cybergirl [parker] squad of heroines ²

4. Todo nuevo

Al día siguiente, me desperté temprano sin ayuda de un despertador, pues ya estaba acostumbrada. Antes de ir a desayunar, me lavé la cara y los dientes.

—Buenos días, linda. ¿Tienes hambre? —saludó Emma, aunque no estaba muy presente. Se veía apurada y presionada. Hacía el desayuno con una mano y con la otra respondía mensajes de texto.

—Buenos días. ¿Dormiste bien? —habló Terry, saliendo del pasillo contrario, vestido con ropa deportiva.

—Sí, gracias —respondí—. Emma, ¿necesitas ayuda?

—¿Qué? —me miró sin entender, y luego actuó relajada— No, no, no. Tengo todo en orden.

—Cielo...

—De verdad —insistió a su esposo, y señaló el desayunador—. Siéntense.

Obedecimos automáticamente. Emma comenzó a hablar en una llamada telefónica, y fue entonces cuando Terry aprovechó para meterse a la cocina y encargarse del desayuno.

—Siempre me encargo yo el desayuno, pero hoy quiere hacer todo —me explicó, sirviéndome un plato con fruta y yogurt.

—¿Está bien?

—Una crisis de trabajo. Cuando se estresa quiere manejarlo todo.

Las fresas y la papaya resultaron ser una buena mezcla con el yogurt. Mientras Terry arreglaba la cocina, me di cuenta de que todos los alimentos eran orgánicos y saludables. No vi ni un solo empaque de comida chatarra. Le leche era de soja y el cereal era sin sabor y con fibra. Había más frutas y verduras que granos de sal. Con razón la salsa de tomate de anoche me sabía distinta, seguro era baja en grasa.

—Tengo que irme —avisó Emma, colgando la llamada y guardando su móvil en un bolso negro y probablemente caro—. Rory, cualquier cosa que necesites, me llamas al celular, ¿sí? Desayuna bien. ¡Nos vemos!

Taconeó rápidamente a la puerta, tomó su juego de llaves y salió hecha un tornado de estrés y apuro.

—¡Te quiero! —gritó Terry con sarcasmo a la puerta.

Sonreí divertida, y me llevé otra cucharada de fruta a la boca.

—Yo también debo irme a trabajar. ¿Estarás bien aquí sola?

—¿Tienen televisión?

—En la sala.

—Estaré bien.

—De acuerdo —dijo, cerrando el refrigerador—. Como dijo Emma, cualquier cosa puedes llamar a cualquier de los dos.

—¿Dónde está el teléfono?

—¿El qué?

—El teléfono de la casa —dije con obviedad, arqueando las cejas.

—En la sala también —respondió extrañado, y luego pareció darse cuenta de algo—. Tienes celular, ¿verdad?