Hoy me he dado cuenta que se me ha caído la costra.
Tu herida ha sanado,
aun queda una pequeña cicatriz,
dame tiempo,
mi piel volverá a su color normal.
Será como si nada hubiese pasado.
Hoy estas sanando,
nunca pensé que lo harías.
Me alegro.
Me hace infinitamente feliz caminar con mis propias piernas.
A veces me acuerdo de la herida,
de lo mucho que dolió,
también de la infinidad de especialistas que visité
esperando que me diesen un buen diagnóstico.
Nadie sabía como ayudarme.
Tú si.
Tú me heriste,
pero fuiste tú mismo quien me cosio los puntos.
Quizás no tengas el cielo ganado por salvar a esta pobre alma perdida,
pero espero que algún día encuentres quien sane la tuya,
y de una vez dejes de provocar masacres con una sola mirada.