2. Miracle.

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El día que la conoció, Reborn juró haberse equivocado de bar.

Aquella noche Colonello había tenido la solicitud de parte de un importante mafioso y el lugar se vio reservado por la semana siguiente a esa. Sin embargo, el asesino era bienvenido fuera donde fuera (por puro interés y aunque no fuera así, de todos modos no había Dios que le sacara del lugar de todos modos), es por ello que disfrutó en silencio de las bulliciosas fiestas de aquel grupo y se deleitó con el hipnótico bailar de la joven veinteañera.

Mentiría si dijera que en un principio no se interesó en ella, incluso cabría decir que intentó acercarse a Nana, pero la señorita no dudó en rechazarlo ni por un segundo. Luego de eso sus encuentros se hicieron casuales, sus hogares se encontraban extrañamente cerca el uno del otro y usualmente acababan por encontrarse en sus caminos de regreso.

Fue así como supo del niño.

Sawada Tsunayoshi era el fruto de una relación prohibida entre la joven y un amante desconocido, el escándalo la hizo escapar e inmediatamente después del nacimiento del niño encontró a alguien que la sumergió en el mundo que rodeaba a la mafia.

El barrio rojo la reclutó como stripper. Una mafia la adoptó como bailarina y antes de darse cuenta rondaba por las oscuras calles huyendo del heredero de todo.

Menudo drama que era su vida...

¡¡¿Pero él que pintaba allí?!!

Empezaba a dolerle la cabeza.

Reborn miró abrumado la carta junto a la canasta y luego regresó su atención al pequeño, quien se removía en su regazo completamente inquieto. La criatura deslizaba sus redondos ojos por toda la habitación, probablemente buscando a su madre.

A la irresponsable mujer que acababa de dejarlo con un asesino peligroso.

Suspiró.

—Le diré a Fon que te encuentre un hogar —anunció atrayendo la atención del niño—. Él se asegurará de que estés bien cuidado... Si tienes suerte, incluso podrías acabar creciendo con el sobrino de ese demente, es un niño un poco más grande que tú, pero...

Hibari Kyoya...

Hibari-demente-Kyoya.

Si quería que esa cosa estuviera a salvo (por un favor mal pedido), entonces quizá debería solicitar la ayuda de Aria...

Pero Aria era muy molesta, entonces quizá Lal... No, pero ella ya tenía al pendejo de Colonello.

¡¡Era tan difícil!!

Bah, se lo dejaría todo a Fon después de todo.

Escuchó el timbre resonar por la estancia y seguidamente un golpe en la puerta antes de que esta fuera abierta, mentiría si negara la molestia que sintió ante ese hecho y maldijo en silencio a dos de sus tres lacayo...

También un poco a G, por venir con ellos y no reñirles.

Skull y Lambo sonrieron complacidos mientras Bianchi los observaba con orgullo.

—Ustedes...

—¡Mis lindos aprendices! —celebró la chica, ignorando con descaro al irritado asesino— Necesitan más práctica, pero por ahora tienen un aprendizaje bastante...

—Tus conocimientos siempre han sido bastante random, querida hermana —opinó el pelirrojo—. Pero podrías hablar de ellos más tarde, hay alguien aquí que no luce feliz de vernos.

Los más jóvenes miraron a Reborn, quien lucía exactamente como lo había dejado más temprano. Una sonrisa se deslizó por sus rostros y Skull palideció mientras G se resignaba a ver el mundo arder.

—Ha sido él quien nos ha llamado —recodó la chica con cinismo—. Su felicidad es lo que menos nos importa.

—Si tanto le disgusta vernos, entonces que no lo haga —apoyó Bovino—. Que resuelva sus problemas por sí mismo.

—Es su culpa, de todos modos —siguió la Gokudera—. ¡Teniendo a su disposición a una hermosura como yo, escogió irse con una...! ¡¡Una zorra!!

—Bianchi, no hables así de las personas —riñó el hermano de la joven—. Si nuestro padre te escuchara...

—¡Más importante que sus dramas sin sentido! —protestó el lacayo N° 1 con los ojos en el regazo del asesino— Senpai, ¿puedo preguntar qué es...?

—El producto de ser amable —suspiró cansado—. Es por cosas como estas, lacayo, que jamás seré bueno con nadie. Nunca más cometeré ese error.

El motociclista y el arquero se miraron entre ellos sin entender, los adolescentes bufaron incrédulos.

G decidió decir lo que nadie se atrevía.

—¿Siquiera sabes el significado de esa...?

Se levantó con el niño en brazos y dio tres pasos en su dirección, el pelirrojo retrocedió negándose a admitir lo asustado que se encontraba de esas dos cosas. Del niño y del asesino.

Finalmente Reborn cambió de objetivo y le entregó la criatura a Lambo.

—Llévate esa cosa, no quiero verla en mi vida —sentenció—. Le he dejado un mensaje a Fon e irá a buscarlo a tu casa cuando regrese de China en una semana.

—¿Fon-senpai ya acabó el papeleo? —el interés se dejó ver con demasiada claridad, la picardía acudió a los ojos negros del asesino— Yo... ¡No me mire así, senpai! Verde-san, Viper-senpai, Lal-senpai y Colonello-san han estado curiosos y... Fon-senpai sólo se comunica con usted, nosotros... Bueno, ellos...

—Ni siquiera he dicho algo —se burló—. Las cosas referente a la bestia de Kyoya están listas desde hace un mes.

—Es una lástima lo que le ha pasado a ese niño —opinó G—. No sé qué sería de Hayato si nosotros...

—Sí, sí, no me importa —miró a Lambo con insistencia—. Tengo trabajo atrasado, largo de mi casa y no regreses hasta que el niño se haya ido a China, Japón o donde sea que lo manden.

Sin más que decir salió, dejando a los chicos dentro de su hogar, con la carta de Nana a plena luz del día (aunque en realidad ya era pasada la medianoche y Lambo estaba fugado de casa, por lo que en su regreso G tendría que explicarle a los Bovino lo que andaban haciendo y el por qué de un bebé en sus brazos). Todo demasiado abrumador para ser vivido en un solo día.

Sí.

Lo que sucediera con Tsunayoshi no era ni su problema ni su responsabilidad, Nana sólo era irracional y él era demasiado inteligente como para dejarse arrastras por la corriente.

Definitivamente no... No se dejaría llevar, ¿verdad...?

Small MiracleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora