Luna

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Gracias a la señorita Nora Endler es que dejé atrás las relaciones sin sentido, que me dije a mí mismo que debía cambiar para bien. ¿Katia sería la elegida para que el nuevo Vincent demostrara quién era ahora? Por desgracia, no. No fue Katia sino Nora, con Nora aprendí a amar como se debe. No fue algo que yo haya decidido, simplemente pasó.

¡Dime! —pide Marian sonando desesperada.

—¿Qué? —pregunto fingiendo estar desentendido del contexto.

—Nora, ¿estaba enamorada de ti o no?

—Ah, ya. En ese momento, quiero suponer que sí —digo, con la voz sonando más melancólica con cada palabra.

Marian no se da cuenta de lo nostálgico que me estoy poniendo. O si lo hace no le importa.

—¿Y qué les pasó?

Me levanto de donde estoy para estirarme y caminar un poco. Suspiro al voltear hacia ella y recordarnos a Nora y a mí ahí.

—No lo sé, Marian —hago una pausa innecesaria—, no lo sé. No sé porqué Nora comenzó a alejarse de mí cuando estábamos a nada de formalizar lo nuestro —involuntariamente comienzo a alzar la voz—, desconozco la razón por la que cuando acepté que estaba enamorado de ella terminó lo que teníamos casi de golpe, no sé por qué hizo exactamente lo que me pidió a mí no hacer, no sé por qué jugó conmigo —le doy un golpe a una de las paredes rayadas— ¡No lo sé!

El dolor en mis nudillos se hace presente de inmediato, estaba comenzando a olvidar qué se sentía. Tantas veces hice lo mismo con árboles y las paredes de mi habitación que incluso tengo cicatrices en las manos, resultado de hacerlo hasta llegar al punto en que me hice sangrar.

Estoy consiente de que me alteré de la nada, pero no me importa, tenía que desahogarme y este era el momento perfecto para hacerlo. Le agradezco a Marian por soportar ese desliz mío; de hecho ni siquiera quiero voltear a verla.

Me muerdo el labio buscando dejar de lado todo eso, tratando de dejar ir el pasado poco a poco.

—O bueno, sí sé porqué, pero aún no es tiempo de que lo sepas. Le da más dramatismo al asunto —comento al final de todo, forzando una sonrisa.

Luego de eso es cuando me giro y la veo: Está algo sorprendida pero parece entenderme, creo que sabe lo necesario que era sacarlo. A decir verdad creí que eso ya estaba superado, pero parece que no lo está del todo.

—Espero que estas expediciones urbanas no siempre sea así —comenta, combinando el sarcasmo con la seriedad en la voz.

—No, tranquila, este será mi último desahogo personal... O eso espero.

Me rueda los ojos.

—Sabes algo, a menos que estés guardando varios sucesos para usarlos de giro argumental después, no entiendo nada a Nora ni a lo que te hizo.

—Ya lo verás —le digo mientras levanto ambas cejas rápidamente—, se pone mejor a partir de aquí. Pero te digo de una vez, hay ocasiones en las que ni yo entiendo.

—Sí, claro. ¿Y a dónde vamos ahora?

No esperaba que tuviera intenciones de seguir viéndome —al menos por hoy— luego de haber explotado. Al parecer nunca va a dejar de sorprenderme.

No creo tener problemas con mi madre si vamos al siguiente puntos, después de todo, ella me dio permiso de regresar hasta el atardecer.

—¿Traes el mapa? —pregunto sentándome a su lado.

MAPA DE UN DESAMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora