5. El heredero

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-Es depresión.

Anunció Magnus Bane, mi hermana tiene días sin salir de su habitación y sin probar alimento. Yo ando junto a la pared con los brazos cruzados. 

-Pero si sigue así, puede enfermarse -dijo mi madre.

-Lo más recomendable es que tome terapia, pero con el único que quiere hablar es con su hermano. -Comunicó el doctor Bane.

Todos los ojos se posaron hacia mí, incluidos los de mi guardaespaldas y la comitiva de mi hermana.

-¿Ni siquiera desea hablar conmigo? -Preguntó ofendida mi madre.

-¿Va a entrar su alteza? -Me preguntó el doctor Bane.

No podía rechazar la oferta de entrar, cuando el consejero, el mayordomo, la ama de llaves, las comitivas, mi madre estaban afuera de la habitación. Suspiré derrotado y entré a su cuarto, mi hermana sabía como hacer un escándalo y salirse con la suya. 

Así que entré a su alcoba, todo estaba en silencio absoluto, cosas tiradas en el suelo, las colchas y sábanas también, ella abrazaba a su almohada, sus cabellos zanahoria estaban despeinado, apestaba a muerto, debía tener días sin bañarse.

-Siempre tuviste el tacto para hacer un berrinche y llamar la atención.

-Te amo Jonathan...

Quedé estupefacto por sus palabras. Así que me detuve, antes de llegar a la cama.

-Te he amado desde que era una niña, siempre me pareciste más guapo que el príncipe William y supe que quería estar contigo el resto de mi vida.

-Somos hermanos, Clary...

Sus ojos estaban hinchados, su nariz estaba roja y realmente lucía enferma, pero no era por la depresión ocasionada por la muerte de mi padre.

-No pensaste en eso cuando nos encerré en tú cuarto y cuando me hiciste tuya, esa primera vez y la vez siguiente a esa -susurró ofendida.

-Supongo que también lo deseaba en mi interior, toda mi vida pensé que era homosexual y llegaste tú a seducirme y...

Ella se puso de pie con esa bata de seda que no dejaba nada a mi imaginación, con ese cuerpo que tanto me descontrolaba.

-Yo no te obligué a hacerme tuya, fue una decisión de los dos, yo no sabía que eras homosexual, pensé que no tenías novia ni ningún interés en chicas porque mis sentimientos eran correspondidos, pero la enfermedad de papá te obligó a comprometerte con la princesa Seelie y...

-No puedo huir, Clary... me quedaré aquí, en Idris.

Ella se cubrió ambas manos con el rostro y volvió a llorar.

-¿Estás terminando conmigo entonces? ¿La prefieres a ella?

Tragué saliva. Clary no sabía que tuve un encuentro sexual en la ropería con ella. Esa tarde de sexo, fue diferente a estar con mi hermana. Seelie era experta en la materia, tenía trucos y me seducía de una forma como el fuego te envuelve y yo me dejé quemar. Clary era otro sentimiento, Clary no me quemaba, Clary era ternura envuelta en un pequeño cuerpo. ¿Amor? ¿También estaba enamorado de mi hermana?

-No estoy terminando contigo, el único modo que podamos estar juntos es... ser amantes.

-Está bien -dijo quitándose las manos de su rostro y me miró con firmeza-, acepto ser tú amante, pero exijo tenerte para mí una vez al día. 

Sonreí, debo admitir, sonreí con mucha dicha y felicidad. Así que camine hacia ella y la besé en los labios, la besé como tanto anhelaba y ella me correspondió, llevó sus manos a mi espalda mientras yo me inclinaba más hacia mi pequeña pelirroja.

EL HEREDERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora