Nora, mejor conocida como el motivo por el cual mi vida tiene un antes y un después. Me había pasado mi adolescencia entre relación sin sentido y relación sin sentido, disfrutando de fiestas en las que convivía con perosnas mucho mayores que yo y con esa costumbre de aplicar la ley del mínimo esfuerzo. Pero sobre todo, acostándome con cada chica que conseguía conquistar a la primera oportunidad que se me presentaba. Ella cambió eso, me hizo una mejor persona...
Salgo de ese abismo dentro de mi subconsciente en el que suelo caer y me doy cuenta de que Marian continúa viéndome en espera de la continuación de mi relato. Al buscar en mi memoria a corto plazo y recordar donde me he quedado, me dispongo a seguir. Soy interrumpido antes de empezar por un bostezo suyo que me hace consultar la hora de mi reloj: 1:27 A.M.
El tiempo se ha pasado volando con mi relato, creí que era más temprano.—¿Segura que puedes seguir? —pregunto, compadeciendome de ella. ¿Qué tan buena ha sido mi idea de traerla aquí en realidad?
—Sí —responde mientras se estira, contradiciendo lo que acaba de decir—, tu sigue. No te preocupes por mí.
—¿Segura? —no me parece que pueda aguantar más de una hora antes de quedarse dormida por completo—. Porque puedo seguir mañana, sabes. Es indispensable para mí que entiendas bien esto, y para eso tienes que estar completamente despierta.
Me cuestiono que tan bueno sería eso en realidad. Si me quedo con ella aquí existe la posibilidad de que ambos nos quedemos dormidos antes de poder darnos cuenta. Eso no sería problema si mañana no hubiese clases, pero no es así, aún debo enfrentarme a mi examen de matemáticas. Sí, mañana se cumple un año de haberme encontrado a Nora en la puerta de la dirección, siendo sincero creí que lo celebraría de otra forma.
—Cuentame lo que hablaste con ella. —me pide Marian volviendo a su tono normal, sin adormecimiento.
—Ya te lo dije —contesto, pensando si debería o no decirle unas cuantas cosas más o dejarlo para mañana.
—Pero hay algo más —objeta mirándome a los ojos— ¿O no?
Derrotado, aparto la mirada y me pongo de pie mientras juego con el marcador que encontré en uno de los cajones del escritorio. Mientras le saco la tapa con el pulgar y se lo vuelvo a poner, me pongo a caminar de un lado al otro sin saber bien que hacer. Cuando estoy por hablar me callo una y otra vez, puesto que no sé bien que decir para hacer sonar "interesante" la historia de Nora. Quizás debido a que también empiezo a sentir sueño. Camino para quedar frente a ella y le hago levantar la mirada, solo puedo ver una cosa en sus ojos: cansancio. No cabe duda que Marian está tan loca como yo, no encuentro otra explicación para que haya aceptado entrar aquí. Me siento en el pupitre junto a ella y me la quedo viendo.
—De acuerdo —digo con media sonrisa en el rostro— pero solo hasta la parte donde me enamoro —bromeo, pues en realidad no es tan simple como eso.
—Se terminará en un minuto entonces —dice, siguiéndome el juego.
Lo único que hago es fulminarla con la mirada antes de volver a hablar...
•••
Algo curioso de esta zona es que existe una especie de ley en torno a la iglesia más grande de una ciudad: siempre hay un parque enfrente o cerca de ella. Es como si los fundadores hubiesen querido que sus descendientes tuvieran un rato de recreación luego de orar una hora los domingos. Por suerte ir a misa antes no es requisito para entrar en él, o si no jamás podría siquiera poner un pie allí. En fin, nuestra ciudad no es la excepción. De hecho, todo el centro de la ciudad ejerce esta función, y queda muy cerca de donde Nora tomaba su taxi. Junto a la farmacia que está al lado del parque, para ser más precisos. Desde la escuels únicamente doblabamos una esquina para luego ir recto hasta llegar a ese lugar
ESTÁS LEYENDO
MAPA DE UN DESAMOR
RomanceLuego de una «ruptura» amorosa, Vincent aún se encuentra confundido y dolido respecto a cual fue el motivo por el que su relación no funcionó. Ella aparentemente ya ha superado todo. Un día saliendo del instituto se encuentra con Marian, a quien por...