Y así fue; estuvimos juntos casi tres horas sin parar, hasta que nuestras fuerzas no dieron más. Fue en la última embestida, donde solo nos quedaba la fuerza de la pasión y el amor casi apagado, cuando yo le canté Kiss Me junto a su oído, la canté completa.
Supongo que al volver a oírla recordó todo, cada momento, cada segundo, todo acorde al compás de la canción. Lo recordó al igual que yo.
En ese momento nuestras pupilas se dilataron y juré ver ese brillo opaco en sus ojos. Pero no, no había luchado todo este tiempo como para ahora ir corriendo en sus brazos y dejar toda mi batalla como una batalla en vano. No, definitivamente no correría a sus brazos.
-Puse tu ropa a secar, supuse que no traerías más
-Supiste bien
“Cuánto te conozco Styles.
-Deberías dejar la leña ahí también, húmeda no nos servirá
-Sí… dejé las otra bajo techo para más tarde.
Pero Harry no se movía. Incluso le hice un gesto al ver que no avanzaba, pero aún así, no movía ni un solo músculo. Mi vista bajó sin querer a la leña, para luego darme cuenta de porqué su inmovilidad. Harrycito había despertado
Sí había recordado todo. Levanté rápidamente mi vista y me dirigí hacia él para tomar la leña entre mis brazos.
-Vamos Harry, como si nunca te hubiese visto así. Sé muy bien que hasta el roce de una pluma despierta a ese pequeño.
Sus mejillas ardieron, y no pude evitar sonreír frente a sus ojos. Me sentía casi victoriosa.
Dejé la leña en su lugar, y luego pasamos casi dos horas en un silencio absoluto, hasta que el fuego comenzó a debilitarse, por lo que Harry se puso de pie para lanzar la leña que teníamos secando.
Estaba en eso cuado oímos que algo se caída de la cocina y hacía un gran ruido; nos volteamos bruscamente hacia la puerta mientras nuestros cuerpo se ponían tensos… otro ruido llegó a los oídos, pero éste provenía de afuera.
Mi piel se erizó, agarré con fuerza el brazo del sillón irguiéndome lo más posible, por su parte, Harry se puso de pie en un dos por tres con un trozo de madera firme en sus manos.
Los ruidos se acercaban lentamente a la casa, eran voces… no sabía si de hombre o de mujer, tampoco sabía si eran de éste siglo o no; el golpeteo de la lluvia demasiado fuerte como para oír mejor qué sucedía afuera.
Miré a Harry y el respondió a mi expresión de terror colocando su dedo índice en su boca a modo de hacerme guardar silencio. Ni siquiera respiré.
Adoptó su posición de espía y avanzó lento por la habitación hasta llegar a un costado de la pared.
La puerta principal se abrió, y no pude evitar soltar un agudo grito ante el miedo. Harry me miró regañándome con la mirada, volviendo a hacer el gesto de silencio, pero más recargando que la otra vez, como para que lograra entenderlo esta vez
-Quién está ahí? Gritó la voz de un hombre.
Mi cuerpo se tensó; cuando pensaba que no podía tener más miedo, la voz de aquel hombre me erizó la piel, cada terminación nerviosa fue invadida de adrenalina, mi corazón se aceleraba y se detenía al mismo tiempo; sólo quería salir corriendo del sillón, pero no podía.
Es que… observen la situación: me perdí en un bosque del fin del mundo con mi ex novio –el cual me dejó porque se le fue el amor, amor que yo aún siento-, bajo una de las tormentas más grandes de nuestras vidas, no encontramos con una casa en medio de la nada de quién sabe cuántos años, con comida como para un regimiento y hay una chimenea encendida pero no quién la encendió… y como guinda de la torta, la puerta se abre de la nada y una voz pregunta que quiénes estamos aquí. No sé ustedes, pero creo que en cualquier momento me haré en mis pantalones.