-No, no puedo dejar que vallas sola. Tu mamá y la mía nunca me lo perdonarían
Fue él quien lo rompió, con una voz tan decidida como aquella que me conquistó pidiéndome salir a bailar. Bajé mi rostro y sus ojos azules me devoraron, estaban ardiendo de seguridad, fijos en mí, sin vacilación alguna en su expresión.
No sabía qué hacer. El bosque me iba a tragar, no sería capaz de muchas cosas, pero… ¿ir con Harry para salvar mi vida? No quería verlo como un héroe. Porque no lo era. Pero no sabía dónde acabaría sin él.
Otro silencio mucho más incómodo que el anterior.
-Esta bien, pero solo nos dirigiremos las palabras necesarias y nada más.
-Mejor para mí
¡Cómo lo detestaba! Hasta en la punta del mundo era insoportablemente hermoso e irritante, y parecía no importarle en lo más mínimo el más brutal de mis ataques, y me mataba el hecho de que yo… ya dejé de importarle. Sólo quiere que valla con él porque después nuestras madres –amigas de toda la vida- nunca lo perdonarían si me deja botada en mitad de la nada.
Debía hacerlo, por mi salud mental, y ahora también la física. Seguir su paso y nada más, y usar toda la fuerza que tenga para olvidarlo. Ya no le intereso, su amor se apagó, y ahora debo comenzar a hacer lo mismo con el mío.
Caminamos en silencio por algo así como unas dos horas, la lluvia aún no volvía, pero cada vez que levantaba mi vista para ver el cielo, éste se veía más y más gris, como si las nubes hicieran del día una noche como todas, oscura… solo que sin estrellas.
Nos dirigimos la palabra un par de veces, la primera porque mi vejiga no daba más y tuve que decirle que parara.
-Harry… necesito orinar.
-Sí, yo también –me dijo aún mirando al frente- no quiero volver a hacerme en mis pantalones.
No supe si eso fue una indirecta o algo; Hazza sabe perfectamente que mi primer recuerdo que tengo de su carita es la de cuando se hizo en sus pantalones en nuestro primer día de escuela. Pero no, se supone que yo estaba en plan de olvidarlo, y dejé pasar su comentario, por lo que no le respondí y me fui a meter entre los árboles, lo suficientemente lejos como que no me viera, pero que yo sí viera su espalda.
Me puse incómoda, el silencio era casi absoluto, y no quería que escuchara mis ruidos personales, por lo que comencé a tararear Kiss me de The Cardigans; pude notar como movía su cabeza, y me lo imaginé soltando una risita… Harry sabe que esa es mi canción favorita de todos los tiempos; de hecho, fue la primera que le canté al oído.
Sacudí bruscamente mi cabeza y dejé de cantar, me puse de pie para ir a encontrarme con él.
-Por qué dejaste de cantar?
-Porque ya había terminado y no tenía ruido que ocultar. A demás, esa canción ya no me gusta tanto
-A mí sí.
Me miró unos momentos a los ojos, como si quisiera decirme algo más. Pero calló y se limitó a hacerme una seña para que siguiéramos.
Esa fue la conversación más grande que tuvimos. Las otras se limitaron a preguntas de cómo me encontraba, qué camino tomar o cuánto esperar beber algo de agua; Harry siempre fue delante de mí, en ocasiones me gustaba quedarme un poco más alejada de él para descansar mi mente, distraerme un poco con los árboles, los insectos raros que veía y el sonido de algunas mini cascadas que me encontraba; no sabía si Styles se daba cuenta de las cosas que yo, no es muy observador que digamos, pero no iba a llamarlo para que admirara algún pájaro o una flor nunca antes vista.
A las tres horas de empezada nuestra caminata, unas gotas comenzaron a caer. Ambos miramos simultáneamente el cielo, quedándonos quieto varios segundos. El tiempo se nos estaba acabando, la noche caería en cualquier momento, y necesitamos urgente un lugar donde pudiéramos refugiarnos del aluvión que se avecinaba.
-Tenemos poco tiempo. Debemos apurarnos
-No me digas –use un tono tan sarcástico que lo hice reír, y no lo pude evitar, yo también dejé escapar una leve risa. Pero al momento me aclaré la garganta y me enderecé, tornando mi cara en una expresión seria como la de todo el viaje
-Sí… mejor apurarnos. El otro día Agustín me dijo que cerca de acá, creo, hay una casa colonial abandonada.
Harry me miró algo perplejo. No sabía si era porque le sorprendía que hubiera una casa por éstos lugares, era colonial… o porque Agustín me lo había dicho a mí y no a los demás
-Por qué Agustín te dijo eso a ti, y no lo explicó cuando nos dio las instrucciones? –y con esa pregunta aclaró mis dudas.
-Supongo que lo olvidó. Yo también lo hice cuando nos daba las instrucciones.
-Era un dato importante. No tuvo que habérselo guardado.
-No es para tanto. Lo de la casa es una especie de mito, de leyenda… lo que sea. Sus abuelos le contaban, que antes, cerca del 1800, una familia acomodada del Sur se había cansado de la “ciudad” y de sus vicios, por lo que habían mandado construir una casa gigante en el bosque para escapar del ajetreo de la metrópoli.
-Entonces vamos siguiendo un mito? -Me dijo con tono escéptico
-Si te das cuenta, la historia es bastante creíble. No tiene nada de magia o de Caleuches –mito chilote, chile-. No tenemos otra opción.
Era la conversación más grande que teníamos hace meses. Hazza miró hacia lo alto, suspiró sonoramente y me dijo sin bajar su vista
-Está bien. Pero yo no sé las coordenadas. Supongo que desde ahora tú eres la guía.
Sólo alcanzamos a avanzar un par de minutos, cuando las gotas se volvieron más fuertes, pero nada fuera de lo normal -por el momento-. No me gustaba que Harry fuera atrás, sentía la necesidad de voltearme cada cinco minutos para asegurarme de que estaba ahí, pero no podía hacerlo. No quería que se diera cuenta de que lo quería tener justo a mi lado. Él casi no se volteó, así que tampoco lo haría yo.
Unos metros más allá divisé un camino que había sido devorado por el musgo, maleza y un sinfín de plantas silvestres. Pero estaba claro que era un camino que se dibujaba de entre la nada.
Me detuve justo frente a él, y a los segundos Harry se colocó a mi lado
-Supongo que debemos seguirlo
Giré mi cabeza y me encontré sus ojos verdes, tan verdes que se camuflaban con todo lo que nos rodeaba. Cuando iba a abrir mi boca, las gotas se convirtieron en gotones, la fuerza de su caída se triplicó. Dolían.
Me acerqué abruptamente a Harry por el susto que me llevé, esas gotas no eran normales ni aquí ni en ninguna parte. Pero su brazo se tensó, y me di cuenta que no tuve que haber hecho aquello. Lo solté de la misma manera en que lo agarré.
-Mejor avanzamos rápido.
-Pero al mismo paso. No quiero que…
-Sí, sí. No quieres que mi papá te arranqué tus rizos por dejarme atrás en éste aluvión- Le dije colocando mis ojos en blanco.
-Sí, eso.