12. Las leyes.

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Magnus Bane hizo otro portal para llevarnos al Gard. Alexander regresó conmigo. Los dos nos miramos por un momento antes de cruzar el portal. Cuando llegué a casa cubierto de sangre y con sentimientos encontrados. Alexander no me miraba ni siquiera, creo que todos conocen esos momentos en que te sientes responsable de todo, yo me sentía así en ese momento. Alexander pensaba que lo usé para olvidar a mi hermana. Lo peor es que no sabía si era cierto o no, solo que los momentos que compartimos en estos meses significaban mucho para mí, además estaba ese sueño, el sueño que tuve hace unas horas en las que Clary entendió mis sentimientos hacia mi guardaespaldas. Yo no lo entendía. Las grandes puertas del Salón de los acuerdos se abrieron ante mis ojos. La Inquisidora, el Cónsul, Lucian Graymark y la Reina Madre, no sabía que iba a suceder. La Inquisidora no se veía nada contenta. Mi madre al contrario, fue a mi encuentro, yo la abracé.

-Después de todo, su hermana falleció -dijo el Cónsul, siendo el primero en hablar-, no puedo creer que la Reina Madre se atrevió a engañarnos a todos haciéndonos creer que estaba muerta.

-Fue por la seguridad de mi hija -respondió mientras se limpiaba la nariz con un pañuelo de seda.

-La princesa estuvo en riesgo en el exterior todo este tiempo, además los ataques recibidos mientras buscaban a una nefilim fue por ella y usted...

-Ella no sabía de los ataques a los nefilims -interrumpió Lucian al Cónsul-, ella hizo lo que debía como madre, sabes muy bien que el Rey tiene prohibido hablar con su esposa de lo que la Reina Madre hasta ahora se entera por el tipo de muerte que tuvo su hija.

-Ella es hija del Consejero Fairchild, no creo que sea tan desconocido para ella el tema -expresó el Cónsul.

-Suficiente -dijo la Inquisidora-, la situación es crítica. Dimos ventaja al enemigo, la princesa ahora está muerta y tenemos a su bebé en las Basilias. Lo correcto será entregarlo en un Instituto dónde puedan hacerse cargo de él. 

-¡Es mi nieto!

-¡Eso debiste pensar cuando ayudaste a huir a tú hija a Nueva York! -Reprendió la Inquisidora-, la Ley es dura pero es la Ley.

-No lo llevarán a ningún Instituto, el hijo de mi hermana se crecerá aquí -respondí, todas las miradas se dirigieron a mí-, es mi sobrino. Su lugar para vivir será el Gard, al igual que lo fue para nosotros. 

-Pero para todos su hermana murió hace varios meses -recalcó el Cónsul.

Tragué saliva. Era consciente de la situación, pero ese niño tenía grandes probabilidades de parecerse a mí o a mi hermana. Además deseaba tenerlo cerca. Podía decir que era un capricho.

-Entonces diremos que la mujer que falleció en ese ataque en Nueva York fue una ex-novia mía con quien estuve involucrado antes de casarme, ese bebé será mi hijo y aunque no tendrá derecho al trono, tendrá derecho a todos los demás privilegios solo por ser hijo mío.

Todos quedaron perplejos. Mi madre asintió con determinación. 

-El Rey tiene razón, es posible que el bebé salga parecido al Rey Valentine o tal vez a la familia Fairchild y sea pelirrojo, si lo hacemos pasar por su hijo, entonces la gente no tendrá porque hablar. -Respondió Lucian.

-La Reina Madre ha incumplido una de las reglas más sagradas, incluso podría considerarse traición. -Comunicó la Inquisidora.

-Lo fue, cometió una traición contra su Rey por hacerme creer que mi hermana estaba muerta, por las lágrimas que derramé y que ahora volveré a derramar después de verla este día. Sé que merece un castigo, pero el Consejo nefilim no lo otorgará sino yo porque ella no se rige por sus leyes, así que se cumplirá justicia más no la que ustedes desean.

EL HEREDERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora