ocho - crisis semanal o reunión familiar?

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Estaba enojada.

No me consideraba una persona específicamente violenta en condiciones que no lo ameritaran, pero allí estaba. Hirviendo. De. Ira. Lo cual era un gran problema, en varios grados.

El obvio era que las palabras Faye e ira no solían ser un buen augurio cuando estaban juntas. Y considerando que me sentía más exhausta de lo que recordaba haber estado hacía mucho tiempo, más la frustración que venía unida a la ira, me transformaría en una bomba de tiempo si no hacía algo.

Estaba acostada sobre un banco de metal unido a la pared del Quinjet, en el rincón más alejado a todos. El problema que seguía era que no era la única enfadada. Y estar en una caja de metal sobrevolando el océano parecía una trampa mortal.

Lo peor era Milo, que estaba sentado en el suelo a mi lado, con la expresión más neutra que le había visto llevar desde que lo había conocido. Parte de mí quería lanzarlo al vacío de una enorme patada. La otra parte estaba sosteniendo su mano con fuerza, mientras luchaba con el malestar que me inundaba cada algún minuto. Había utilizado mis poderes demasiado tiempo, me había empujado más de lo que debería, y las consecuencias... eran algo con lo que no solía lidiar. Pero tenía que hacerlo, porque no estaba con Milo en Londres, ni en su auto, ni en ningún lugar cerca que tuviera nuestra ilegal solución mágica. No, estábamos sobre el maldito océano, yendo a quién sabe dónde.

Unas chispas chasquearon a mi alrededor, llamando la atención de algunos, pero nadie se molestó en decir nada. Me agradaba pensar que teníamos un acuerdo tácito, en el que me dejarían fuera de juego si llegaba a perder el control del todo. Milo apretó mi mano con fuerza, alzando sus rodillas para descansar su brazo ahí, y se llevó mi mano a su boca, apoyando sus labios sobre ella. Su expresión seguía igual, casi pensativa.

No había tomado ninguna explicación conseguir que estuviera allí con nosotros. En cuanto había logrado regresar, Milo había seguido mi consejo de quedarse allí. Nadie estaba particularmente interesado en nada más que salir de allí, mucho menos en una historia que iba a sonar ridícula por más que ni siquiera yo supiera de qué trataba. Porque no, todavía no comprendía como era que él estaba allí, y las cosas que imaginaba no eran algo que fuera bien con mi estado actual. Lo único que había llevado, era una especie de queja de Stark, y Banner había dicho:

—No me importa quién es él. Ella acaba de salvar a mucha gente, de mí. Sola. No me importa qué tienen para decir. Lo aceptaré.

Stark había puesto los ojos en blanco. —Y ahora chispitas se lleva todo el crédito.

—Ya era hora de que alguien obtuviera crédito por limpiar tus desastres, ¿No crees? —Esa respuesta había salido de mi boca sin remordimiento. Al menos por el momento. Y nadie había dicho nada más. Al menos por el momento.

a fateless curse ⋄ wanda maximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora