seis - imposible escapar de científicos locos

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Y vaya que dormí. No tuve tiempo de pensar sobre toda la charla incómoda que había tenido con Rogers, o en toda la situación extraña. En cuanto apagué la luz, me quedé dormida, sin siquiera desarmar la cama.

Lo que me despertó fue el sonido del celular que había encendido antes de dormirme, a escondidas de las cámaras. El número, por supuesto, era privado, pero la inicial sorpresa se desvaneció en cuanto logré despabilarme.

—Hola. Veo que mi VPN organizada en cinco minutos no es tan sólida.

—Estoy seguro que lo sería si hubieras tenido intención de que nadie lo notara. En diez minutos un guardia te irá a buscar.

Cortó la comunicación, y dejé el móvil sobre la almohada, casi sonriendo. Quién diría que Tony Stark me llamaría por la mañana. Había herido ligeramente su vanidad en cuanto les hablé sobre cómo había burlado la mayoría de su protección tecnológica. Me hubiera preguntado cómo había hecho para localizar un teléfono que apenas había conseguido hacía unas horas, pero era más inteligente que eso.

Frente a la cama había un par de bolsas gigantes. Le fruncí el ceño a las cámaras un par de veces, sacándoles la lengua, antes de revisarlas. Odiaba estar siendo vigilada.

Como lo supuse, las bolsas tenían ropa. El conjunto que llevaba puesto, manchado de sangre, escombros, y probablemente con algunos pequeños trozos de vidrio enganchados, demostraba a gritos que necesitaba ser cambiado. Dejé escapar un suspiro apenado, recordando el tremendo corte que debía tener la tela, luego del vidrio que se me había clavado en la espalda durante la pelea. La ropa era básica, la mayoría negra, pero todo era mi talle.

Mientras decidía qué ponerme de modo ausente, lo único en que podía pensar era en lo bizarro de la situación, y las mil y un preguntas que tenía. Mi cabeza daba vueltas ligeramente, a lo que atribuí a no haber comido nada durante varias horas, y también me sentía más cansada de lo que esperaba. Aun así, nada de eso me preocupaba tanto como lo que sea que me esperaba en el día. No sentía ansiedad realmente, no a menudo, y ahora tenía un nudo molesto en el estómago que me hacía mordisquear la piel de mis dedos nerviosamente.

Me levanté de la cama, llevando conmigo al baño la ropa que había elegido. Apenas terminé de darme una ducha —había hecho que la cámara del baño tuviera interferencias sólo para divertirme un rato, por más que no diera a la ducha—, y me vestí con un pantalón negro y una camiseta roja, golpearon la puerta de mi habitación.

—¡Un momento! —exclamé, con la mirada fija en el espejo del baño.

Al menos mi rostro no estaba tan demacrado. Era algo evidente que necesitaba un poco más de sueño, pero lucía mejor de lo que había esperado. Regresé a la habitación para ponerme la chaqueta de Barton así no olvidaba devolverla, y calzarme el par de botas estilo militar que había tomado de las bolsas, antes de abrir la puerta.

a fateless curse ⋄ wanda maximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora