Capítulo 45: El parque de los designios

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Entramos a la desolada casa envueltos por el crudo frío de los alrededores, aparte de la hambrienta incertidumbre que nos devoraba a trozos pequeños pero constantes. Haziel cierra la puerta detrás de nosotros.

La casa es vieja, hay incluso orificios en las paredes. La cocina es de leña y es alimentada por un sistema con la chimenea para calentar ambas al mismo tiempo. El calor proveniente de la chimenea se propaga y es consumido por las telas del frío rápidamente, hasta llegar una muy pequeña cantidad a estar en contacto con nuestra piel.

Hay una mesa de color negro, redonda, con cuatro sillas del mismo color, y manteles blancos. Gretta camina hacia la cocinita a hervir agua, al parecer quiere hacernos un té. Nos sentamos con Haziel, quien nos da la orden. Estoy desconfiada por obvias razones, estoy atenta al igual que mi acompañante.

—¿Qué los trae por aquí? ¿A estas horas? —pregunta Haziel—. ¿Quién les dio esta ubicación?

—Hubo un ases... —Él me interrumpe, ve directo a Haziel con sus ojos negros.

—Venimos por los designios —revela, sin saber qué esperar de su respuesta.

Al haber dicho esta palabra Gretta nos voltea a ver. Sonríe, toma el té que ha preparado y camina hacia la mesa, poniendo copitas de porcelana de color negro. Una para cada uno. Toma el té y lo empieza a servir a todos.

—¿Designios? Entonces vienen al lugar indicado... al único, de hecho. —Ella está orgullosa, se sienta, acomodando su falda negra.

—¿Quiénes son? —pregunta Haziel—. No creo que sean agentes especiales, después de lo que hemos vivido juntos se ven algo más... informales.

—Sí som... —Él me interrumpe de nuevo.

—No, somos aficionados. Ustedes también ¿cierto? —pregunta inclinándose a la mesa.

—¿De qué hablan? Me estoy confundiendo... —Gretta toma un sorbo de té—. Tomen el té, los calentará.

—Como saben, somos gemelos... pero Gretta no trabaja para el "bien", si lo ponemos de alguna manera. Yo sí. —Haziel toma un trago sin quitarnos su mirada dorada de encima.

—¿A qué te refieres con que Gretta no trabaja para el "bien"? —pregunto inquieta.

—Tengo un secreto, pero no le digas a nadie... —Muestra la palma de su mano, tiene una cicatriz en ella—. Soy una desvaría.

—¿Desvaría? —pregunto—. Pero hace unas horas eras una Evoc... —Haziel me interrumpe.

—En fin. Así que están aquí por los designios... —Haziel toma una taza llena de azúcar y le pone una cuchara pequeña, plateada—. Si no toman el té como nosotros es obvio que no los encontrarán.

—¿Qué contiene este té? —pregunto intrigada. Veo que él se lo está tomando rápidamente.

—Es el té de los designios. Servirá por la noche, esta noche, en específico. ¡Sabe bien! No te preocupes. —Gretta toma otro sorbo.

Adentro la mirada en la taza negra, y su dudoso contenido. Un olor dulce me rodea, veo mi reflejo en su interior... sé que tendré que cooperar para lograr avanzar en este misterio. Es definitivo que sea lo que sea que contenga, Haziel y Gretta también lo están consumiendo. No puede ser mortal, o alguna droga. Tengo que seguir el juego por un rato, aunque siga confundida.

Lo saboreo. Es dulce, mentolado, hace que la lengua se me duerma por unos segundos. Decido seguir tomándolo mientras la conversación sigue, mientras el frío de los alrededores se empieza a disipar.

—Esta noche es una vez al año, llegan justo a tiempo, a decir verdad. De hecho, la feria debe de haber empezado hace algunos minutos. —Haziel se levanta a ver por la ventana—. Les sugiero que terminen el té pronto, para disfrutar al máximo lo que viene.

El Juego Macabro (#2 En actualización) - GRATISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora