La carta de platillos no indicaba las bebidas alcohólicas. Yacchan había buscado la lista en la parte frontal y posterior de ésta, pero sólo encontró los refrescos o bebidas calientes.
—¿Tomas?
Toono levantó la mirada del menú y lo colocó sobre la mesa.
—No, no mucho. He probado un litro de cerveza y un par copas de sake... —Se rascó la sien—. Pero fue una malísima idea.
—Creo que un litro no podría considerarse como un sorbo —rio Yacchan.
Otra vez esa dulce sensación de dio una voltereta a su pobre corazón. Cada vez que Yacchan se veía feliz, Toono sentía que explotaría de alegría. Su frenético latir lo mataría.
—¿Terminaste borracho?
—Peor que eso —garantizó Toono con pena—. Era el cumpleaños de mi tía.
—¿En frente de la familia? ¿Qué sucedió?
—Recuerdo que había una chica muy bonita y yo... Digamos que siempre he sido tímido. Mi tío me dijo que podía tomar y armarme de valor como todo un caballero de cuentos de hadas.
Yacchan apoyó su mentón sobre sus manos y lo escuchó con diversión.
—¿Pero el tiro salió por la culata?
Toono asintió avergonzado.
—Sí. Tomé tanto que, al aproximarme a ella, terminé vomitando a sus pies.
—Eso no fue tan malo... —replicó entre risas.
—Luego me oriné y se me escapó una flatulencia.
La carcajada fue audible hasta los comensales que estaban almorzando en los jardines del local. Yacchan golpeaba la mesa entre lágrimas. Toono se ruborizó de golpe.
—¡QUÉ VERGÜENZA! —aulló Yacchan, retorcijándose en su sitio.
—¡Yacchan! —amonestó Toono y se agachó en su asiento. Todos los observaban—. Estás siendo muy ruidoso...
Tranquilizarlo fue todo un reto. Cada vez que Toono hablaba, a Yacchan se le escapaba una burlesca risita. Inclusive mientras comían la lasaña y la pasta con salsa blanca que habían ordenado. Toono estuvo tentado en tirarle los panes con ajo en la cara varias veces.
—No puedo creer que todavía lo encuentres gracioso después de media hora —siseó Toono, y hundió la cucharita en su copa de helado.
—No te quejes. —Lo apuntó con su tenedor—. ¿Quién fue el que estuvo toda la noche despierto reparando a Rina? Todo gracias al inepto de su descuidado padre.
Toono arrimó su postre.
—¿Es en serio? ¿Me vas a chantajear por algo así?
—No es chantaje —replicó Yacchan. Dio otro bocado y agregó—: Chantaje es que te informe que serás mi piedra angular si no quieres que les diga a todos en el salón que te tiraste un pedo frente a tu primer amor.
Toono arrugó la nariz, disgustado.
—¿Tu qué?
—Búscalo en Google.
Bufó. Deslizó la pantalla e ingresó al buscador. Con cada línea que leía, más le costaba enfrentarlo con tal broma pesada.
«Si Yacchan sigue actuando así, entre frío y caliente, me dará un paro cardiaco», pensó Toono. Yacchan continuaba disfrutando de su tarta de frutas, y de vez en cuando, miraba a Toono con curiosidad.
—Ya que eres medio retardado, ¿debería explicártelo? —inquirió Yacchan, meciéndose en un aire amenazante y torpemente seductor.
—¿Me estás coqueteando?
—¡N-no! —ladró. Ahora era su turno de ruborizarse—. ¿Quién más querría ligarte? —Se trabó y escupió—: No eres feo. Tal vez un poco ingenuo y dulce, pero no necesito coquetear contigo. Quiero decir, no puedo. Si te gusto, no hace falta pedirle a un manzano por peras.
Toono arrugó la nariz.
—¿Qué? ¿Qué estás diciendo? ¿Manzanas, peras? ¿Entonces no te gusto para nada? ¿Yacchan?
Esa expresión de descorazonado total lo alborotaron. Yacchan chancó la mesa con los puños.
—¿POR QUÉ HACES TANTAS PREGUNTAS? ¿NO PUEDES VER CÓMO ME TIENES? ¿ERES IMBE-...? —Mordió su lengua y chilló—: ¡Mierda! ¡Quise decir bobalicón!
El rubor era intenso en todo su cuerpo. Yacchan traspiraba. Su declaración de amor debió ser romántica, no un completo caos. Su frente terminó sobre el mantel de cuadros.
—¿Yacchan?
Yacchan giró su cabeza para un costado, aún recostado sobre la mesa y suspiró.
—No me desagradas.
Estiró uno de sus brazos y llevó su índice al contorno de la mano de Toono. La tocó con la yema levemente y la frotó.
—M-me agradas... mucho.
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REPELÚS
Fanfiction▶ Historia Principal: Repelús ¿Existe alguna medicina lo suficientemente potente como para aniquilar ese desagradable sentimiento? Pese a haber deseado ahogar a esa vocecilla que hacía que su corazón martille, Yacchan ha aceptado que padece de una e...