capitulo 6

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¡Capitán! La muchacha de la que le hablé debe estar escondida en la bodega o en uno de los camarotes.

-¡Al diablo, no tenemos mucho tiempo! Busquen en todo el barco, pero rápido.
Elsa temblaba de miedo, y deseaba morir. - ¿Por qué, por qué no nos habrá dado un arma el capitán? -susurró, retorciéndose las manos.
-No esperaba que perdiérarnos la batalla -respondió Hada en voz baja-. Pero no te preocupes, Elsa. Diré al jefe que puede obtener una gran fortuna si te entrega sana y salva al conde de Berk. El conde seguramente pagará lo que le pidan. Es francés y un hombre honorable.
- ¡Pero son piratas, Hada! -gritó Elsa -. ¡Nos matarán!
-No, pequeña. No nos matarán sin razón, y no demuestres que estás asustada cuando nos encuentren. Finge que no sabes inglés. Yo hablaré por ti. Y, por Dios, no pierdas los estribos con estos hombres -advirtió Hada-, si lo haces, pensarán que no eres una dama bien educada y rica.
-Estoy demasiado asustada corno para enojarme. -Bien, Ahora debemos rezar porque su voracidad de riqueza sea más poderosa que su lujuria.
-No comprendo, Hada.
-No importa, ma chérie -replicó Hada, pero su voz traicionaba su preocupación-. Recuerda que no debes decir nada.
La risa y el ruido se hicieron más fuertes cuando los hombres se acercaron a la puerta del camarote.
-No está en la bodega, capitán, y los otros camarotes están vacíos.
-Echen abajo la última puerta replicó una voz profunda muy cerca del camarote, y los golpes comenzaron de inmediato.
-¡Dios mío!

-Ahora, cállate -dijo rápidamente Hada-. ¡Recuerda que no debes hablar en inglés.

Elsa estaba aterrorizada. Estaba segura de que ese día moriría, y Hada no podría hacer nada por impedirlo. Unos momentos después, la puerta cedió, y Elsa gritó al ver a los hombres barbudos y sonrientes.
-¡Dios mío, qué hermosas son las francesitas! -dijo un marinero de baja estatura con un parche sobre un ojo.
-Sí, compañero, hoy daría cualquier cosa por ser el capitán.
-¿Dónde está su Capitán? -Preguntó Hada.

-Pronto lo verás, mujer -dijo uno de los hombres, conduciéndolas fuera de la cabina.

Elsa evitó mirar los cadáveres de la tripulación de "Canción del Viento,, al cruzar la cubierta y pasar al otro barco. Hada iba junto a ella, rodeándole la cintura con un brazo para protegerla.
El barco pirata era de tres mástiles, y aproximadamente del mismo tamaño que "Canción del Viento", pero los hombres de la tripulación parecían salvajes. Dejaron la tarea que estaban realizando y miraron fijamente a Elsa. Algunos no usaban camisa otros sólo camisetas cortas para cubrir el torso desnudo, y todos iban descalzos. Muchos llevaban aros de oro en las orejas, Y todos eran muy barbudos.

-Exijo ver a su capitán -dijo Hada al hombre que las había llevado al barco pirata.
Otro hombre saltó desde la cubierta de "Canción del Viento' y las saludó.
-De manera que hablas inglés -dijo-. Bien, al menos ahora sabremos quién eres.
Era un hombre muy corpulento, y Elsa se sentía pequeña y frágil junto a él. Estaba acostumbrada a ver hombres de su propia estatura o más bajos que ella.
Pero este hombre medía por lo menos un metro ochenta y su pecho era muy amplio. No era grueso, pero sí muy musculoso, y esto se veía claramente en sus brazos desnudos. Su cabello castaño era corto, sólo llegaba a sus hombros. Pero la barba espesa cubría totalmente su rostro y le daba un aspecto siniestro, peligroso. Elsa se estremeció.

-Bien, ¿qué has descubierto, Kristoff?
El que había hablado era el hombre de voz profunda, que parecía estar al mando de los demás. Saltó a cubierta tras ellos.
-Hablan inglés, Jack; al menos la vieja.
Jack se había situado detrás de Elsa, y ella se volvió para mirarlo. Lo que vio la asustó, porque este hombre era aún más alto que el otro, ¡Era realmente un gigante! Estaba a pocos centímetros de ella y Elsa tenía que levantar la cabeza para ver su rostro. Sus ojos eran de un increíble azul pálido, y una larga y delgada cicatriz comenzaba en la mitad de la mejilla derecha y llegaba hasta su barba.
Elsa miró unos momentos la cicatriz, y los músculos se pusieron tensos y sus ojos helados. La tomó por un brazo, causándole dolor, y la obligó a caminar por la cubierta.
-¡Monsieur, espere -gritó Hada-. ¿Dónde la lleva?
El hombre se volvió y sonrió frente,
-A mi camarote,madame, para hablar con ella. ¿Tiene algo que objetar?
-¡Por supuesto!

Amor PirataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora