Capítulo 28: Designios de la vida

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***Sonnet***

—Tricia. —Seguía intentando hablarle. El dolor que sentía era enorme gracias a los eventos recientes, aparte del video que acababa de ver.

—... —Ella lloraba, no podía hablar. Se retorcía en el suelo, sosteniendo su vientre.

Después de unos segundos escuché algo a los alrededores de Tricia. ¡Había alguien cerca!

—Atenta, cuidado. —Era imposible que siguieran los ataques hacia ella. Todo se empezaba a complicar cada vez más. De entre las secciones del spa apareció ella, dando saltitos de puntillas para no ser descubierta. ¡Hildur! Se veía agitada, veía hacia todos lados.

•—Empezar Música (Emotional music - Let me fade)—•

—¡Oh! —Se tapó la boca al ver el cadáver de Joel y a Tricia en el suelo. Tricia tenía el bisturí en la mano derecha, la cual apretó al ver a Hildur cerca. La veía de una manera desafiante, que se cortaba por su dolor físico.

—No te tengo miedo. —Tricia la veía cara a cara—. He sufrido lo peor que pude haber sufrido. No tengo miedo alguno.

Hildur se quedó callada observándola, aunque volteaba a ver hacia atrás de vez en cuando. Se veía aterrada más de lo que podía haber tras ella que por la situación de Tricia. ¿Por qué?

***Alice***

—¡Mátala ya! Está indefensa la estúpida. ¡Acábala! —grito furiosa al ver a una de las mejores competidoras expuesta.

—... No puedo. —Hildur está muy dudosa—. Lo siento... no puedo hacerlo.

—¡Hildur! —Es obvio que no lo hará... desde un principio supe que jamás mataría a nadie. Respiro profundamente—. Si no la matas ahora... ella podrá matarte a ti en el futuro. Ella no lo pensará dos veces. ¿Crees que si cambiaran lugares ella no te haría daño? ¡Hermana, despierta!

Ella niega con la cabeza mientras roza su mirada por el frío suelo. Voltea a ver hacia atrás de nuevo. Estoy temerosa de lo que pueda suceder con Marto. Ambas sabemos lo letal que puede ser ese monstruo sin piedad o conocimiento alguno de la misma.

—Él no vendrá. La puerta aguanta lo suficiente. Tenemos que seguir con el juego Hildur. Acábala. —Le sigo intentando dar órdenes, pero Hildur es un caso perdido. No lo hará.

Ella se sienta en una de las sillas que hay cerca de una mesa cuadrada. Observa a Tricia desde ahí. Me pregunto... ¿qué diablos pasa por la mente de mi hermana?

***Sonnet***

—¿Por qué no te hace daño? —Estaba confundido. Tricia no hablaba. Bajó sus defensas al ver que Hildur estaba sentándose cerca de ella, a tres metros de distancia. Hildur ignoraba lo que Alice decía, pues al voltearla a ver pude ojear su cara de enojo.

—Sabes... —Tricia hablaba entre llanto—. Yo... tuve una hermana una vez.

—¿Una hermana? —Hildur inclinó su cabeza ante la confesión.

—Una hermanita menor... muy hermosa. Era la persona más linda que hubiera conocido una vez. —Sus lágrimas caían como aceite en vinagre, en la oscura sangre que la envolvía.

—¿Qué le sucedió? —preguntó Hildur, poniendo mucha atención. Por alguna razón no le causaba repulsión la sangre. Tricia tomó un respiro intercalado de dolor.

—Los designios de la vida me la han arrebatado por siempre. Los designios del destino se interpusieron entre nosotros. Los designios... los designios... —No pudo terminar su oración, repetía la palabra "designios" en voz muy baja, para ella misma.

—Comprendo lo que dices. Sé de lo que hablas. Siento lo que expresas... los designios... —Hildur estaba en completa sincronía con Tricia. ¿Qué era eso a lo que se referían? ¿Designios?

—¿Crees en el destino? ¿Crees que morirás aquí? ¿Crees que moriré aquí? —Una risilla quebrantada salió de entre los dientes llenos de rabia de Tricia—. Yo... tengo mis dudas.

—¿El destino? Puede que sí exista. Qué destino tan cruel nos ha tocado después de todo ¿cierto? —Hildur se levantó—. Lo único que deseo en este momento es que él no logre salir de su habitación... porque una vez que lo haga... todos estaremos perdidos.

Empezó a caminar fantasmalmente por el spa hasta desaparecer de mi vista. Tricia lloraba amargamente sin comunicarse conmigo, aunque intentara ayudarle a sobrellevar sus traumas recientes.

—¡Hola a todos! ¡Les vengo a contar algo interesante! ¡A ojear su pantalla más cercana, que se viene un video en vivo! —Harland habló por los parlantes.

La pantalla cambió a unas cámaras que había en el laberinto de afuera de la casa. Ahí estaban Brandon, por un lado, buscando el camino agitadamente, y en otro estaba Stephine, quien lucía aterrada. Al parecer estaba escapando de él.

—Se acercan dos participantes cada vez más al tesoro escondido... ¿lo lograrán? ¿Quién ganará el tesoro? ¿La infame diablilla o el misterioso chico del casco? ¡Jajaja! —Harland estaba disfrutando este encuentro.

Las cámaras cambiaban para poder ver dónde iban los dos, pero no dejaban ver el camino completo por obvias razones. Stephine estaba sudando y tenía los ojos muy abiertos, intentando abrirse paso por las enormes murallas de plantas que parecían no tener fin.

Brandon mantenía su postura calmada y avanzaba firmemente, haciendo prueba y error. Al parecer Stephine iba más adelantada que él.

—Si interfieres conmigo ya sabes lo que te espera. —Él escuchó los pasos de Stephine cerca. Ella paró, al igual que él. Estaban exactamente a una pared de distancia.

—No te tengo miedo ¡A ver si puedes atraparme y matarme! —gritó ella en medio de su profundo terror al estar en un laberinto con un asesino experto.

—No eres mi objetivo, solo mato con causas y promesas. No gastaré energías siquiera hablando. —Empezó a moverse de nuevo. Ella también. Las cámaras volvieron a la normalidad.

***Duke***

Salgo de la habitación mientras un escalofrío me abate. El monstruo detrás de aquella puerta casi quebrada me da una vibra negativa. Sé que cuando despierte la romperá en pequeños trozos, al igual que a quien sea que se le ponga en el camino.

—Te recomiendo irte abajo. —Lyra está guiándome—. Es donde hay menos participantes.

—¿Y Tricia? —pregunto caminando hacia el spa. Hay un silencio de unos segundos.

—Ya no se encuentra ahí. Baja —comanda.

Estoy bajando las gradas lentamente, hasta que escucho una conmoción. Se escuchan como golpes contra algo sólido, fuerte. Me asomo cuidadosamente hacia el comedor. Los golpes son contundentes, y lo que veo me deja boquiabierto.

—¡Nunca! ¡Me! ¡Volverán! ¡A! ¡Hacer! ¡Lo! ¡Mismo! ¡Nunca! —Grita Zorika golpeándose la cabeza horriblemente contra la mesa de madera finísima. Tiene un hacha en la mano derecha. ¿De dónde carajos la sacó? Empieza a destrozar la mesa con el hacha.

Su frente está sangrando, y todo su cabello está hacia el frente, haciendo una mezcla terrorífica que combinada con mi abstinencia se hace un monstruo horrible. Me restriego los ojos mientras escucho la voz de Lyra, quien me está hablando desde hace rato.

—¡Duke! Es peligrosa, ni te acerques. —Ella intenta alejarme, pero veo una oportunidad de ganarle a esa tonta autista.

—¡Amalea! ¡Es! ¡Una ¡Zorra! ¡Ella! ¡Nunca! ¡Le! ¡Hará! ¡Nada! ¡A! ¡Nadie! —Destruye la mesa del banquete vorazmente. Mi abstinencia me está afectando mucho. Siento la garganta seca, estoy mareado... y esos golpes repetitivos hacen que me duela la cabeza horrible. Me agito. No puedo escuchar a Lyra bien, quien está gritando, lo que hace todo peor.

Decido retirarme de ahí antes de que la loca me vea. Necesito aire fresco. Me voy afuera. Necesito aire... Necesito cocaína. Necesito largarme de esa mansión.

Designios buenos o malos. ¿Afectaba en algo lo que hiciera con mi vida?

El Juego Macabro (#2 En actualización) - GRATISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora