—¿Y tu familia lo sabe?
De otro sorbo de té, Yacchan negó con la cabeza. No había pensado hablar con su familia sobre lo que había estado ocurriendo en estas últimas semanas. Sinceramente, no sabría por dónde comenzar a explicarles todas esas nuevas sensaciones que se había permitido experimentar. La gama era tan colorida que, no le cabía en la cabeza la posibilidad de hacerlo con simples palabras.
—¿De qué manera le puedes explicar a alguien que estás enamorado?
Toono casi escupe su bebida, y su corazón quiso explotar. Se volvió hacia Yacchan con una mirada de adoración total y una tímida sonrisa de complacencia. El rubor también se hizo presente.
—¿Cómo puedes coquetearme de forma tan directa? ¿No te da vergüenza?
—Después de lo que hemos hecho, mi sinceridad debe ser la menor de tus preocupaciones, tonto.
—¡Yacchan! —le amonestó rojísimo hasta las orejas.
Desde que tuvieron aquel contacto físico con Toono, hubo un cambio drástico a toda la dinámica que habían tenido desde que se conocieron. Los insultos cesaron por completo, Yacchan pretendía ser menos amable cuando alguien le irritaba o si la situación lo ameritaba. No se aguantaba. Era como si su verdadera personalidad estuviese deseosa de liberarse por completo de la sombra de Kashima. Y, con cada pequeño paso que daba, estaba funcionando.
Además, el tiempo que compartían era constante, sea en el salón o en actividades extracurriculares. Si Yacchan era incluido en alguna reunión o fiesta, Toono también debía de estar ahí, cuando podía. Eran un equipo.
Los besos y las pervertidas caricias tampoco dejaron de llover. En una ocasión, Toono había llegado con una bufanda amarrada al cuello y se excusó con un terrible resfriado, pese a estar a más de 20 grados Celsius. Yacchan también fue incriminado ni bien se desnudó en los camerinos, luego de practicar con sus compañeros.
»—Deberías comprarle un limador de uñas a tus gatos. Si siguen así, te sacarán un ojo —le advirtió Daiki al observar la espalda de Yacchan rasguñada.
»—Es un gato muy travieso —había contestado, apenado.
Pero, aunque quiera negarlo, la gente no es del todo idiota. La interacción que tenían en público no pasaba de ser desapercibido. Al principio solo sus amigos del equipo de futbol notaban las visitas de Toono después de las prácticas, el sinfín de veces que Yacchan se alejaba del grupo para colgarse de los hombros de Toono, cuando compartían la merienda, cuando Yacchan traía la cara más amenazante cuando se acercaban a Toono con otras intensiones, y si tenían suerte, los veían jugarse de manos cerca del viejo almacén de deportes.
Los rumores incrementaron, y se empezó a decir que ambos eran demasiado cercanos.
»—¿Yaguchi está saliendo con el chico nuevo? —Escuchó una vez en el patio al finalizar las clases.
»—No lo sé, así dicen algunos chicos. Sabemos que Toono está en el taller de fotografía, y se supone que podríamos interactuar con él, haciendo... Tú sabes. Pero Yacchan siempre anda cerca. La otra vez le destrozó la nariz a uno de los muchachos.
»—¿Acaso son pareja? Si no están saliendo juntos, nos da tanto derecho a nosotros como a él de tener un poco de diversión. No es justo.
»—Tienes razón, ¿qué se ha creído? Solo porque es el mejor jugador de futbol de la escuela piensa que puede hacer todo lo que quiera. ¿Por qué actúa así? No me gusta el Yacchan de ahora.
Una patada en la espalda fue la respuesta a todas las interrogantes que tenía aquel chico. Yacchan había salido de su escondite, y cargaba con una expresión rabiosa. De otro golpe limpio, los hizo salir corriendo por sus vidas.
»—No me gusta el Yacchan de ahora —remedó con una voz más aguda—. ¡Bah! ¿A quién mierda le importa lo que a ti te guste, pedazo de estiércol?
Los insultos y el rechazo a su verdadera personalidad también comenzaron a ser otro problema, muy aparte del leve acoso que recibía Toono. Aquella dulce voz y careta que lo acompañaban desaparecían con cada amanecer. Todavía recordaba cuando le importaba agradar a todos; y como había dicho Toono, era imposible. Alguien siempre va a tener motivos para aberrarte, así sea por la simple razón de respirar el mismo aire.
—Toono, quería preguntarte algo.
—¿Por qué lo dices así? Suenas tan serio —rio—. ¿Qué cosa?
—¿Quisieras venir a la casa de mi familia el sábado?
Toono enmudeció y lo contempló boquiabierto.
—Mi prima va a tener su primera actuación escolar y mis tíos quieren hacer una pequeña reunión para conmemorar su papel principal como una princesa guerrera —aclaró Yacchan—. Pensé que sería una buena oportunidad para que conozcas a mis padres, si te animas, claro.
—Pero, Yacchan...
—Cenaremos juntos y tendremos una pequeña estación de postres.
Toono suspiró derrotado, una pequeña sonrisa avecinándose.
—Lo haces ver como una especie de soborno para que te acompañe —replicó alegre.
—¿Me puedes culpar? Quiero que vengas y... te presentes —admitió Yacchan.
Ese sentimiento por poco lo derrite. Toono sintió esa felicidad desbordándose desde su interior, y buscó la mano de Yacchan para tomarla y apretujarla a su antojo. Yacchan la sostuvo y lo envolvió en un abrazo.
—Entonces, ¿vendrás? Quiero que ellos sepan, Toono, que estamos saliendo.
La pregunta nunca fue directa, si eran novios o no, pero las acciones fueron suficientes. Toono buscó su rostro y le ofreció un dulce beso en la mejilla.
—¿Podemos llevar a Rina?
Yacchan bufó.
—¿Quieres que se rían de ese estúpido huevo?
Toono le dio un codazo.
—Te recuerdo que falta una semana para que el proyecto se termine, y falta llenar ese álbum de fotos. Quieras o no, tenemos un deber que cumplir, porque...
Yacchan se le abalanzó y lo hizo callar con un hambriento beso.
—¡Yacchan! —gimoteó con la respiración entre cortada, pataleando sobre la alfombra.
—¿Te preocupa el proyecto? Ya cállate, y relájate. Haré que pienses en algo mejor.
Antes de que Toono pueda protestar, Yacchan ya se había desabrochado el pantalón.
—¿No le darás a mi mano un descanso?
—Cuando quieras usar la boca, lo pensaré.
—¡Yacchan, eso no es justo!
Y de otro beso, Toono no se resistió más.
ESTÁS LEYENDO
REPELÚS
Fanfiction▶ Historia Principal: Repelús ¿Existe alguna medicina lo suficientemente potente como para aniquilar ese desagradable sentimiento? Pese a haber deseado ahogar a esa vocecilla que hacía que su corazón martille, Yacchan ha aceptado que padece de una e...