Capítulo 25 - Se hizo la luz

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Mi cuerpo pesado y adormilado se negaba a responderme, a pesar de que mis sentidos estaban comenzando a despertar. Mis ojos no querían abrirse todavía y más cuando estaba bastante calientita y cómoda debajo de las sabanas. Estaba sumiéndome de nuevo en el mundo de Morfeo, cuando sentí un ligero y suave movimiento a mi lado. Con parsimonia, mis parpados se abrieron y entonces detallé unas paredes de color verde que no tenían nada que ver con las paredes de mi habitación color rosa.

Parpadeé un par de veces, tratando de enfocar mejor y entonces me di cuenta que esta no era mi habitación. Unos brazos se cruzaron alrededor de mi cuerpo con delicadeza y sentí la suave respiración de una persona en mi oreja y parte de mi cuello. Detallé aquellas manos que estaba entrecruzadas en mi vientre y cuando las reconocí, sonreí.

«Me tiene atrapada en una prisión de la cual no quiero escapar» pensé y con cuidado de no despertarlo, me giré para verlo.

El rostro dormido de Shaoran estaba completamente relajado y reflejaba una felicidad infinita que esperaba se mantuviera allí, siempre. Acaricié con suavidad sus pómulos, su barbilla, sus cejas y por ultimo, sus labios. Esos labios que me volvían loca y que eran capaces de despertar en mí un deseo incontrolable que solo se calmaba cuando estaban danzando con los míos.

En ese instante, reviví cada momento de mi entrega a él. Cada caricia, cada roce, cada sensación... todo. Con suavidad y cuidado, me acerqué y dejé un pequeño beso en sus labios y otro en la punta de su nariz. Shaoran se movió un poco, pero luego siguió durmiendo.

—Luego dicen que yo soy la perezosa —susurré y volví a darle otro beso.

Lentamente, fui saliendo de esa seductora prisión en la cual estaba y me levanté de la cama. Escaneé el cuarto y ubiqué la camiseta a un lado de la cama y el short estaba al otro lado. Recordar lo que había pasado hacía que todos los colores se me subieran a la cabeza, pero también aparecía una sonrisa boba que no se me borraría en días... quizás meses.

Fui al baño y me aseé un poco. Aun no podía creer que "eso" había pasado. Shaoran me había dejado amarlo y él me había amado a mí en respuesta. Era algo... simplemente maravilloso.

Salí a la habitación de nuevo y él todavía seguía dormido. El rugido de mi estómago, quejándose por la falta de alimentos, llenó el silencio de la habitación. Lo mejor iba a ser preparar algo para ambos, porque si él era como yo, seguro se despertaría con mucha hambre... luego de lo de anoche.

Me dediqué a observarlo un rato más desde la puerta. Se veía cansado, pero feliz y eso casi me hace darme unas palmaditas en la espalada, porque yo era la responsable de eso. Se movió otro poco y entonces la sabana se bajó un poco, dejando al descubierto su pecho. No lo entendía... realmente no comprendía cómo una imagen como esa podía encenderme a tal punto de hacerme lamer los labios.

«Me siento como una pervertida» pensé sonrojada.

Lo mejor era salir de la habitación y enfocarme en el desayuno. Cocinaría algo sencillo, pero que calmara la bestia que estaba rugiendo dentro de mí. Revisé que todos los ingredientes estuvieran y me puse manos a la obra, unos deliciosos hot cakes estarían listos dentro de poco. También calentaría el chocolate que había quedado en el olvido.

Seré la luz que te guíeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora