Capítulo 2 - Trazando el camino

1K 107 51
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Siempre me había caracterizado por ser dormilona. No era extraño que llegara justa de tiempo a todos lados por querer dormir un poquito más, pero hoy, aunque fuera difícil de creer, yo, Sakura Kinomoto, estaba despierta y despejada a las 6:30 de la mañana.

No había podido dormir casi nada, y cuando pensaba que Morfeo me arrullaría en sus brazos, un par de ojos ambarinos aparecían en mi mente haciéndome sentir despierta... de nuevo. Había sido así toda la noche.

¿Cómo era posible que el motivo de mi desvelo fueran esos ojos y no la traición de Ryuu? ¿Qué podía hacer para recobrar mi tranquilidad? Solté un largo suspiro y me removí inquieta entre mis sabanas. Lo único que se me ocurría para calmar mi ansiedad era contarle lo que me pasaba a alguien... y quien mejor que Tomoyo.

Tomé mi celular y marqué su número, aunque me asesinara por la hora. Un repique, dos... cinco... y por fin contestó.

Debe ser algo muy importante para que Sakura Kinomoto me llame a esta hora.

—¿Te desperté?

Me sacaste de la ducha, en realidad —dijo riendo.

—Lo siento, Tommy —dije nerviosa—. Pero debo hablar con alguien, estoy que me vuelvo loca. Anoche no dormí casi nada —dije con un timbre de queja en mi voz.

Cariño ¿Qué sucedió? ¿Estás bien?

Tomoyo solía usar ese tono maternal cuando estaba preocupada por mí. Eso no me molestaba, más bien, me demostraba cuán importante era yo para mi prima.

—No quiero hablarlo por teléfono —le dije—. Y no te preocupes, no es nada malo... creo...

Eso no me deja tranquila —dijo resoplando—. Está bien, nos vemos en dos horas en el café de siempre y así desayunamos juntas.

Sonreí. Además de ser mi prima, Tomoyo era una gran amiga y siempre me ayudaba cuando la necesitaba.

—Gracias, Tommy. Nos vemos allí. —Y colgué.

Salí de mi habitación y fui directo al baño. Me observé en el espejo y vi los estragos que había dejado la noche de insomnio que había tenido. Iba a tener que usar corrector de ojeras si no quería verme como una zombi. Tomé una ducha caliente y salí de nuevo hacia mi cuarto. Hacía calor, así que tome un pantalón corto color blanco y una camiseta sencilla de color rosa. Me maquillé levemente, sin olvidar el corrector de ojeras y así, bajé rápidamente las escaleras para encontrarme con el rostro de pocos amigos de mi hermano.

—¿A dónde vas y con esa ropa?

—Buenos días para ti también, hermano —dije sarcástica, ignorando su pregunta y fui a saludar a mi papá que estaba en la cocina.

—Buenos días, pequeña Sakura —me saludó sonriendo—. ¿A dónde vas tan temprano?

Mi papá era extremadamente amable y muy buen cocinero. Era profesor de arqueología en la universidad de Tokio, por eso, aprovechaba al máximo el tiempo con él ya que debido a su trabajo no podía verlo muy seguido. Su cabello castaño y sus ojos de igual color que estaban detrás de unos lentes, lo hacían ver intelectual.

Seré la luz que te guíeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora