Todo sigue igual

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Vanesa tenía un atraso de un semestre entero... aunque Rideric también pero eso no es por Londres y tampoco viene al tema.
  Todo era muy confuso, regresar medio año después y que todo luzca sofocantemente igual. Entonces Vanesa desde el primer día llegando tarde. Bueno tarde... eran las 11 de la mañana. No quiso ni ir a Química porque el profesor es muy estricto. Mejor enfrentarlo fuera del salón de clases. Entonces fue a la cafetería y se sentó en la mesa al lado de la máquina expendedora de bebidas... como siempre, revisó su teléfono, actualizó su wattpad y entonces alguien se sentó a su lado con una bandeja enorme.
- Hola - era Lola - ¿Qué tal "Londum"?
- En inglés es "London" - ambas comenzaron a reír - Muy bien. Me encantó.
- Me alegro - sonrió tanto que parecía chinita - Que bueno que volviste - Vanesa le dio un abrazo.
- Ya estaba arta de ese acento tan refinado - dijo entre lágrimas.
- Que raro que hayas permanecido un año - Ya tenía mocos afuera - yo no hubiera aguantado ni tres días.
- Rideric lo sabe todo - Lola la miró asombrada - Se lo dije en una carta... incluso le conté que quería vengarme... Pero jamás me lo perdonaría a mi misma.
- Has elegido bien. Es lo mejor que podías haber hecho y en serio... me alegro.
- Lo dejamos.
- No me extraña - comenzó a reír Vanesa algo avergonzada.
- Hablo en serio - Vanesa miró a en dirección contraria a Lola - lo estoy pasando... muy mal.
- Te recomendaría... aunque se que no es de mi incumbencia, que hables con él. Ya se que es complicado pero... comiencen del principio.
 
  Era raro para ella hablar con Lola. Al parecer ya la había perdonado y ella la extrañaba tanto. Pero no es buena idea. Que le haya contado a Rideric sus intenciones no significa que no le guarde rencor, y mucho menos que la herida haya sanado. Mejor esperar, el tiempo es él único que puede decidir por los dos.
  Esta tarde fue muy tediosa para Vanesa. Jamás había estudiado tanto. Un año de contenido en un día era como agua fría en una mañana yanqui de Enero... y más para Vanesa. Pero casi peor era irse sola, lo que menos quería era la soledad. Eso le hace daño y la agonía no era fácil de solucionar. No había tarde que no tomara su teléfono y buscara el número de Rideric para pedirle verlo. Pero no era bueno y lo saben. Entonces prefería estar sola a estar alrededor de gente que no conoce. Por lo que los varios kilómetros hasta su casa los recorría a pié. En esos instantes tan molestos se imaginaba a Rideric a su lado. No le hablaba, pero lo veía. Él le confesaba que ya no reía. Ella le decía que quisiera cambiar su mundo... Pero que su mundo era tan grande que cuando iba por la mitad el comienzo se desmoronaba casi más rápido y prefería rendirse antes de darse cuenta que no era capaz.
  Entonces el fantasma se sentó en un banco, estaba muy cerca... Entonces este fantasma se veía más real, y ella se sentó a su lado.
- Hola - dijo él - pensé que ya no ibas a volver a hablarme.
- ¿Eres tú? - dijo tocando su rodilla con su índice.
- Sip... ¿puedo preguntarte lo mismo?
- Mejor no me preguntes.
- Ok... se que eres tu...
- ¿Puedo preguntarte algo?
- Claro...
- ¿Qué tal si empezamos de cero? ¿Si olvidamos todo lo que sabemos el uno del otro volvemos a amarnos pero esta vez más?
- Ok... mi nombre es Rideric y estoy obsesionado contigo.
- Yo me llamo Vanesa y me tienes loca.
   Entonces se dieron un beso. Era el más apasionado que había visto. Ellos se aman.

Obsesión [Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora