Una gran tensión emocional sólo acaba con una gran tensión física

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  Creo que la peor situación era la de Lola. La locura de los otros dos remediaba su estado de ánimo. Pero Lola... Ella sufría por su amiga y le tenía miedo al mismo tiempo. Los dos primeros días no lo hizo pero al final se decidió a hablar con Donatella. Un día que tenían escuela ella fue a visitarla. Llamó al timbre.
- ¿Hola? - no estaba segura de que Donatella estuviese es casa, ella trabaja en algo ¿No?
- ¿Si...? - Al fin respondió.
- Soy Lola ¿puedo pasar? Necesito hablar con usted.
- Claro ven.

   Lola estaba nerviosa, tenía el teléfono apagado. Lo que pasa es que Vanesa luego de aquel día la llama muchas veces y le habla como si nada. De una forma tan natural que aterra.
  Cuando abrió la puerta escuchó una voz desde la cocina
- Aquí estoy ven... en la cocina.
   Ella iba lo más decidida que podía, tanto que podía escuchar la vibración de sus pies contra las baldosas. Donatella estaba sentada en la barra con una tasa de café y Lola la acompañó.
- Necesito hablar con usted - le dijo tratando de calmarse para transmitirle la menor cantidad de miedo.
- Claro
- Es que... temo por su hija, es mi mejor amiga y se que ha sufrido mucho y... - hizo una pausa, parecía haber sido congelada con nitrógeno líquido, fue instantánea su inmovilidad al escuchar como la puerta se movía
-  Desde aquel suceso Vanesa está descuidando sus estudios y si sigue así va a tener que repetir curso y nadie quiere eso ¿Verdad? - disimuló como pudo.
- Hola Lola no sabía que estabas aquí - la alegre voz de Vanesa fluyó por toda la habitación.
- Hola
- Estábamos hablando de ti querida - Dijo Donatella.
- ¿Y qué hablaban?
- Lola está muy preocupada por ti, a partir de ahora vas a comenzar a estudiar con ella todas las tardes ¿ok?
- ahhh... - expresó ternura - te agradezco que te preocupes Lola y agradezco tener una amiga como tu - besó su mejilla - te quiero - Lola fingía una risa - ¿por qué no empezamos ahora?

   La tomó de la mano y la llevó a su habitación. Lucía tan feliz. La sentó en su cama.
- ¿Con qué clase empezamos? - Vanesa dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Cuál prefieres? - Lola si no sonreía
- Ay Lola - Hacía pucheros - mejor estudiamos mañana y hoy hablamos ¿Si? ¿Hablamos?
- Lo que tu quieras.
- ¡¡¡ehhh...!!! - festejó-  eres la mejor. Bueno comencemos. ¿¡Qué fue lo que te dije!? - se puso seria de un momento a otro - te dije que no le dijeras nada a mi madre - tenía el tono más hipócrita que había visto nunca - tendré que cortarte la lengua.
 
  Se puso de pie y cogió unas tijeras de cortar tela de 30 centímetros. Lola la miraba aterrada.

- Tranquila aún no has hablado... esto te sucederá cuando lo cuentes. Primero mi madre no te creerá y luego habrás tenido un trágico accidente con tu amigo el yonqui; el que te va a poner el pircing - Lola tragó saliva se levantó, abrió la puerta y con mucho ímpetu dio un portazo. Cuando iba a bajar las escaleras casi grita del susto que se dio. Ahí estaba Donatella justo detrás de la puerta de Vanesa. Luego echó a correr y bajaron juntas.
- Si puedes traeme impreso los apuntes para estudiar mejor gordis - dio un grito desde la puerta de su habitación quizás para evitar que su madre sospechara.
- ¿Qué pasa? - Dijo Donatella.
- ¿Escuchó todo?
- Si
- ¿La ventana de Vanesa da a la calle? Si... - se respondió ella misma - por el amor de Dios no le digas nada a Vanesa, actúa lo más normal posible que te lo voy a contar todo. Ella no lo puede saber. Por favor.
- Si-  dijo certera.
  
  Lola salió corriendo sin mirar atrás. Luego llamó a Donatella al teléfono y quedaron al otro día en el trabajo de ella.
  Lola iba nerviosa, sentía que la observaban y repasaba casi todas las esquinas con las que se cruzaba. No sabía por qué pero creía las palabras de Vanesa. Estaba agitada y miraba su teléfono cada dos minutos. Ese día era uno típico de esos oscuros donde todo el cielo está gris y un viento frío agitaba. A Lola le daban miedos los taxis de por si y desde que sucedió aquello con Vanesa no pisaba uno ni gratis. Ella estaba pensativa, como cuando dormiste poco y te levantas tambaleante a las seis de la mañana. Tenía la cabeza en otro sitio y... comenzó a llover, rápidamente lo que eran gotitas de agua se transformaron en una fuerte tormenta, ella estaba desprotegida y demasiado apresurada para esperar bajo un toldo. Trató de caminar más rápido sólo quedaban cinco calles para llegar a su destino y...   pagó la culpa de un conductor que no respetaba el semáforo en rojo. Sentía como en cámara lenta seguía la línea imaginaria de una parábola en el aire hasta que calló sobre un montón de sillas y mesas de plástico de una cafetería. Ya no sentía ni dolor. Sólo escuchaba los gritos de la gente que se acercaban a ella y sentía a la perfección cada gota de agua que caía sobre su cuerpo. En realidad sólo quedó inconscientemente cuando vio el tétrico rostro de los paramédicos poniéndola en una camilla.
   Lo que quedó fue el sonido de una máquina; "pick...pick...pick" cada un tiempo proporcional.

   Una gran tensión emocional sólo acaba con una gran tensión física. Que lástima...

Obsesión [Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora