Lee Young Mi (2)

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Otra vez el maldito despertador. Parece que gritara cada mañana. Es frustrante no poder dormir más de ocho horas. Suspiré derrotada después de haber colocado la almohada sobre mi cabeza para acallar el ruido y a la realidad, y me senté, apagándolo. Odio las mañanas como esta. Perezosamente me levanté, poniéndome mis pantuflas de Rilakkuma desgastadas por el uso y yendo a la cocina, comencé a preparar el desayuno; haría unas tostadas con la vieja plancha de acero casi oxidada, un licuado con la leche que todavía quedaba y dos bananas aun maduras, y untaría en el pan manteca. Así de sencillo y así de pobre, pero es lo que había.

Luego de terminar, me fijé la hora en el reloj viendo que marcaba las diez de la mañana y fui hasta la pieza de David para despertarlo. Verlo dormir es igual que ver a un oso bebé invernando; fácil de apreciar, difícil de despertar. Riéndome por mi pensamiento, me acerqué, corriendo unos desordenados mechones de cabello castaño claro de su frente sin molestar su sueño. Es tierno contemplar esta imagen. Como si viviera tranquilo. Como si no viviera lo que vive. Él se disculpó por echarme en cara la miseria de nosotros, pero sabía que no era su intención hacerlo realmente; estaba enfadado y le entendía. Yo también estaría cabreada en su lugar. Yo estoy enojada conmigo misma por no poner un stop a esto; a nuestro jodido padre alcohólico que aparece cuando se le antoja y sólo por dinero. Nuestro dinero, el que arduamente intentamos conservar.

Suspiré. Acaricié su cabello, encantada con su belleza, por ese aire que tiene de mamá y porque pareciese a un lindo ángel. Sin querer la manga de mi blusa se bajó, rebelando las marcas que sobresalían de mi piel como luces navideñas rojas. Había algunas viejas y otras muy frescas. Suspiré de nuevo, pero entrecortada y pesadamente. Podía sentir la picazón detrás de mis párpados. Cómo dolía, no las cortadas sino mi alma.

Me distancie de YoungJae. Hace tres días que no le hablo y me alejo cuando lo veo cerca. Cobarde podría ser el término adecuado para mí, pero lo cierto es que soy orgullosa; saber que se acercó otra vez después de su alejamiento porque conocía mi problema de auto-lesión no me había caído para nada bien. Yo no quería que nuestra amistad se basara en mi problema, ni en ninguno de ellos. Deseaba que fuéramos cercanos, pero no porque sintiera lastima o compasión hacia mí y mi situación. Tampoco me agrado el que leyera mis cartas 35 y 36 al recoger mi cuaderno de mi pupitre y que estas se cayeran de él. Pudo solamente dejarlas dentro y no fisgonear como un curioso, pero terminó leyéndolas y sintiéndose miserable por dejarme sola. ¿Y antes cuándo lo necesité? O mejor dicho, siempre lo necesito, lo que pasa es que nunca lo digo. Porque soy orgullosa. A veces eso empeora las cosas.

Bueno, también fue culpa mía al dejar mis últimas cartas escritas como si nunca fueran a encontrarlas. Obviamente las encontró, pero no se dio cuenta de que son para él. Fue un alivio extremo el pensar que no lo sabía, sin embargo, el vacío de mi pecho se agrando una décima más. Claramente yo no me entendía y si no ordenaba mis emociones y pensamientos terminaría enredándome mucho peor y añadámosle aquella chica hermosa que lo abrazo en plena entrada de la Universidad como si no le importara el alumnado presente. Eso hizo desencajarme el corazón.

En fin. Decidí que dejaría a mi hermano dormir un poco más; se lo merecía por haber hecho los deberes de la semana sin rechistar o sin que yo tuviera que observar que los hiciera. De vuelta en la cocina comencé a comer lo que yo hice para mí, entre tanto pensaba en que compraría para almorzar en la tarde, y en Choi YoungJae, y en limpiar la basura del baño, y en YoungJae, y en cómo esconder adecuadamente las cortadas, y en YoungJae... y así, hasta que comí todo y limpie la losa utilizada. ¡Joder! Debía de sacarlo de mi mente o enloquecería. Miré mi alrededor aburrida, sin tener demasiado que hacer en esos minutos. En una hora entraba David a clases, lo dejaría allí e iría yo a estudiar, y luego trabajaría de las cinco hasta las nueve de la noche. Y así diariamente. Suspiré, imaginando el cansancio que sentiría al regresar al complejo de apartamentos.

Cartas a ti | Youngjae | GOT7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora