Capítulo 43: Elíxir rojo

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***Sonnet***

—¿Estás bien? —pregunté mientras me tambaleaba.

—Sí, estoy bien —respondió Tricia desde el otro lado del audífono. Me encontraba dentro del mueble en el que Tricia se había escondido.

Estaba en la planta baja de la mansión, no conocía el lugar para nada. Estaba alerta, viendo hacia todos los posibles lugares por los que alguien pudiera aparecer. Además, tenía a Tricia viendo todo, ella me iría a alertar en caso de peligro.

Empecé a avanzar por el lugar, caminando por algunos pasillos, hasta que empecé a escuchar una conmoción, unos gritos, algo romperse, algo caer al suelo... ¿qué estaba pasando? Era obvio que era una pelea. ¿Podría estar Lyra involucrada? ¡Tenía que averiguarlo! Caminaba lentamente y con cuidado, a través de todo el oro y lujos de mis alrededores...

Hasta que vi un plato de oro finísimo posicionado en forma de espejo. Me acerqué. Lo que veía era un reflejo de mi cruda realidad. Mi cabello despeinado, ojeras enormes, ojos... ojos casi irreconocibles. Una expresión de odio y malicia se dibujaba en mi ser, algo que antes había mantenido controlado estaba saliéndose de lugar.

Los colmillos se asomaban lentamente de entre mis quebrados labios, tentando a un jugoso festín del elíxir de la vida... la boca se me hacía agua. Tomé un respiro, mientras negaba con la cabeza. Decidí verme más a fondo, sabía que esa fachada en la que me había convertido no era simplemente una de las que tenía, y que sería olvidada en... el pasado...

Miré a mi cuello, e inmediatamente lo sostuve. El collar... el collar en forma de pluma. Steiner, y ahora Aisha estarían buscándonos, sabía que no se cansarían de hacerlo de ninguna manera. Ese collar me daba fuerzas para seguir, pero ahora tenía que lograr encontrar a Lyra. Ella era la razón del sacrificio. Ella era por quien luchaba, después de todo.

Los sonidos cesaron, después de varios gritos desgarradores. Me asomé al escuchar unos pasos. ¡Alice estaba ahí! Un escalofrío me agitó al ver su cara, y las heridas por todo su cuerpo, aparte de su manera agresiva de caminar. Me oculté detrás de una puerta, la primera que pude encontrar. Al parecer Hildur tampoco podía verme, y si lo hizo, no me delató.

—Tienes suerte de que Dorothy no te vio, esa vieja es peligrosa, hasta ahora me doy cuenta de su potencial... —mencionaba Alice mientras caminaba cerca de mí.

Justo cuando estaba a mi lado, mientras la veía por la hendija de la puerta, se detuvo.

—¿Escuchaste eso? —preguntó abriendo los ojos—. Se escucha como algo arrastrándose...

Cerré los ojos, esperando a que no me viera. Ella tenía más experiencia en asesinar, o eso creía. Yo, por otra parte... jamás iría a matar a alguien. Esa era una promesa inquebrantable.

—No te muevas, no te ha visto. —Tricia hablaba tranquila—. Respira, no hagas ruido.

—Oh. Mira... —Alice sonrió, las heridas en sus mejillas habían sanado tan perfectas que ni una gota de sangre salía de ellas al moverse.

Me asombré absolutamente al ver frente a Alice. ¡Amalea! Estaba caminando, se estaba desangrando, dejaba un enorme rastro del denso líquido rojo a su paso. Estaba cojeando con una pierna mientras que su brazo estaba totalmente muerto, el que yo había masticado...

Tenía en carne viva su pecho izquierdo, o no lo tenía del todo. Caminaba lentamente, sin ver hacia el frente. Había perdido la visión, simplemente deambulaba. Su respiración era cortada y estaba temblando del frío. Mi boca goteaba de tan solo observarla... si tan solo pudiera chupar un poco de su sangre, mi sed se saciaría en un instante... pero no.

El Juego Macabro (#2 En actualización) - GRATISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora