Lee Young Mi (3)

87 8 1
                                    

La alarma sonó como todas las mañanas, haciéndome saltar de mi lecho con una velocidad que hasta a mí me impresionó. Se notaba lo ansiosa e hiperactiva que me hallaba. ¡Conocería a mis abuelos, a mi familia! Había decidido que ese día, unos después de comenzadas las vacaciones de primavera, iría, fuera sola o acompañada. No importaba realmente eso, lo que me interesaba era verlos, hablar con ellos y conocerles. Saber que tipo de personas son, que vida llevan. Saber si desconocían de nosotros, si su interés ahora en conocernos tenía otro motivo totalmente diferente de ese. Quería sobre todo saber si podía confiar en ellos luego de tantos años duros, dolorosos y complicados, si podía desembucharles mis penas y utilizarlos de soporte para que mi torre de bienestar no decaiga. Ahora mi entorno parecía haber adoptado otro color; ya no eran paredes destartaladas, tristes. No veía una sombra de frialdad en cada metro cuadrado de mi habitación. Notaba luz, vida, esperanza. Había estado esperando con ansias el momento en que podría decir que sentía que no me encontraba completamente sola en esto. En cuidar a David del mundo, de nuestra miseria, de las personas frías que ven el dinero por delante de la personalidad -esperando que ellos no fuesen así-.

Una puerta se estaba abriendo ante mí, la que había estado cerrada fuertemente con cerradura de acero y pensaba ir hacia ella sin importar cuanto sufrimiento haya de por medio, sólo por querer ver del otro lado, descubrir algo nuevo y renovado.

Me vestí tan meticulosamente que hasta me planteé ser buena creando planes malignos como en las películas de villanos. Pensé una millonada de veces en los detalles como en que aretes colocarme, en mi apariencia, en si mi cabello se vería mejor atado en una trenza que suelto, en si sería adecuado usar un vestido que jeans y unas zapatillas, hasta creí mucho más elegante ponerme tacones, aunque nunca me gustara usarlos. Deseaba darles una buena y grata impresión de mí. Hacerles ver a una chica sana, que a una moribunda y cansada. Me puse también un tanto de maquillaje para disimular mis ojeras de trabajar y estudiar, coloreando mis labios con un tono mate, pintando mis ojos con delineador y rímel. Dios, parecía alguien diferente a la chica acostumbrada a ponerse lo primero que encuentra y salir desmaquillada porque odia el trabajo que impone hacerlo. Esta era una versión mejorada de mí misma, y todo porque conocería al fin a una parte de mi familia que posiblemente no recuerdo.

¿Habrá parientes por parentesco de madre? Con los que me encontraría eran de padre. ¿Mis abuelos tendrían contacto con los padres de mi mamá? ¿Con su círculo familiar? Y sí no era así, pues la felicidad no me la quitaría nadie aunque solamente conociera a mis abuelos paternos.

David se había quedado a dormir en casa de su amigo por lo que no se encontraba conmigo y eso me daba más chance a salir sin que él lo descubriese; como dije, no le contaría nada todavía hasta no estar segura de que aquellas personas en verdad querían estar y formar un vínculo con nosotros. Para no ilusionarlo haciéndole creer que por fin tendríamos una familia, la que siempre quisimos desde que mamá murió. De tan sólo pensar en ella y lo ocurrido se me hace revoltijo el estómago. Recordarla duele, tanto como el hecho de la forma en que partió.

Miré mi aspecto en el espejo, mientras esos pensamientos cruzaban mi memoria. Suspiré, contemplando a la Lee Young Mi renovada y sintiéndome satisfecha con mi esfuerzo para verme bien y presentable. Tomé mi billetera, mis documentos y mi celular y los metí dentro de mi pequeño bolso que a pesar de no ser de marca perfectamente combinaba con mi atuendo. Eran las 16:42, y YoungJae me había dicho que vendría a buscarme a eso de las 17:15 a unas manzanas de distancia de mi apartamento porque por nada de este mundo le dejaría conocer esta mugre de casa, así que todavía quedaba un rato, pero los nervios me comían entera y me hacían sentir ansiosa, por lo que cada minuto parecía eterno.

Sí, él me acompañaría. Luego de pedírselo con toda la timidez y dificultad, aceptó ir. Y eso me alegró mucho.

Para matar tiempo leí revistas, aunque duró unos dos minutos antes de aburrirme y dejarlas, luego fui y me serví una manzana para comer de mientras, pero me llené enseguida, y después me observé en el espejo verificando que nada se hubiera ido de su lugar, pero parecía perfectamente bien, como hace unos diez minutos.

Cartas a ti | Youngjae | GOT7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora