Espero que nunca llegues a leer esto,
esperaba que este año ninguna palabra amarga se dirija a ti,
pensaba que la poesía dirigida a ti...
no brotaría del dolor.
Al menos ya no.
Creí,
¡que ingenua yo!
que ya no lloraría por ti.
Si esto es magia,
maldigo el día en el que la aprendiste.
Si me dices que no te puedo reclamar,
yo lo acepto,
porque tu a mi tampoco...
pero joder,
no me mientas.
Las mentiras tienen patas cortas.
Esto da asco.
Los recuerdos a las 4 de la madrugada son afilados,
afilados como cuchillas,
y los niños lloran cuando se cortan.
Y yo estoy llorando.
Me he cortado contigo.
Miento.
Llevo cortándome desde los quince años.
Joder,
me sorprende lo tonta que puedo ser.
Te enseño mis mas oscuros secretos
y tengo la sensación de que te ríes en mi cara.
Siento pena,
o mas bien la doy,
siempre tropezando con la misma piedra.
Odio verla a tu lado
y que los mensajes sean para mi.
Odio que nunca me cuadren las cosas que me dices.
Muchas veces pensé en hablar con ella y saber que pasa.
En el fondo,
muy
muy
muy
muy
en el fondo,
creo que dejé de confiar en ti.
Y aunque pasen los años,
jamás volveré a confiar en ti plenamente.