Nunca des nada por hecho

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Me miré en el espejo una última vez.
Llevaba puesto un vestido rojo largo de Carolina Herrera que no dejaba ver mis zapatos rojos de channel que iban a juego con mi vestido. Gracias a ellos era un poco más alta y así no tenía que arrastrar mucho el vestido. Tenía un pequeño cinturón, si es que se lo podía llamar cinturón porque era una pequeña cuerda roja, atada a mi cintura y un collar de diamantes adornaba mi cuello, dando un toque único. Llevaba unos pendientes, también de diamantes, y el pelo recogido en un moño ni muy alto ni muy bajo.

Salí de mi habitación y mientras bajaba las escaleras vi dos pares de ojos mirándome con admiración. El primero era Mi querido Cameron, al cuál sonreí. Iba vestido con un traje negro y una camisa blanca, tenía sus rizos alborotados como siempre, aun así le daba un toque elegante. El segundo par de ojos pertenecía a mi padre iba vestido al igual que Cameron con traje y camisa blanca, pero el traje era azul marino. Tenía casi cincuenta años y no los aparentaba. Tenía ojos marrones casi negros como los de mi hermana y el pelo pelirrojo como el mío. en cuanto lo vi deje de bajar las escaleras a paso de tortuga, me cogí en vestido para no caerme y baje corriendo a abrazarlo.

El me devolvió el abrazo.

-Estás preciosa pequeña. -Dijo dándome un beso en la mejilla.

-Gracias papa.

Me separé de él para acercarme a Cameron. Este me dio un pequeño beso en los labios.

-Estás preciosa princesa-Dijo.

-Tu también estás muy guapo.-Dije yo.

-¡Mis otras dos mujeres!-Grito mi padre haciendo que Cameron y yo nos separáramos por el susto. Pero enseguida cogió mi mano.

Mi hermana y mi madre asomaban por la escalera. Kim llevaba puesto un vestido por encima de la rodilla. La falda era blanca con brillitos que se veían cuando La Luz se reflejaba en esta, y la parte de arriba negra. Llevaba unos tacones negros. De su cuello colgaba un collar con un infinito de oro rosa a juego con los pendientes que también eran el infinito. Y por último Tenía el pelo recogido en una trenza de raíz. Mi madre llevaba un vestido azul marino largo con un poco de escote y la espalda abierta. Tenía el pelo recogido en un moño bajo. Llevaba un collar de plata el cual tenía un corazón rojo en el centro. Lo había visto millones de veces, ya que mi padre se lo regalo a mi madre en su primer aniversario de casados.

Mi hermana, al igual que yo, bajo corriendo las escaleras para abrazar a mi padre. Mi madre miro la escena entre conmovida y enfadada. No le gustaba que corriéramos.

Cuando mi hermana se separó, se acercó mi madre.

-Cariño.-Dijo mi madre dándole un beso en la boca.

-Te he hechado de menos amor-Dijo mi padre.

-¿Y de quien es la fiesta?-Dije antes de que se volvieran a besar. Odiaba ese tipo de escenas.

-De los D'Angelo.-Respondió mi padre.

-¿En serio?-

Mi padre asintió con la cabeza.
Los D'Angelo eran una de las familias más ricas de Italia, por no decir la más rica. Federico D'Angelo era el propietario de una de las empresas con más beneficios de la epoca. Facturaban doscientos cincuenta millones de euros al año. Lo que sería unos ciento cincuenta millones de beneficios. Es decir un pastizal. Su empresa tenía sedes en Nueva York, Sydney, Madrid, San Francisco, Berlín y Paris. Desconocía lo que hacían en esa empresa, nunca me había interesado.

Después de unos diez minutos, entre esperar al coche que venía para llevarnos a la fiesta, y buscar el bolso de mi madre, llegamos. El coche nos dejo en la entrada de la mansión.

CHRISTIANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora