Justo ahora

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Ayer Rideric se compró un saco de boxeo y lo colgó en su habitación como un adorno. Golpearlo le hace olvidar muchas cosas, aunque sus nudillos no están igual de cómodos.
Hace dos días no ve a Vanesa y las últimas semanas la ha visto muy poco. Eso es bueno. Tiene más tiempo para pensar. Pero como Lola ya está de alta Vanesa lo fue a visitar.
Allí está ella; con poca ropa como siempre, tocando el timbre de casa de su querido novio. Con una cara amargada impresionante... Ella no es consciente de que por la mirilla la pueden ver desde el otro lado, pero cuando Rideric abrió la puerta la sonrisa iba de oreja a oreja. Él estaba con un pantalón de chándal y sin camisa mirándola sonriente sujeto de la esquina de la puerta ligeramente impulsado al frente para saludarla con un beso.
- Si que no te gusta esperar... - le dijo Rideric y ella le dio un beso.
- ehh... si - dijo confundida.

El la tomó de la mano y le dio un abrazo muy cálido que ella le correspondió totalmente.
- Como te extrañe mi amor - Él le besó la frente.
- Yo más.
- ¿Cómo está Lola?
- Mucho mejor. Me dijo que quería estar sola un tiempo. No se por qué pero por ahora tengo que hacer lo que ella me diga para que se recupere - Justo en ese momento se dio cuenta de que no podía explicarle que ella no quería hablarle.
- Bueno... Una preocupación menos.

Volvió a besarla, la tomó de la mano y la llevó hasta su habitación, estuvieron hablando de sus cosas y se dieron cuenta que aunque pareciera mucho, dos días era muy poco tiempo aunque les parecía increíble haber sobrevivido. Ya saben lo que pasó después de la conversación.
Vanesa despertó entre sus sábanas y no se sentía tan ajena tampoco. No podía contener la sonrisa. Abrazaba su amante y besaba su hombro y espalda. Luego se quedó quieta sin dejar de mirarlo. Con sus finas uñas repasaba el mismo recorrido de sus apenas marcadas venas y por primera vez se fijaba en lo pálida de su piel, en lo castaño de su cabello. Por primera vez notaba que tenía muchos lunares y se divertía contándoselos aunque varias veces perdía la cuenta pero volvía a empezar. Por primera vez noto que la temperatura de Rideric siempre estaba alta. Lo abrazaba y lo pegaba a ella mientras sonreía aún más fuerte.
- llevo creo que 15 minutos despierto - escuchó una voz que la hizo reír de sorpresa - ¿Qué haces?
- ¿Eres tonto? Me asustaste creí que estabas dormido.
- Lo estaba.
- ¿Qué pasa? ¿No puedo fijarme en los detalles de mi novio? Fijarme de que es perfecto... - ella se sonrojó y Rideric la besó.
- Eso no me pasa a mi... Yo ya sabía que eras perfecta sin la necesidad de tenerte tan cerca - se sonrojó aún más ahora - Te amo.
Hubo un silencio rotundo, ella miró sus uñas nerviosa y un poco triste y lo miró a los ojos.
- Yo si que te amo.
Sus palabras fueron tan sinceras que el corazón de Rideric fue quien lo descubrió, tanto que comenzó a latir tan rápido y por primera vez se sentía plenamente feliz.
Luego los dos se levantaron casi de un salto y Rideric se dio una ducha mientras ella buscaba una camisa de él para ponérsela. Cuando salió del baño entró ella y mientras le preparaba el desayuno. No podía dejar de sonreír como si fuera un niño.
Pero Vanesa buscaba algo más que tomarse un baño. Entre sus cajones buscaba; pero esta vez ya no era una camisa. Luego buscó en su closet y encontró un portafolios. Lo sujeto y buscó por donde poder abrirlo. Cuando escuchó el "clic" una oscura sonrisa repasó sus labios. Allí estaba justo lo que buscaba. Una máscara. Cuando la tocó un escozor repitió en su espalda y se le calló. Estaba como alucinando hasta que el sonido del metal con el suelo la hizo entrar en si. La recogió y la guardó en su bolso.
Luego bajó y le dio un tierno beso al chico.
- Lo siento amor pero tengo que irme ya. Mamá me llamó - su voz suena tan natural que se siente falsa.
- Ok... Te amo.

Ella le sonrió y le guiñó el ojo mientras se iba. Él se quedó mirándola atontado y el ruido de la tostadora apenas era una aleteo en su cabeza.
Vanesa guardaba esa máscara como una reliquia. Trataba de evitar que se diera algún golpe y lo sujetaba con firmeza. Luego llegó a su casa, saludó a su madre con la sonrisa que nunca jamás ella había conocido y Donatella la miraba sonriendo hasta que le dio la espalda.
Donatella ha llamado 12 veces a Lola y no contesta. Está preocupada pera más nada puede hacer. Hasta que en la 13ra vez al fin contestó.
- Tu me debes varias explicaciones - Estaba preocupada por Lola pero su hija le preocupaba más.
- yo no soy la indicada para contarle eso lo siento. Eso si, le recomiendo que lleve a su hija con un psiquiatra de carácter urgente - colgó.
Justo eso iba a hacer. Pero antes tenía que hablar con Vanesa.

Obsesión [Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora