios sonriendo, pero era obvia su agonía interna. Si hubiera sabido que iba a sufrir tanto, me habría negado a esto desde un principio, pero ya no había marcha atrás. Tomé su mano con fuerza, tratando de diciéndole con ese gesto que estaba y estaría con el en todo momento, y como si fuera magia, su mano dejó de temblar.

—Gracias, ninfa —susurró en mi oído y comenzamos a caminar hacia el interior de la clínica.

Meilin se acercó a la recepcionista y a los pocos minutos nos indicaron el lugar al que debíamos ir, pues el doctor ya nos estaba esperando.

Mientras más nos acercábamos al consultorio más fuerte podía sentir el agarre de Shaoran en mi mano. Los nervios estaban volviendo poco a poco.

—Lobito... —le llamé con suavidad y el detuvo su andar a mi lado—. Pase lo que pase, yo estoy contigo. No lo olvides —Le di un beso en los labios, suave y tierno. No buscaba profundizarlo... solo quería demostrarle que estaba aquí para él.

—Gracias —Tomó mi mano nuevamente, pero esta vez estaba más relajado.

Cuando entramos en el consultorio pude ver un señor mayor de lentes, algo bajito y gordito. Parecía un abuelito tierno de esos que aparecen en las películas de navidad.

—Buenas días, soy el doctor Wang Sheng. Tú debes ser Xiao Lang —dijo tomando la mano de Shaoran.

Su sonrisa se veía sincera y me causaba una buena impresión. En todo momento, el doctor Shen se expresaba de forma sencilla, buscando que lográramos entender todo lo que nos estaba explicando acerca de la lesión de Shaoran y los diferentes exámenes que le realizarían hoy. En resumen, esta consulta era para evaluar si la condición de Shaoran había sufrido cambios.

—Como ya les dije, solo evaluaremos su condición y si no ha variado, será usted un excelente candidato para esta cirugía.

—Me pongo en sus manos entonces... —dijo Shaoran, apretando mi mano.

—Le aseguro que cuando pueda ver se va a sorprender por el hermoso ángel que tiene a su lado —dijo y enseguida mis mejillas ardieron.

—No necesito verla para saber eso —dijo Shaoran sonriendo y eso me hizo sonrojar aún más.

Seré la luz que te guíeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora