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Los fluidos espesos se chorrearon por su miembro y recorrieron el largo de su muslo hasta terminar en el borde de sus calzoncillos. Yacchan sacudió su longitud y las gotas restantes cayeron sobre el abdomen de Toono.

—Y-yacchan, ¿por qué mi cuerpo se siente tan caliente?

Su ano palpitó y creó diminutas burbujas. Yacchan utilizó su índice para dilatarlo y trazó su yema por el contorno de su abertura. Toono dejó escapar un gemido por las caricias en su zona erógena y expulsó el semen que retenía en su recto, lentamente. Éste se deslizó entre sus nalgas y goteó sobre el escritorio.

—Yacchan —gimió Toono.

—Si pones esa cara, no creo poder controlarme.

Toono sonrió y abrió sus piernas. Yacchan podía ver los rasguños en sus muslos, las mordidas en sus hombros y su propia saliva por sus brazos. Sobre todo, esa deliciosa erección con pre-eyaculación.

—Entonces destrúyeme.

Su miembro se endureció ante el desafío.

Cuando la punta estaba rozando con la entrada carnosa de Toono, éste acercó a sus labios a su oreja y gritó:

—¡ESTÁ CLARO?

Yacchan se levantó de golpe y chocó su espalda contra el respaldar. Cuando abrió sus ojos de par en par, todos sus compañeros lo observaban. El profesor estaba cruzado de brazos al frente y espetó:

—Entiendo, señor Yaguchi, que las prácticas de fútbol pueden ser exhaustivas. Pero no es excusa para dormirse en mi clase. ¿Lo ha entendido? —Luego se volvió hacia el resto—. Copien lo que está en el pizarrón. Volveré con los ejercicios de la fotocopiadora.

Después de verlo marchar afuera, Yacchan estampó su frente contra la madera. El susto había hecho que su erección desaparezca.

«¿Qué mierda fue esa clase de sueño?».

—Yacchan —llamó Toono, y tocó su hombro.

Yacchan se sonrojó completo y se tensó. No podía mirarlo. No después de lo que sucedió en sueños.

—¿Todo bien?

Yacchan asintió en silencio y se cubrió su regazo con su chompa. La erección se hizo presente.

REPELÚSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora