9. Castigo del cielo

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Mis deberes como Rey los cumplí perfectamente ese día, atendí la Junta con el Cónsul. Después de eso hice, algo que no había hecho en mucho tiempo, cabalgué en el hipódromo. Mi equipo de seguridad se encargó de cerrarlo al público, tenía el hipódromo para mí solo. Alexander siempre estuvo al pendiente. Yo no podía dejar de pensar en mi hermana, en como dijo que yo besé y abracé a la reina en el pasillo. Yo no hice eso, los dos caminamos tranquilamente solo tomados de la mano, como era el protocolo dentro del Gard. Su locura iba en aumento. Fue por eso que decidí terminar con ella, fue por eso que decidí no abogar por la vida de mi hijo. Sin darme cuenta caí del caballo.

Alexander corrió a mi encuentro. Me torcí la pierna, pero no creía que fuera algo grave. Alexander se acercó a mí.

-¿Se encuentra bien su alteza?

-Estoy bien, solo fue un pequeño salto que di -respondí.

-Creo que es hora de volver al Gard.

-No, no quiero volver al palacio, quiero ir al restaurante y emborracharme. 

Alexander frunció el entrecejo. Sabía que venía una riña. Mi celular empezó a sonar, era una llamada de mi Consejero.

-¿Todo bien?

-Su hermana ha entrado a quirofano, la Reina Madre acaba de informarme, se procederá el aborto.

No terminé de escuchar, aventé el aparato al césped. Alexander me observó.

-¿Qué ocurrió?

-Matarán a mi hijo, en estos momentos va a morir... -dije con un nudo en la garganta.

-Lo lamento mucho, su alteza... tal vez si yo hubiera dicho que yo era el padre de esa criatura...

Miré a Alexander asombrado, observé sus largas pestañas, sus ojos oscuros y después su nariz hasta llegar a sus labios.

-¿Hubieras hecho eso?

-Solo para no verle angustiado a usted, su alteza. 

-¿Eres capaz de hacer cualquier cosa por mí Alexander?

Los dos nos miramos. Alexander desvió la mirada. Y yo sonreí. 

-No me incluiré en tú drama, así que no me pidas que te bese o me acueste contigo, sabes que lo rechazaré.

-Lo sé, me lo dejaste en claro esa noche en el coche. Pero quiero pedirte que bebas conmigo, quiero emborracharme.

-Puedo ponerme una runa de resistencia y el alcohol no me hará efecto, así que puedo acompañarlo a beber.

Alexander me ayudó a ponerme de pie. Cojeé un poco mi pie y fuimos al bar del hipódromo. Jeremy Pontmercy se encargó de servirnos las cervezas. Alexander fue al baño para pintarse su runa y yo bebí por varias horas. Hasta que Lucian llamó para informar que el aborto fue un éxito, solo que Clary se quedaría en observación porque perdió mucha sangre y estaba muy débil.

-A la prensa informaron que su hermana tuvo un accidente automovilístico y fue sometida a cirugía -me comunicó Alexander.

-Yo debo estar con ella, yo tengo que ir con ella -balbuceé-, Clary me necesita.

-Su alteza, por favor -me pidió Alexander deteniéndome. 

-Soy un egoísta, la abandoné y la dejé sola cuando más me necesita -recriminé.

Alexander me sujetó con fuerza -No, no puedes ir y hacer un escándalo, no cuando estás en estado de ebriedad y no mides lo que estás haciendo...

-Quiero besarte -declaré en voz más fuerte de la que imaginé.

Alexander quedó atónito y giró a la barra, desde donde Jeremy Pontmercy nos observaba. Yo también vi a mi sirviente.

EL HEREDERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora