Solo eso

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  La madre de Lola lloraba desconsoladamente apoyada sobre la camilla de su hija. Verla inmóvil conectada a tantos equipos sin poder respirar por su propia cuenta le destrozada el alma. No tardaron mucho en llegar Rideric, Vanesa y Donatella.
- Esto es mucho peor que cortarle la lengua - Dijo la última muy bajo cubriendose la boca con una mano.
- ¿Qué? - dijo Vanesa con un conmovedor rostro.
- Pobre... que lástima - disimuló.

  Vanesa se acercó a la madre de Lola y le dio un abrazo y justo en ese instante comenzó a llorar. Tapaba su cara con su antebrazo y gimoteava. Luego le dio un beso a Lola en la frente.
- ¡Jurame que te vas a poner bien! - le dijo al oido y comenzó a llorar mucho más fuerte - Lo se...  - las lágrimas caían sobre el brazo de Lola.
   Sus palabras y sus lágrimas eran reales se lo aseguro. A Vanesa le dolía realmente todo eso. Esa noche se quedó ahí. Al otro día sólo estuvo en su casa media hora para darse un baño y luego volvió. No comía absolutamente nada. Rideric la iba a visitar varias veces en el día.
  El tercer día en el hospital unos oficiales fueron a visitarlas.
- Encontramos al dueño del vehículo que la atropelló, un testigo vio su matrícula mientras escapaba. Según lo que pase en los próximos días puede varias su condena.

En ese instante comenzaron a llorar tanto la madre de Lola como Vanesa que los oficiales fueron incapaces de quedarse en ese sitio. Entendieron que en ese momento, que los doctores especulaban la posibilidad de que Lola pudiese morir. Hasta ahora en Lola no habían más señales de vida que un vegetal y las dos eran consciente aunque no les dijeran nada porque "era muy pronto".
 
  Pasaron los días, Vanesa tenía que ir a la escuela, nadie sabía absolutamente nada y ella tuvo que informárselo a todos, de paso que le dolía verlo también tenía que decirlo. Todos los días más de veinte personas diferentes iba al Hospital a ver a su carismática amiga. Pero la presencia que sólo faltaba de lunes a viernes desde las 9 de la mañana hasta las 2 de la tarde era Vanesa. Se había llevado un saco de camping para dormir allí.
   Ya ha pasado una semana. El doctor las fue a visitar.
- Hemos concluido las pruebas. La paciente sufrió daños se… - hubo un silencio rotundo, el doctor miraba las ilusionadas caras de las dos mujeres y se le hizo un nudo en la garganta - lo siento mucho, no hay actividad alguna en el encéfalo, entienda que ella se ha ido. No tiene la obligación pero cuando usted esté dispuesta hable con nosotros para desconectarla, muchas personas pueden ser ayudadas si usted accede a donar  sus órganos.

  Vanesa estaba mirando hacia Lola pero no enfocaba nada, tanto su mirada como su cabeza estaban en otra parte hasta que comenzó a llorar. Lágrima salía de sus ojos sin esperar aún que la anterior callera. Pero incluso peor estaba la madre de Lola.
- ¡¡¡No!!! ¡Tiene que hacer algo! ¿¡No entiende que YO ME IRÍA CON ELLA?!
- Lo siento mucho - respiró profundo el doctor - en serio lo... siento.

   Vanesa le dio un fuerte abrazo y ninguna dijo una sola palabra. Al principio no lloraba, solo pensaba, aunque la madre de Lola lloraba tan alto, que por la ventanilla de la puerta se asomaban personas para usmear, pero Vanesa no movía un solo centímetro. Tenía el rostro perdido. Luego se puso de pie y se tambaleó un poco. Se puso frente el inmóvil cuerpo de su amiga. La madre de Lola la miraba con lágrimas en los ojos y no estaba certera de lo que hacía Lola.
- Eres una egoísta - dijo en voz baja - ¡¿No ves a tu madre?! Te vas a ir así sin más - comenzó a llorar entonces - se te debería caer la cara de vergüenza.
La madre de Lola no entendía mucho lo que pasaba pero se identificó con todo el dolor de Vanesa y no dijo absolutamente nada. Vanesa continuó llorando pero sobre el sillón, levantó las piernas y las abrazaba. Lloraba tan fuerte que temblaba todo su delgado cuerpo.
La noche pasó muy lento para las dos, se quedaron dormidas sin darse cuenta. Vanesa se despertó primero y fue a buscar un café en la máquina para la madre de Lola. Cuando regresó escuchó algo.
- Te equivocaste en los exámenes médicos, estos son los de cama 8 si, pero los de piso 15 y este es 13. ¿Saves que pueden demandarte por eso? - un doctor le decía al médico de Lola muy intrigante, luego entró en la habitación de Lola y el otro se fue muy enfadado. Vanesa entró de un puertazo y despertó a la madre de Lola.
- ¡¿Qué pasa?! - preguntó asustada.
- El médico se confundió esos no son los exámenes de Lola.
- ¿Qué dices?
- Si, lo escuché ¿Dónde está? Vi como entraba aquí - miró a ambos lados - ¿Dónde... Está?
- Aquí solo estamos nosotras ¿Estás bien?
- Debe estar escondido - revisó bajo la cama - te juro que lo vi entrar.
- Aquí no está - Vanesa revisó en el baño - seguro lo soñaste, quisiera que tuvieses razón pero no está aquí.
- ¡Estaba despierta! ¡Fue justo ahora!
  La madre de Vanesa la sujetó del hombro y le dio un abrazo.
- No pierdas la cabeza... A Lola no le hubiese gustado.
- ¿Por qué hablas como si estuviera muerta?
- Es muy simple. Si tu sistema nervioso deja de funcionar; aunque tu corazón palpite por una máquina, ya moriste - ella comenzó a llorar - hagámonos la idea.
- ¡No! - Vanesa se pegó a la pared y se dejó caer al suelo lentamente mientras lloraba - No puede ser.
- Aunque sea duro debemos hacernos la idea.

  En serio era muy duro para ambas. El día después fue el médico con un notario y dos policías. Le trajeron un montón de folios y le pidieron a la madre de Lola que firmara.
- ¿Qué quieren? - dijo Vanesa.
- Estoy de acuerdo con donar sus órganos, alguien puede necesitarlo más que un... Cadáver - no se entendía todo lo que decía porque su llanto lo impedía - creo que lo mejor que puedo hacer.
- ¡No...! Espera... Esperemos un mes, solo un mes, es muy pronto - ella suplicaba - no firmes no, sujetó el brazo en el que tenía el bolígrafo la madre de Vanesa - ella dio un tirón y Vanesa como a penas podía mantener el equilibrio calló al suelo de rodillas.
- Ya es difícil para mí Vanesa.
   Continuó y firmó sin a penas leer. Luego se fueron todos y un oficial se quedó vigilado el cuerpo de Vanesa.
- ¿por qué? - dijo entre lágrimas la chica.
- Verla así no me hace bien - respiró profundamente y sujetó su tabique con el pulgar y el dedo índice.
- No me refiero a usted... Me refiero a mi - dijo muy seria mirando sus pies - todo tiene que pasarme... Se que me equivoco mucho pero ninguno de mis castigos son justos.
- Yo me estoy muriendo te lo juro. Siento que la he matado yo misma - dijo golpeando su pecho con la palma de la mano varias veces - al permitir que la desconecten - continuó - pero tenerla ahí es como mantener una flor en agua después que la cortan; es un adorno y tarde o temprano se va a acabar marchitado y no quiero ver eso. Recornemosla así.
  Vanesa y la madre de Lola acercaron un sillón a cada lado de la camilla de Lola y se tomaron de la mano.
- El día que le di a luz pensaba que estaba muerta... No lloraba - hizo una pausa - fueron los tres segundos más triste que había tenido nunca... Hasta que bostezó y me di cuenta que estaba bien. Esos fueron los tres segundos más felices que había tenido nunca - las dos sonrieron y una lágrima calló por su mejilla. Aún recuerdo cuando me dijo que ya no quería ser bombero y quería estudiar derecho, estaba orgullosa de que por primera vez no me pidiera consejos.
- Mi mejor amiga... Mi compañera de travesuras. La miro y parece que está respirando.
   ¿En serio está respirando?
- Eso me ha pasado en ocasiones.
  Las dos mujeres gritaron exaltadas al escuchar "¿Por qué lloran?" De los labios de Lola. Está despierta... No se lo podían creer.

  Al parecer tenían que darle un buen susto a Vanesa. Siempre ha sido su mejor amiga. Pero sus delirios la han hecho olvidar.

Obsesión [Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora