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Los ojos de la glamorosa y sofisticada Peppers Potts se habían secado apenas las puertas del ascensor se cerraron, aislándola de la prensa internacional. La mujer se sentía como una extraña en su cuerpo, todo el mundo esperaba de ella las noticias sobre el héroe de acero, desaparecido seis días atrás. Pero ella no sabía nada, ni quería hacerlo.

Estaba cansada de Tony Stark. Sabía que una parte de su corazón aún lo amaba, esa fracción donde se oculta la mujer ingenua que aún espera que el apuesto héroe deje todo y le de una prueba fehaciente de su amor. Pero en realidad ella no era esa mujer, sabía que para Tony en primer lugar estaba él y en segundo también estaba él, y que en realidad no la amaba lo suficiente como para abandonar aquel estilo de vida.

Desde hace mucho tiempo que ya no la miraba de aquella forma tan suya, de esa manera en que sabías que eras el mundo entero para él. Tal vez, pensó con ironía, nunca lo hizo. Ella solo conoció ese brillo en sus ojos cuando noto que era por otra persona. Que gracia le hacia que todo este embrollo fuese por culpa de aquel sujeto.

No se sentía descorazonada por la desaparición —y posible muerte— de Tony, había llorado frente al público por formalismo, era lo que se esperaba de ella. Sin embargo se sentía en paz, si Tony no volvía cerraría un desagradable ciclo de dolor. Además era mejor de esa forma, así el genio también podría descansar; o eso era lo que se decía para no sentirse culpable.

Observo con apatía su maquillaje corrido en el reflejo. Ella no era una mujer cruel, pensó, solo una sobreviviente y eso era toda una hazaña cuando formabas parte del círculo íntimo de Tony.

Además era algo que pasaría en cualquier momento, llevaba años haciéndose la idea, esperando. No era fuerte como Steve ni poderoso como Thor, ni siquiera estaba al nivel combativo de Natasha. Solo era Tony Stark, un hombre inteligente pero promiscuo que gustaba de la buena vida y que creyó —ingenuamente— ser capaz de estar al nivel de verdaderos héroes.

Era un adicto a la atención.

Nunca estaba satisfecho, sus inventos siempre podían ser mejorados y los enemigos invariablemente derrotados. Y ya no solo era luchar contra locos villanos, al parecer no bastaba. Peleo, y ocupo aquella cualidad suya tan especial para crear conflictos con sus propios amigos. ¿En que pensaba cuando creyó que podría vencer al Capitán America? No quería imaginar como había acabado todo.

El elevador se detuvo en el penthouse, antiguo piso de Tony. Solo Dios sabrá que habrán presenciado aquellas paredes, lo que le recordaba que debía redecorar. Actualmente tenía un estilo minimalista que no era de su agrado, le faltaban más colores. Pero antaño Tony jamás la dejo transformar su nivel.

Pepper abandono el elevador pensativa, su mente se distribuía en las nuevas reformas y por cuanto tiempo debía extender el período de búsqueda. De todos modos desconocía en que dirección ir o si valía la pena gastar recursos en una empresa que estaba destinada al fracaso.

Si por lo menos Visión estuviera con ella, pero el androide había desaparecido casi al mismo tiempo que su creador. Y el pobre Rodhey estaba ocupado pagando por su lealtad en el hospital.

Tal vez, pensó, lo mejor era dejar todo así. Darle un enigmático final a la leyenda de Iron Man.

Porque no había forma de que Tony estuviera vivo después de enfrentarse en solitario al Capitán y al Soldado del invierno. Sonrío dolosamente, intentando menguar la molestia en su pecho con la idea de las futuras oportunidades.

— Llámame tonto, pero me gusta imaginar que has interiorizado tu dolor.

La tableta que Pepper había estado sosteniendo cayó al piso, pero no le podía importar menos. Ante ella tenía a Tony Stark, elegantemente vestido y sonriendo indulgente. De pronto se sintió avergonzada, como si hubiera sido descubierta haciendo una travesura.

El hombre frente a ella no era exactamente el Tony que recordaba. No se veía como su antiguo y libertino ex amante, atormentado y seductor, ni sonaba como él. Pero podía reconocerlo, era como si aquella apariencia etérea y postura refinada siempre hubieran estado ahí pero incapaces de apreciar por sus ojos. La miraba profundamente, parecía estar analizándola, examinando la plenitud de su ser y destapando sus secretos.

— Nos has preocupado. —La voz le tembló solo un poco al final—. Pero por lo veo te apetecían unas vacaciones.

Un brillo salvaje decoro los ojos del héroe. Sin embargo la actitud transigente se mantuvo.

— Hice una amiga. —contesto tranquilamente. Pepper se ruborizo a causa de la indignación. ¿Cómo se atrevía a parlotear sobre su indecencia cuando había tenido a todo el país de cabeza?

Decidida a no exacerbarse archivo su molestia para cuando pudiera desquitarse.

— Steve y los demás. Debes hacer algo. —manifestó.

— ¡Ah, no te preocupes! —lo desestimo Tony moviéndose hasta una ventana, desde donde podía observar la ciudad—. Volverán en su momento. Ahora hay situaciones más delicadas que ameritan mi atención.

Pepper se sentía boba. No podía dejar de seguir sus movimientos y su voz le resultaba atrayente, incluso el anterior enojo había desaparecido.

— ¿Cómo la recuperación de tu mejor amigo? —pregunto luchando por mantenerse firme—. O el paradero desconocido de Visión, ¿no estaba contigo conociendo a aquella amiga?

Tony se giro a mirarla y por primera vez Pepper se sintió en peligro ante él.

— No exactamente. —dijo delicadamente el multimillonario—. Me refería más a tu regreso como asistente.

La mujer palideció y abrió la boca dispuesta a exigir que hablara en serio. Porque ya se había tardado en decir alguna barbaridad.

— Si, volveré a tomar el mando. —aclaro Tony al notar su escepticismo—. Y da por revocado cualquier contrato o acuerdo anterior. Retornaras a tu antigua función bajo la supervisión de Friday, y te mantendrás alejada de mi vida personal.

La mujer aún se mantenía tercamente incrédula. Tony siempre estaba jugando, burlándose de ellos porque era el dueño y era más listo... Sin embargo había algo diferente. Se notaba severo y juicioso.

Con temor advirtió que no estaba bromeando.

— Esta empresa es más mía que tuya. —refuto encolerizada—. ¡Mis abogados y los contratos me amparan!

— Oh, no te engañes Virginia. —Tony la miro casi con lastima. Como quien nota un perro sarnoso en el umbral de su puerta. Y de pronto cambio completamente su expresión a una más afable —Tu primera tarea es llamar a Peter Parker. Lo quiero en mi oficina cuanto antes. —ordeno animado, y a pesar del shock —y coraje— a Potts le sonó glorioso.

Con eso dio por terminada la conversación y se adentro en una habitación. Una habitación que al parecer y visto lo visto jamás podría redecorar. 

Mente maestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora