Perversa Situación

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Jamás me había parecido divertido estar en un auto con tu padre ¿por que? existía una gran tensión, por eso preferiría mucho estar con mi madre en estos momentos aunque la odiará.

Sabía aquel camino que estábamos tomando, La madriguera se hacia notar cada vez que avanzábamos, lo cuál me hacia un gran revoltijo en el estomago. Tenia miles de dudas en la cabeza, ¿sera tan horrible? ¿dormire en el suelo? Preferiría estar muerta en estos momentos.

—Hemos llegado.—dijo mi padre para poder aparcar el coche y salir sin decir nada más, tomando mis cosas y llevarlas a lo que sería mi humilde hogar por unos días.

Ni siquiera me molesté en salir, tomé unas pequeñas revistas que había traído conmigo para distraerme un rato. Los weasley estaban bajando todas sus cosas que no me apetecía entrar a esa cosa que decían llamar hogar, de ninguna manera.

—Debes bajar, no es tan malo como tú crees—Hace un tiempo que había escuchado aquella voz y no estaba mintiendo, Ron Weasley se encontraba frente de mí sonriendo.

—Es cómodo estar aquí—susurré posando nuevamente mi mirada hacia las revistas

—Tú padre esta histérico, esta pensando en venir a buscarte pero no quiere armar un escandalo—dijo ron tomando un poco de aire

—Sabes que no me agrada estar aquí ¿no?—comente con demasiada sinceridad cosa que no le sorprendio en lo minimo a aquel pelirojo

—Lo sé, pero tu padre no se merece esto. Vas a dañarlo tú también ¿no fue suficiente ya?—dijo con recelo ron mientras tomaba un largo suspiro y se marchaba.

Aquello si que me había caído como un balde de agua fría, sentía como mi pequeño plan caía poco a poco. Mi padre sufría, y yo lo notaba pero no quiero estar aquí es demasiado egoísta, pero que acaso no podía entenderlo. En toda mi vida jamás convivi con los Weasley no que yo recordará, a mi madre no le era demasiado fácil digerir la idea de verme relacionarme con aquella familia, y ahora no pensaba hacerlo.

—Demonios—exclamé molesta, mientras tomaba mi sudadera y cerraba fuertemente la puerta del automóvil—Patética, y mil veces patética—caminaba lentamente hasta llegar a aquella puerta que hace unos momentos habia cruzado ron.

No tenía miedo, ni siquiera una pizca de vergüenza. Estaba agotada, y no pensaba tener una discusión con mi padre ahora. Quería descansar y sabia perfectamente que loa sillones del automóvil no servirían de mucho, así que tenia dos opciones

1.- Dormir en el granero, corriendo algún peligro

2.-Dormir en alguna habitación de La Madriguera

Y para mi mala suerte había optado por la segunda, en el momento que me adentre mis fosas nasales se fueron obligadas a oler aquel aroma que mi madre seguro estallaría a gritos. Comida de Los Weasley, mi madre aborrecía todo de esa familia, no entendía demasiado su porque y no era algo que me importará.

Según mi padre, la madre de las comadrejas preparaba esquisitos platillos teniendo en cuenta que no tenían los demasiados recursos, aún así lograba realizarlos sin problema.

Miraba sin vergüenza todo a mi paso, cuadros de todos los weasley alrededor de algunas cuerdas en un aspecto no favorable, las paredes de un color amarillo que no estaban tan mal, las pequeñas escaleras que seguramente chillaban cuando las pisabas y no olvidar el pequeño sillón donde se encontraba mi padre en estos momentos observándome.

—Has decidido entrar—exclamó mi padre mientras me observaba con detenimiento intentando buscar alguna mueca en mi rostro

—Estoy cansada, y solo quiero dormir—sentencie, tomando mis cosas.