Capítulo 13 - Kenjutsu

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Ha pasado un mes desde la formación de equipos genin, los cuales naturalmente comenzaron a hacer misiones rango D. En ese mes, Sai logró obtener un mejor control de sus clones de sombra, y Sasuke entrenaba sin cesar con 20 kilos en cada extremidad, que junto a su sharingan, a la hora de quitar el peso extra daba buenos resultados. 

En este momento, el equipo 7 había terminado la clásica misión de atrapar al gato Tora, el cual se encariñó mucho con el rubio. Este le aconsejó a la esposa del señor feudal que no lo apretara tan fuerte y que en cambio le rascara suavemente detrás de la oreja para que ronroneara y para que nunca mas vuelva a escapar. La esposa del señor feudal se lo agradeció profundamente al rubio, y a cambio le dio un dinero extra y un cupón especial para obtener descuentos en cualquier tienda de armas shinobi en Konoha.

Después de terminar de reportar la misión, el equipo siete se despidió, y Naruto se fue rumbo al distrito Uchiha. Al llegar, fue a la casa de Sasuke y tocó la puerta, siendo recibido por Mikoto.

—Oh, hola Naruto, que gusto verte. ¿Que te trae por acá?— Lo saludó amablemente la máxima autoridad femenina de los Uchiha.

—Hola, Mikoto-san, también me da mucho gusto verla otra vez. ¿Se encuentra Itachi?

—No, dijo que estaría en el Campo de Entrenamiento No. 44. Quizás siga ahí.

—Está bien, gracias por la información. Nos vemos, Mikoto-san, salúdeme a Fugaku-san cuando lo vea.

—Adiós, Naruto, le haré saber que le mandaste saludos.

El rubio se dirigió a donde le dijeron, y después de cinco minutos de búsqueda, encontró al Uchiha entrenando en un plano con una roca gigante que tenía un blanco atrás, al igual que en muchos arboles alrededor. En eso, Itachi abrió los ojos y saltó tirando seis kunais que chocaron entre si en el aire, y terminaron cayendo en la parte central de los blancos. Itachi cayó al piso con elegancia y desactivó su sharingan.

—Se que estás ahí, ya sal —dice Itachi a la nada, sin voltear a donde está Naruto.

—Así que si me notaste, Itachi. Veo que estabas practicando tiro de kunai, debo reconocer que eres bueno.

—Hm. Aun requiero usar el sharingan para lograrlo, todavía no soy lo suficientemente bueno.

—Oh vamos, el sharingan es un don, no tiene nada de malo sacarle provecho, ¿no?

—Jajaja, supongo que tienes razón, pero no creo que hayas venido solo a decirme eso. Dime, ¿que necesitas?

—¿Recuerdas que hace algunos años me dijiste que tenías una amiga experta en kenjutsu? Bueno, quisiera que me dijeras quien es, la espada que me regalaste ya no me queda tan grande, y estoy listo para darle un buen uso.

—Sígueme, creo saber donde está.

Ambos salieron del Bosque de la Muerte y tomaron rumbo al cuartel anbu. Al llegar, detuvieron a Naruto en la entrada, pero Itachi les explicó la situación y lo dejaron pasar. Al ser un anbu muy respetado, Itachi tenía ciertos privilegios. Pasaron por varios campos de entrenamiento y llegaron a uno en donde vieron a una pelimorada que el cabello le llegaba hasta la cintura, de labios pintados de rojo, ojos cafés, y que estaba entrenando con una katana.

 Pasaron por varios campos de entrenamiento y llegaron a uno en donde vieron a una pelimorada que el cabello le llegaba hasta la cintura, de labios pintados de rojo, ojos cafés, y que estaba entrenando con una katana

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El Último Espartano - IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora