¿Buenas decisiones?

528 24 2
                                    

Me mire en el espejo.
Llevaba de nuevo el uniforme del equipo de tenis, había convencido a mi padre de volver. Claro que mi madre no sabía nada.
Y yo lo había decidido así. Mi padre siempre me apoyaba, daba igual que fuera lo que quisiera hacer. Él siempre estaba ahí, a no ser que tuviera algún viaje de trabajo.
Sobre el pulso... bueno, digamos que Brandon no gano. Pero aún así, yo decidí volver al tenis, hacer algo que me gustaba y llevaba deseando retomar desde hace mucho tiempo. Hacer algo por mi de nuevo...

A veces me pregunto porque seguimos las reglas de la sociedad. Porque hacemos lo que nos dicen, porque tememos tanto las consecuencias y opiniones de los que amamos. La vida es una. Y es demasiado corta como para pasársela complaciendo a gente, que, si no te apoya, no merece un puesto a tu lado. Aún así, yo a mi madre no la podía quitar de ahí. Además, esa no era la única razón por la que yo decidía hacerla caso. Sabía que el pasado era algo que debía dejarse ir, pero por alguna extraña razón yo era incapaz de hacerlo. Seguía teniendo una cuerda que me ataba a él.  Y ese temor, era lo que me llevaba, después de todo, a obedecer a mi madre más de lo que la verdadera Evie haría. Pero ya no podía volver atrás.

Cogí mi raqueta de tenis, y mi mochila con la ropa para cambiarme allí, y pedí un Uber.
Por suerte los sábados por la mañana siempre los tenía libres y en mi casa no había ni un alma.
En cuanto el Uber llego el trayecto se me hizo bastante corto, el conductor era un ex piloto comercial y la conversación fue muy interesante para ser honesta. En cuanto me baje del coche, me quede unos segundos mirando embobada al entrada, hacia años que deseaba volver a entrar por estas puertas como tenista. Y al fin, podría hacerlo. Me sentía libre.

-Evelyn Samantha Allard ¡¿COMO NO ME HAS DICHO QUE VOLVÍAS AL CLUB?!

Señoras y señores les presento a Claire Leclerc, una de mis mejores amigas  desde que empecé las clases de tenis con 4 años.
A la cual, le encantaba llamarme por mi nombre completo.

-Claire.-Dije con una sonrisa y mis brazos abiertos.

Nos dimos un abrazo que duró por lo menos varios minutos. La había echado de menos. Ninguna de las dos tenía nunca tiempo para quedar, a pesar de que siempre hablábamos por teléfono, estábamos demasiado ocupadas. Ella con el tenis y yo con los estudios y mi trabajo en la revista.

-Quiero que me cuentes todito todo. Empezando por tu novio y acabando por el rubio sexy ese.

Maldigo a Brandon y su maldita bocota ¡¿Cómo se le ocurre contarle a Claire que Christian existía?! Se lo conté en confianza, ese chico se va enterar cuando le vea.

-Por que no me cuentas tú sobre tus chicos y luego, quizás, te cuente yo sobre los míos.- Dije

Claire asintió con la cabeza, paso su brazo por mis hombros y juntas nos adentramos en las pistas mientras ella me contaba lo que había estado haciendo últimamente. Y a decir verdad, mi amiga, tenía tal vida amorosa que daba para hacer un árbol genealógico.

-Bueno, bueno, esa, ya sabes que es una historia larga, ademas no hay nada serio, por el momento.

-Contigo nunca hay nada serio.

-Me agrada saber que mi amiga me sigue conociendo- Dijo con una sonrisa- Ahora cuéntame tu... -Se interrumpió, al ver a un chico rubio alto, y de porte elegante pasar frente a nosotras- ¡Eh D'Angelo!

Me quede helada al escuchar ese apellido. Tenía suficiente con encontrarme a Christian cinco días por semana, como para encontrármelo también en el club. Por suerte\, resultó ser uno de sus hermanos. Aún así, decidí salir de allí corriendo, no me iba a arriesgar. Le dije a mi amiga que estaba muerta de sed, y sin darla tiempo a responder me fui.

CHRISTIANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora