Hope of Morning

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Horas más tarde, su padre dio la orden de sacarla del cuarto y escoltarla a una limusina.
Según le había comentado el peli blanco, la llevaría a una casa alejada del castillo, donde ella pudiera pasar aquellos meses tranquila, sin preocuparse de sus esposas y molestos hermanos.

Ella había pedido hermetismo sobre su estado. Él y Beatrix eran los únicos que sabían sobre el embarazo.

Ni siquiera el vago debía enterarse.

La limusina se detuvo a la entrada de un bosque frondoso, aquella espesura era decorada con niebla que se mantenía debajo del robusto follaje de las ramas y hojas.

—¿Dónde estamos?—Reiji miró con duda y nerviosismo al ver a su progenitor bajarse con total calma, parándose justo al frente de un árbol.

—Este lugar es donde a partir de ahora vivirás—Reiji lo miró con miedo.

—«¿Me va a abandonar en un bosque a su suerte?»

Karl solo fijó sus ojos en ella con una sonrisa en su rostro. La desconfianza y nerviosismo de su primogénita le causaba gracia.

—No, Reiji—en un ademán, la niebla se disipó y los árboles perdieron su densidad mostrándose ante sí un camino de piedra—Ven, dame la mano.

Con seguridad fingida, tomó la mano del mayor y comenzó a caminar.

El camino fue relativamente corto, nada comparado con la primera impresión que daba.

Mientras más se adentraban pudo divisar una casa blanca al medio de un jardín precioso lleno de flores.

Pasaron una valla de madera que apenas le llegaba a la cintura al peliblanco.

Cuando cruzaron pudo ver que la casa no era tan amplia, la entrada era una puerta doble de madera con un vitral sobre ella.
A simple vista pareciera que no era más de dos pisos.

—Es...pequeña.

—No te dejes llevar por primeras apariencias.

Cruzaron un cerco de madera dando paso a su nueva morada.

Apenas entró al salón, se dio cuenta que la fachada de afuera no era más que eso, una simple fachada.
La casa, si bien no era tan grande como la mansión que compartía con sus hermanos, era bastante amplía y rústica, con detalles de madera y varias salas.
—Aquí vivirás por los próximos 9 meses.

—¿Cómo lo haré para salir al exterior?

—No vas a salir, desde ahora estás en confinamiento hasta que des a luz—Reiji lo miró asustada.

—¿Q-Qué pasa si intento escapar?—su voz tembló un poco. Su miedo incrementó al ver la sonrisa de su padre.

–Te perderás en la espesura del bosque, aparte, yo lo sabré y no tardaré en imponerte un castigo por tu desobediencia.

La menor asintió.
Se agarró el vientre por inercia.

Estos serían unos largos meses.

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Las primeras semanas fueron un verdadero martirio, las náuseas matutinas la habían obligado a dejar las comidas a base de animal y solo ingería té de sabores suaves y frutas dulces.

La sed de sangre no era desenfrenada pero sí necesitaba más que antes. Dos porciones por semana y quedaba satisfecha. Estába de más decir quién proporcionaba aquel líquido carmesí.

『Reiji』レイジDonde viven las historias. Descúbrelo ahora