Le dije al muy cabeza dura que por ahí no era, que el camino se desviaba hacia la izquierda. Pero el muy patán no era capaz de ver el camino por entre la maleza; no recordaba que era un necio empedernido.
-Hay que seguir derecho, el camino mágico al Mago de Oz se corta.
Me dijo el muy bruto, y no quiso oír que el camino amarillo doblaba.
Ahora por animal había caído en un surco gigante –que parecía un cráter- como a diez metros por debajo de mí.
-estás bien?! Grité totalmente asustada, todo lo que había retenido durante el camino, salió hasta por mis poros al verlo caer y desaparecer de mi vista
-Eso creo! –me gritó- pero eso sí, no creo que sea normal que esto… sealoquesea, esté en mi tobillo
-Esto te pasa por no seguir el camino
-Que se cortaba!
Aunque no me viera solté un bufido. Hasta moribundo era irritante. Pero no puedo negarlo, los latidos de mi corazón se había calmado notoriamente al oír su voz, tan rasposa y grave diciéndome que todo estaba bien. Era el mismo tono que me calmaba cuando tenía problemas en casa, en el colegio o donde fuera; la misma voz que tanto amaba
-Voy a tener que bajar por ti?
-Si quieres déjame aquí. Pero te encargo los reproches de mi madre por dejarme abandonado. Yo quedaré como un héroes, tu serás la villana
Claro, como si hubiese sido yo la que lo dejó con un corazón a medio respirar. No sabía desde cuándo los héroes hacían ese tipo de cosas.
Pero bueno. Nos demoramos casi dos horas en sacar al cabeza-vacía-tobillo-torcido del cráter.
Bajé con más agilidad de lo que pensaba, como si la preocupación de que algo malo le hubiese pasado me inyectara algo en los músculos, o en el cuerpo entero.
-Desde cuándo eres tan elástica?
-No se, supongo que el aire hace algo
-Sí, claro. El aire.
Me miró con esa sonrisa perfecta de “a mi no me puedes mentir”, por lo que yo voltee lo más rápido y disimulado mi rostro hacia su tobillo. En efecto, esa… piedra, no debiese estar ahí.
Pero lo peor vino después, cuando nos vimos en la obligación de tener que cargarlo pues no se podía mantener de pie por sí solo. Todas las noches que lloré por él, lo que más extrañaba, era el calor de su cuerpo, rodear su cintura diminuta… y ahora, lo tenía apegado a mí, cojeando, pero estaba a mi lado. Y él sólo tenía su vista enfrente sin ser capaz de dirigirme en ningún momento alguna mísera palabra.
Cuando finalmente llegamos arriba, me di cuenta que tenía toda mi ropa enlodada, y por ende, mi ropa totalmente húmeda. Ahora que habíamos parado el ejercicio físico, y que la lluvia había parado, me di cuenta que estaba muerta de frío, aún teniendo a Harry tan cerca. Él también estaba a punto temblar.
Pero aún, la lluvia volvió.
Tenía a Harry sujeto de un brazo, estaba tiritando de frió, la lluvia no me dejaba ver ni a un metro de distancia, y habíamos perdido el camino. Genial.
No quedamos en silencio varios minutos, una desesperación se estaba apoderando de mí, y el frío ni siquiera me dejaba hablar. Lo único que fui capaz de hacer, fue acercarme un poco más a Harry y poner mi cabeza en uno de sus costados, aún de pie.
-qu…qué ha…harem…mos?
Lo miré directo a los ojos, y todo el frío se esfumó. Dejé de temblar y ya no necesitaba mirar a un metro de distancia, porque todo lo que necesitaba, estaba a un par de centímetros de mi vista;
-No sé, pero todo estará bien.
Cerré mis ojos y me apoyé en él. Su cuerpo se tensó, y el mío también. Pude oír a través de todo el fuerte ruido de la lluvia cómo tragaba sonoramente saliva; supongo que no era la última a la que se le descarriló el corazón con esas palabras. Pero ya no me importaba, tal vez eran mis últimos momentos, tenía que pasarlos junto a él.
-Mira…
Levanté mi vista por el tono entusiasta de Harry, una voz que no calzaba con la situación. Así que me dirigí donde él estaba mirando… y no lo podía creer. Era imposible.