Capítulo Veintisiete: “Miedo”
Muchos pueden asegurar que temen a distintas cosas, como insectos horripilantes, perder a una persona o incluso a pasar vergüenza pública en alguna situación en específico. Miedo. Miedo es una palabra difícil de explicar, más por la correntada de emociones y sensaciones que ello conlleva. Sentir un revoltijo en el estómago al experimentarlo no es para nada grato. Algunos miedos son tontos, otros llevan buenos argumentos que le respaldan, pero hay uno en especial que todos hemos sentido, o quizás aún no te ha llegado la oportunidad de experimentarlo, que sin lugar a duda supera con creces a todos los miedos anteriormente mencionados.
Muerte.
¿No tienes miedo de la muerte?
Imaginar que algún día dejarás de existir, que morirás de forma pacífica o conflictiva, que no sabes cuándo ni cómo morirás… ¿No te aterra eso?
Todos tendremos que morir, de la amiga muerte nadie se escapa, pero pensar que será en el momento menos esperado aterra completamente.
MingHao tiene miedo de morir.
Vamos, ¿quién ansía su muerte si tiene mucho por camino por completar?
Nadie, absolutamente nadie, y si lo hiciera es porque jamás supo cómo vivir y apreciar la vida que le han otorgado.
La sangre se le helaba al tan siquiera pensarlo. Los escalofríos recorren toda su anatomía sin dejar ni un espacio por tocar. El oxígeno se le escapaba en el aliento frío que soltaba con sus finos labios que ahora tenían decenas de rajaduras con sangre escurriéndole de ellos. No quería morir, Dios, ¡nadie quiere morir sin motivo aparente! ¡Él tiene una vida, una familia, un sueño por completar y se lo están arrebatando todo con el jalar de un gatillo!
¿Por qué la vida es injusta? ¿Por qué los inocentes pagan el precio de los pecadores? ¿Por qué se le involucró en algo en lo que desde un principio nunca quiso estar involucrado?
No entendía, ¡no lo entendía para nada! ¡Nunca entendería por qué esto le sucedía a él!
La coraza que construyó para soportar todo lo que se le atravesaría a partir de ahora se estaba rajando, dejando a un ser indefenso en su lugar, uno que no mataría porque sabe que está mal. Uno que ama pasar las tardes en los brazos de su novio contemplando como el sol se escondía bajo las nubes que celosamente le resguardaban de la vista de todos. Uno que ama la compañía de un niño revoltoso que robó su corazón e hizo hasta lo imposible por sacarlo de aquel hoyo en donde estaba. Uno que ama salir con sus amigos de la universidad, aquellos que le hicieron compañía cuando lo necesitaba con urgencia.
Era débil. Podía parecer fuerte por el exterior, pero en el fondo era débil.
Es débil.
Su vida pende de un maldito mísero hilo, vaya buena nueva.
¿De verdad iba a morir ahí? Qué decepcionante.
—Parece que la situación no mejora, eh.— habló el guardaespaldas que le ha estado acompañando desde que regresó a China.
MingHao no respondió a su intento de iniciar una conversación. Se sentía cansado, no solo físicamente, sino que emocionalmente también.
—¿MingHao?
—Quiero irme a casa.— fue lo único que pudo decir.
—Yo igual.— resopló frustrado— Yo igual…
—¿Por qué aceptaste este mísero trabajo?— restregó un nudillo de su mano derecha contra la comisura de su labio para limpiar la sangre que quedó en ella— ¿Ponerte en riesgo por alguien desconocido?
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-'̗❀ Lilili Yabbay ❀ ̖'-
Romans❝Bailando esto juntos... Mi mirada es sólo para ti...❞ Porque el trece de cada mes, independientemente del día, si este fuera un lunes o un sábado, había una demostración de baile en uno de los barrios más recónditos de Seoul. Y Jun siempre asistía...