Nothing Breaks Like a Heart

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La noche aclaró para darle paso a la mañana, Shuu despertó temprano por culpa de un canario que se apoyaba en el alfeizan.

No había podido dormir nada, la incertidumbre junto con la ansiedad lo hacían moverse por todo el colchón de la cama, y conste que tuvo que buscar un cuarto en el que dormir. No deseaba dormir en el sofá por muy raro que parezca, la asfixia de estar en ese lugar en particular lo obligó a retirarse y buscar un cuarto. En su búsqueda, llegó al segundo piso y abrió la primera puerta que encontró, para su suerte había una cama y una silla dentro de una habitación.

El sol estaba recién alumbrando y el pajaro ya había volado lejos.

-Necesito una ducha...- murmuró. Se pasó la mano por todo el rostro para después pasearla por su cabello-¿Dónde habrá un baño?- se sentó en la cama y dejó ambos pies apoyados en el piso de madera. Con pesadez se levantó del colchón, sentía el sabor a almiscle en la boca. Seguramente su aliento era horroroso.
Solo llevaba puesto su boxer, no durmió con ropa para no estropearla en su instancia que el mismo desconocía la prolongación.

Tomó sus prendas con desgano, sentía pereza por tener que ponerse ropa para luego quitarla nuevamente, pero no podía salir en bolas por el pasillo, tenía moral para no ir semidesnudo en casa ajena.

Caminó por los pasillos buscando alguna puerta que dirija a una tina. Abrió puertas al azar, algunas hacían un crujido terrible, la mayoría siendo alguna otra habitación polvorienta. Iba a bajar la escalera, rindiéndose con la idea de su aseo personal.

-Miau.

Shuu giró automáticamente, encontrándose con la gata de la familia observándolo con esos gigantes ojos azules.
Le causó cierto rechazo.

La gata volvió a maullar.

-A menos que no me muestres donde hay una baño, lárgate- sinceramente, ya le estaba hartando su presencia, no solo lo hizo caminar por horas sin descanso, sino que también en la noche anterior post discusión, se quedó mirándolo fijamente, casi cómo si le leyera los pensamientos.

Estaba por dar la vuelta para ir al primer piso, pero la gata negra se dirigió a una puerta, estaba semiabierta, por lo cual se inmiscuyó por la pequeña abertura.

Quedó mirando la puerta con desconfianza, pensado si sería un buena idea volver a seguir al animal.

-Espero que sea un baño- exhaló el aire que ni necesitaba. Entró teniéndo la ilusión de que fuera una ducha.
No esperaba en absoluto encontrar una pieza pintada de rosa en su gran mayoría, con estanterías llenas de peluches y una cama pequeña rodeada de doceles.

Había una mesita de dibujo donde varias hojas y lápices sin punta estaban desparramadas por la superficie, al igual que dibujos coloreados bastante bien para ser de una niña de 4 años.

El panorama se le hizo doloroso.

-Cuatro años...esa niña lleva existiendo cuatro años y yo...- tomó un animal de felpa del suelo, el olor se la niña estaba impregnado en ella.

Cálido y dulce.

Pero sobre todo, una estigma de lo que era él.

Era su hija, una parte de él estaba fusionado con la azabache y esa pequeña niña de ojos grandes era la combinación.

La amaba aunque apenas la conociera por unas horas.

Una lágrima rodó por su mejilla.

-Yui...- susurró mientras recostaba su frente en la panza del conejo.- Te amo, mi pequeña niña.

『Reiji』レイジDonde viven las historias. Descúbrelo ahora