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Estar en las montañas los había dejado a ambos con medianas quemaduras en los brazos y en el rostro. Yacchan se llevó la peor parte al haber ido con un polo liviano sin mangas.

Éste chilló.

—¿Podrías ser menos torpe? —refunfuñó Yacchan al sentir una punzada en su hombro. Volvió a aullar y apretujó sus puños de dolor.

—¿Podrías ser menos exagerado? —gruñó Toono—. Y deja de moverte para esparcir bien la crema.

—¿Te cortaste las uñas o pretendes apuñalarme? Mi piel es sensible.

—Si sabías que iba a hacer tanto calor ese día, ¿por qué no usaste bloqueador solar?

Yacchan raspó sus dientes y se cruzó de brazos.

—¿Ahora eres mi madre o qué? —ladró quejoso.

—No, pero parece que lo terminaría siendo si sigues actuando como un crío malcriado.

Toono se puso de pie de sopetón y fue a la cocina para traer el recipiente lleno de hielo. La depositó en la mesa y llenó la bolsa de plástico de un manojo. Se la ofreció a Yacchan. Éste suavizó su mirada y la aceptó.

—Lo lamen-... —Tosió y se corrigió—: No quiero discutir contigo. Gracias.

Toono asintió y una pequeña sonrisa brotó.

—Por un segundo parecíamos casados por largos años —rio.

Yacchan asintió tímido y pasó la bolsa por sus extremidades.

—¿Ya empacaste tus cosas?

—Sólo me falta un par de zapatillas y estaré listo para irme. Aunque no parezca, la semana se pasó corriendo.

Volvió a asentir.

—Pero vendré a visitarte —le aseguró Toono.

Visitarlo ya no era suficiente. Toono había vivido con él y fue maravilloso. Es sensato que no haya ocurrido nada de ámbito sexual hasta no estar del todo seguro si sus sentimientos eran claros, aunque su compañía y tener la oportunidad de conocerlo mejor lo habían dejado con el loco deseo de poseer más. Más de esos detalles que lo habían embelesado.

—Toono —susurró.

Se volvió hacia él con inquietud y dudas carcomiéndolo.

—¿Sucede algo?

Yacchan frunció ceño.

—No soy gay.

El corazón casi lo vomita del susto. Toono lo miró alarmado.

—Quiero decir, no lo sé. Sé que ya te había dicho que lo no era, pero... —Suspiró con fuerza—. Me siento bien contigo. A tu lado. No sé si hay una categoría para lo que soy o lo que siento.

—Escuché algo similar —admitió Toono—. También lo había meditado... Siempre quise tener una chica durante mis años escolares, tener un tonto romance como en los manga y llegar a casarme con ella.

—¿Cómo en los manga? —rio Yacchan.

Toono rascó su nariz y asintió apenado.

—Sí. Había imaginado que sería una chica gentil y muy femenina. —Miró de reojo a Yacchan y amplió su sonrisa ante la ironía—. Pero mi corazón eligió todo lo contrario.

—¿Crees que es un desperfecto? —musitó Yacchan. Deslizó su mano por el alfombrado y pegó su meñique contra el muslo de Toono.

—Un desperfecto perfecto —replicó y lo tomó de la mano—. Yacchan, no sé cuándo sucedió, pero yo...

Yacchan no podía creer que desafiaran su hombría de tal manera. Toono tomó una bocanada de aire para pronunciar lo que se había guardado durante tanto tiempo. Yacchan lo detuvo de un torpe beso. Sus labios fueron a estrellarse con dureza contra el canino de Toono y su nariz contra la mejilla.

—¡Demonios! —Retrocedió, y Yacchan se tocó los labios.

—¿Estás bien?

—Podría estarlo si mi cuerpo no estuviese quemado y nuestros labios... —Enmudeció.

—¿Es tu primera vez? Digo. Sé que coloqué los míos sobre los tuyos, pero nunca he besado a alguien como realmente se debe... —Se ruborizó y evitó ver a Yacchan.

—¿Y cómo se debe besar a alguien?

La pregunta lo tomó tan desprevenido que Toono se encogió de hombros y no pudo responder.

—Nunca lo he hecho, pero he visto en algunas porno cómo lo hacen —confesó Yacchan.

Después de todo, sí cargaba con videos para adultos. ¡Por supuesto! ¡Su teléfono!

—¿Q-quieres intentarlo? —preguntó Toono.

REPELÚSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora