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—¡L-lo siento!

La puerta la deslizó de golpe y salió despavorido.

Toono no había planeado comenzar su mañana con el blanquecino trasero de Akemi-senpai en pleno movimiento. Sus nalgas se agitaban al compás de su rítmica embestida, mientras que los testículos de su pareja se sacudían con cada empujón. Tampoco ansiaba grabar en su memoria sus caras de completo éxtasis y el líquido que chorreaba entre ellos.

Un suspiro escapó de sus labios.

«Si Akemi-senpai está ocupado, ¿quién podrá ayudarme?»

La noche anterior, en compañía de Yacchan, había despertado ciertas dudas. Toono giraba de un lado a otro de la cama sin poder conciliar sueño, y cuando veía la espalda de Yacchan, sus interrogantes empeoraban. Iban de preguntarse si sentía algo más que una simple amistad por Yacchan hasta el sabor de sus labios. Y, en el momento en que sus incertidumbres cruzaron la línea de todo lo inocente posible, se había aferrado a su almohada. Estuvo excitado y asustado a la vez.

Al descender al primer piso, se cruzó con una cabecita rosada muy ruidosa. Yuri iba dando grandes zancadas con sus auriculares a todo volumen. Como era de esperarse de uno de los alumnos más... extravagantes, no se le entendía el balbuceo al cantar.

Toono lo saludó y lo vio doblar en una de las esquinas.

«¿Yuri-senpai? Debo de estar desesperado como para preguntarle. Mejor busco a Shikatani-senpai. Creo que es uno de los más sensatos en el club».

De repente, una fuerza lo despidió contra el piso. Ambos terminaron adoloridos, aullando.

—Lo lamento —susurró él.

El golpe que le había proferido no fue del todo doloroso, más bien, fue el susto de que su cabeza se estrellara contra uno de los tachos de basura que dejó a Toono aturdido. Éste se frotó la contusión y alzó la mirada.

—Lo siento —repitió y estiró su mano.

—¿Fujisaki? ¿Por qué ibas tan rápido? —Toono la aceptó.

Una vez que estuvieron de pie, Fujisaki se disculpó por enésima vez. Le explicó que iba con prisa, pues corría detrás de Yuri para alcanzarlo. Era su rutina de todos los días.

«¿A eso no le llaman «acoso»?», pensó Toono, desconcertado.

—Yuri me dijo que estaba bien seguirlo a donde fuese. Dice que no le molesta y que haga lo que mi corazón dicte —murmuró contento—. ¿No crees que Yuri-kun es genial?

—Ahora que lo pienso, ustedes dos han estado frecuentando, ¿no es así?

—Yo diría que hemos hecho algo más que frecuentarnos —admitió Fujisaki con un rubor intenso—. Yuri-kun puede ser tan brusco y gentil conmigo. Él es perfecto y precioso.

Toono quedó pensativo y agregó:

—Fujisaki-kun, ¿cómo supiste que te gustaba Yuri-senpai? Pareces muy ensimismado con él.

Fujisaki se frotó la barbilla. Estuvo meditabundo por una fracción, y luego pio con seguridad:

—Cuando él me salvó ese día, supe que él era la persona indicada para mí. Sé que no sabía nada de él o si teníamos gustos en común, pero siento que hago un esfuerzo para conocer cada detalle de él. —Hizo una pausa e hiperventiló con perversión—. Sus calzoncillos huelen tan bien.

Toono tragó saliva con incomodidad y asintió.

—Si no sabes si tienen gustos en común, ¿cómo haces para que funcione su...? ¿Relación? Sea lo que sea que tengan.

—Supongo que no siempre hay un terreno común entre los dos y nunca lo habrá. P-pero Yuri-kun tiende a mostrar interés en cosas nuevas o simplemente me escucha. Yo también hago lo mismo por él. —Sus pupilas se agrandaron y su respiración se aceleró—. Yuri-kun es tan hermoso. Es como un ángel. Soy una basura a su lado.

«Pero Yuri-senpai habla como un chimpancé», creyó Toono, guardándose el comentario.

—Fujisaki-kun, ¿y no importa si Yuri-senpai es un... hombre?

—No importa si Yuri-kun es un alienígena o una zorra de nueve colas. Yo lo amaría por el simple hecho de ser mi Yuri-kun. —Fujisaki empezó a temblar—. Que me azote, que me escupa y que me haga todo lo que quiera en cualquiera de esas formas. ¡Mi Yuri-kun! ¡YURI-KUN!

—G-gracias, Fujisaki-kun.

—YURI-KUN, TE AMO.

Toono pretendió despedirse, pero Fujisaki empezó a chillar como descosido por su amor. Después se secó las lágrimas y continuó trotando por los pasadizos como si nada hubiese ocurrido.

«No fue lo que esperaba, pero algo es algo».

REPELÚSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora