Capítulo 4

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Era sábado por la mañana, estaba en mi habitación chequeando mis redes sociales

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Era sábado por la mañana, estaba en mi habitación chequeando mis redes sociales. Palmer me estaba enviando vídeos graciosos por Instagram y yo igual.

Esto sólo lo hacemos cuando no tenemos nada que hacer y como yo ya terminé mis deberes sólo estoy esperando a que sea la hora donde Dylan sale a correr.

Lo sé, soy muy acosadora.

Faris: Me tengo que ir ;)

Palmer: No me digas. ¿Dylan ya casi sale a correr?

Faris: Ya sabes que sí :3

Palmer: ¿No tienes nada más que hacer?

Faris: Si, tengo que cuidar a Tommy pero él ya está grandecito :b

Palmer: No puedo creerlo.

Faris: Si ya lo sé. Soy una hermana mayor muy irresponsable >-<

Palmer: ¿Qué? No. Bueno si estás en lo cierto. Pero no estoy hablando de eso sino que, no puedo creer que él nunca haya sospechado de que lo sigues.

Faris: Es que yo soy uno de los hombres de negro. Cuando él me mira yo le borró la memoria B)

Palmer: Como sea. Como buena mejor amiga te diré...te resbalaras con tu propia baba >:v

Faris: :'(

Cerre el chat y apague la computadora, tome mi sudadera y me puse un short cómodo. Cuando baje al primer piso, sólo estaba el ruido ensordecedor de los videojuegos de Tommy.

—¡Oye Tom! — Grite cerrando mis oídos con mis dedos índices. El niño voltea a ver hacia atrás y me saluda.—¡Ya me voy!

—Mi hermano ya salió hace rato —En la puerta estaba Rosie con su cabello rubio amarrado en dos trensitas que caían sobre su pecho.

Les hablaré de ella: Rosie es la hermana menor de Dylan y es un año menor que Tom –El tiene díez– Ellos dos son como una especie de pequeños mejores amigos. Son tan tiernos cuando pelean.

Me agacho hasta quedar a su altura y le pongo mi mejilla para que la bese. Ella deja un pequeño beso y me sonríe.

—Suerte.

—Ash. No es como que valla a hacer su exámen de conducción. No seas estúpida Rosie — Habla Tom sin ni siquiera voltearnos a ver.

—No seas grosero, Tom. Rosie te viene a ser compañía porque tienes miedo a que el Slenderman te venga a comer.

—¡¿Que?! Yo nunca dije eso — Tom se levanta rápidamente de su asiento — Ven Rosie, no le hagas caso a lo que dice esa loca — en un dos por tres Tom ya estaba guiando a Rosie a la sala para que se sentará junto a él. Tom regresa y me llama con su dedo índice para que me haga a su altura. —Nunca. Vuelvas. A. Repetir. Eso.

Yo lo ignoro tratando de no reír y salgo apurada de casa no sin antes escuchar a Rosie: — ¿Cuanto me pagarás por no contarle a todos de tu miedo a Slenderman?

Esos dos, son un caso especial.

Tomo mi bicicleta y me pongo la capucha. Pedaleo lo más rápido posible para alcanzarlo. Dylan le da dos vueltas a la residencia.

Pero ya me he detenido en la esquina donde Dylan siempre pasa y no lo veo. Decido regresar  a casa ya cansada y con sudor recorriendo mi frente. Me detengo en seco. Ya estoy a cuatro casas de la mía y observo como un cuerpo muy bien parecido cruza la calle y entra a mi jardín.

¡Oh Por Dios!

Dylan. Está. En. Mi. Jodida. Casa.

Saco mi teléfono rápidamente y marco al número de emergencia.

—Emergencia, Emergencia Eros está en mi casa.

De la otra línea sólo se escucha una respira y luego el estallido de una risa.

—Oye tranquis, ya estoy aquí para ayudarte. —asiento pero luego me doy en la frente porque ella no puede verme— Lo que tienes que hacer es...

Asiento ante todo lo que me dice y luego lo hago.

Arreglo mi cabello. Me seco el sudor y me bajo de la bicicleta. Camino lo que falta para llegar a mi casa y cuando ya estoy por llegar, veo a Dylan sentado en las escaleras de mi porche. Con mi cuaderno a su lado y la vista fija en el suelo.

Dios, si estás ahí no me hagas salir corriendo de mi casa porque... no sabría a donde ir.

Dylan Miller (Actualización Lenta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora