LA CHICA QUE REALMENTE DEBÍ AMAR

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¿Qué si amaba a Nora? Pues... Supongo que, como todo lo que pasa por mi cabeza últimamente, es complicado. Todo con ella comenzó como una especie de atracción debido a los múltiples momentos en los que llegué a creer que podía acostarme con ella y seguir siendo amigos, pero eso fue cambiando con el pasar de las semanas. Que ella me buscara en receso sólo porque quería hablar comnigo, los mensajes de buenas noches que nos mandábamos luego de hablar hasta las doce treinta de la mañana, sabiendo que al siguiente día teníamos escuela, todas esas llamadas que me hizo únicamente porque estaba aburrida, pero sobretodo, su comportamiento conmigo, fueron lo que hizo darme cuenta de que eso iba más allá de una simple atracción sexual. Me hizo notar que tal vez me estaba enamorando. ¿Qué si amaba a Nora? Pues sí, supongo que sí. ¿Más que a Katia? No lo sé.

El toque de la mano de Marian es lo que me hace volver a la realidad. Pero no me malentiendan, no se trata de un toque sualve como la seda, sino se una palmada en la muñeca que deja un ardor alrededor de ella.

Me he sumido en mis pensamientos y aparentemente he dejado de prestarle atención, pero fue inevitable para mí. Haber visto pasar a esa pareja mientras de decían el uno al otro «te amo» trajo a mí esa pregunta: ¿Realmente amé a Nora? Es decir, quién me asegura que en realidad esa atracción física nunca se volvió amor y siempre fue sólo eso, deseo. Pero bueno, por ahora lo único que merece mi atención es la chica que está viéndome enojada porque me piensa que me pierdo en mi cabeza intencionalmente.

—¿Quieres que cambie los nombres? —me pregunta Marian, una vez que nota que toda mi atención ha vuelto a ella— ¿O los dejo tal y como son en realidad?

—Cambialos —respondo sin pensar—. Será más fácil así, creeme.

—Okey, eso es raro.

—Lo digo por experiencia, no sé por qué, pero me es más fácil que las ideas vuelen cuando es así. Aún si se trata de una historia real. ¿Nunca lo has intentado?

—Sí, pero es más fácil para mí si son los verdaderos nombres de las personas. Ya sabes por mi... «enfoque literario».

—Sí, te entiendo —puede que ella piense que lo digo únicamente para quedar bien, pero en realidad sé a qué se refiere. Ya irán entendiendo conforme la historia avanza—. Es difícil, más que nada porque al hablar de alguien real ves su rostro cada que escribes su nombre ¿No?

Me sonríe algo sorprendida de mi comentario, luego esa sorpresa se hace presente en todo su rostro.

—¿Cómo lo sabes?

—Te lo diré uno de estos días, creeme.

—Okeeeeey.

—Bueno... ¿Y de qué trata el libro?

Sí, sé que estoy forzando a la conversación a cambiar de tema, pero no es que me guste seguir hablando de ese tema sabiendo todos los líos en los que me metió. A Marian no parece importarle esto, pues su cara se alegra cuando lo pregunto. Quizás estaba esperando a que lo hiciera para poder presumirme cuanto ha avanzado en ella.

—Pues con los apuntes y la grabación de todo lo que me contaste el otro día, empecé por donde me dijiste, en el examen de matemáticas. Pero ciertamente estoy pensando en ponerle más romance... Mucho más.

¿Acaba de decirme aburrido? O es que mi mente interpretó esas palabras a modo de recordarme cómo soy en realidad.

—¿Voy muy lento? —pregunto, sumamente interesado en su respuesta.

—Yo no lo llamaría así. Insípido, sería la palabra que usaría.

—Vaya.

Le sigue casi una hora en la que Marian me cuenta, entre otras cosas el avance que tiene con mi historia de desamor y me habla de sus otros proyectos. Según ella, está por terminar una de sus historias favoritas —ósea de las que más le gustó escribir— y está pensando que final darle para quedar conforme con su trabajo. Entre sus opciones figuran: la clásica escena final con la boda, la resolución del conflicto con un rápido resumen de lo que pasa después para luego hacer un salto en el tiempo a diez años en el futuro, o terminar todo con la protagonista embaraza de su esposo. Ella admite que todos son un tanto cliché, pero son tan lindos que no puede evitar pensar en sus personajes viviendolos. No sé, creo que esta chica a veces se emociona demasiado con sus historias. Aunque yo no me quedo atrás, en más de una ocasión me he quedado picado con mis propias historias preguntándome que sigue después, olvidándome por completo que eso depende de mí, literalmente.

MAPA DE UN DESAMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora