-Boo!
Pat pegó un saltó y dejó caer una pesada caja que tenía en sus manos.
-____, me asustaste –me dijo mientras sacaba su mano del pecho y se agachaba para recoger el desastre que había quedado en el piso. La cajita de madera se había roto y habían escapado varias fotografías y cartas gastadas de ella.
Me reí mientras me acercaba para ayudarla. Las fotos eran antiquísimas, en blanco y negro la mayoría. Algunas tenían paisajes que te dejaban sin aire, apuntaban al sol que se deformaba por la sombra de la copa de los árboles –araucarias en su mayoría-, había un lago… y luego habían unas cinco fotos tomadas de lo que parecía serla Metrópolide la ciudad, con suelo de adoquín y damas dando paseos con abultados vestidos. Las cartas estaban escritas a tinta, pero eran muy pocas las que aún podían leerse.
-Las vas a leer? –le pregunté desinteresada a Pat, la cuál me respondió con una leve negación de su cabeza.
-No… llévatelas tú si quieres – así que las tomé, las doblé lo más cuidadosamente que pude y las guardé en mi bolsillo trasero. Luego me dirigiría a la habitación que iba a ocupar para guardarlas en un lugar donde no se desintegraran.
-Mira –la voz de Pat sonaba maravillada, así que me voltee ante tan extraño timbre de voz y me quedé sin respiración.
Lo que tenía en sus manos era realmente hermoso.
Cuando recogió la caja se encontró con una Polaroid bajo ésta. Estaba intacta, el golpe no le había causado ningún daño. Me causaba gracias sus dimensiones, era el triple de grande que una cámara digital, y sus ángulos eran perfectamente rectos. En la parte delantera sobresalía un tanto, porque por ahí salía el papel con la imagen impresa. El flash estaba sobrepuesto, con una antena y luego una especie de cono.
Se necesitaba de ambas manos para sostenerla, su color mostraba que en el pasado había sido café, como asemejando a la madera…
Pat la subió hasta sus ojos y sin previo aviso me fotografió. La luz del flash me dejó un poco encandilada porque había estado muy cerca y era mucho más fuerte que cualquier otro. Mientras trataba de recuperar la vista, escuche unas risitas de la chica que estaba en frente mío.
Se reía de la foto que tenía en sus manos mientras volvía a agitarla para que la imagen se viera mejor
-De qué te ríes
-Mírate, pareces un sapo –miré la fotografía que descansaba en su mano, y extrañamente sí, parecía un sapo. Tenía un tinte verdoso, y ni mi ángulo ni expresión habían sido lo más favorecedores. Tenía los ojos muy abiertos y la boca entreabierta como si estuviera a punto de hablar.
A decir verdad, era una buena foto… para reírse de sí mismo. Así que me uní a las risas de Pat y no paramos en un largo rato. No sabía por qué, pero no podía parar de reír. Sus carcajadas eran tan contagiosas que tuve que agarrar mi estómago para que no me doliera tanto.
No sé cuánto estuvimos así, pero sin darnos cuenta, terminamos en el piso sin poder parar. Me quedaba sin aire, pero aún así no quería detenerme, se sentía genial volver a reír así, hace mucho no lo hacía, y hoy ya llevaba dos.
De repente sentí una risa más grave y a duras penas abrí mis ojos y traté de tomar algo de aire; Liam y Louis estaban en el marco de la puerta soltando pequeñas risas, supongo que el espectáculo que estábamos montando llegó hasta allá y les causó gracia vernos así. Pero pude ver en sus ojos que era algo más, estaban brillando.
-Nunca te había escuchado reír así
-Es que mírame! Soy un sapo! –y volví a reír, pero esta vez con ellos también.