capitulo 23

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  Elsa pasé el resto de la mañana y la mayor parte de la tarde discutiendo consigo misma. Hasta olvidó bajar a almorzar. Pero finalmente decidió que no tenía nada que perder si confesaba todo a Jack, y sí mucho que ganar. Echaba de menos su sonrisa perezosa y la risa alegre que iluminaba sus ojos. Echaba de menos el encanto de Jack y especialmente su ternura.
Quería recuperar al viejo Jack. Ahora se sentía feliz con la idea de que tendría a su hijo y, extrañamente, deseaba que él compartiera su felicidad. No sabía por qué de pronto era tan importante para ella que Jack volviera a ser el de antes. Pero Elsa salió de la habitación con la fuerte sensación de que podría lograr que él le creyera, y que se arreglarían las cosas entre los dos.
Bajó corriendo la escalera y, al no ver a nadie en el vestíbulo, se asomó a la puerta del fondo.
Jack oyó bajar la escalera a Elsa desde el sofá junto a la chimenea. Se incorporó y la vio salir por la puerta del fondo. Comenzó a seguirla, pero se detuvo al oír ruidos en el patio del frente.
Elsa también oyó el ruido, pero antes de que pudiera ir a investigar, vio a unos hombres que cruzaban corriendo el patio y seguían camino hacia el pueblo. Frunció el ceño porque los hombres eran desconocidos. Luego oyó una aguda voz femenina en el salón.
-¡ Jack, mi hermoso lobo de mar, apenas te reconocí! De manera que te has afeitado la barba. Me gusta... siempre supe que me gustaría.
-Hace tanto tiempo que no nos vemos, Anna dijo Jack afectuosamente.
Elsa se volvió, confundida, y vio a una mujer con desordenados rizos cobrizos que caían a su espalda. Estaba vestida como un hombre, Pero sus pantalones estaban cortados más arriba de las rodillas, y mostraban desvergonzadamente unas largas y bellas piernas. Hasta llevaba una espada colgada en la cadera, y también un largo látigo. Estaba parada con actitud orgullosa en medio de la habitación, mirando a Jack.
-¡Dios mío! Apenas puedo creer lo que has hecho con esta vieja casa. Si no te conociera mejor, pensaría que aquí hay un toque de mujer -prosiguió la pelirroja-. ¡Qué hijo de perra! No habrás traído aquí a esa viuda, ¿verdad? ¿O finalmente te convenció de que te casaras con ella?
-Basta, Anna -la interrumpió Jack, al ver a Elsa parada en la puerta del fondo Merida no está aquí, ni ha estado nunca.
-Muy bien. De esa manera pierde ella y gano yo -rió Anna-. Hace mucho que tenía deseos de pasar algún tiempo sola contigo. Nos encerraremos durante días en tu cálido dormitorio, ¡y al diablo con mi tripulación!
-No has cambiado -rió Jack -. Eres tan inmoral como siempre.
-A ti no te gustaba de ninguna otra manera, ¿verdad, mi amor? Ahora quiero que me saludes como me merezco antes de que comience a pensar que te has gastado con esas rameras del pueblo.
Elsa tenía un nudo en el estómago, y sabía que no era por los movimientos de su hijo. La mujer de cabellos cobrizos echó los brazos alrededor del cuello de Jack y acercó su boca a la de él. Lo besó apasionadamente, y... él disfrutaba de ese beso, lo devolvía de muy buena gana.

Cuando alguien le tocó el brazo, Elsa se estremeció, se volvió y vio a un hombre de aspecto rudo con una brillante cabeza calva. No llevaba zapatos, y sólo una camisa abierta cubría en parte su pecho desnudo. Elsa reconoció de inmediato la expresión en sus ojos oscuros.
-Sabía que tendría que esperar mucho tiempo en el pueblo, de manera que vine aquí a pedir algo de comer, y mira con qué me encuentro. -Hablaba más para sí mismo que para Elsa mientras sus ojos recorrían el cuerpo de ella-. ¿Hay otras como tú por aquí, o tendré que compartirte con los otros marineros?
Elsa se preguntó si Jack se molestaría en rescatarla esta vez, o si estaría demasiado ocupado en la otra habitación... Decidió tratar de razonar.
-¡Monsieur, estoy encinta! ¿Sin duda usted puede verlo, verdad?
Él la obligó a acercarse, con una sonrisa de lujuria en sus labios.
-¡Lo que veo es mucho mejor que cualquier otra cosa que haya visto en el pueblo! Hace mucho que no estoy con una mujer blanca.
-Déjeme, monsieur, o gritaré -dijo rápidamente Elsa subiendo el tono de voz.
-Bien, espero que no hagas eso, porque podrías molestar a mi capitana. A ella le gusta ver cómo los demás se divierten, pero creo que ahora se está ocupando de ella misma.
Elsa se liberó de la mano de¡ hombre y echó a correr, pero cuando el hombre comenzó a perseguirla Jack lo vio. El hombre se abalanzó sobre Elsa y la tomó por un brazo para atraerla nuevamente hacia él. Ella gritó con voz aguda, pero Jack ya estaba allí. Apartó al hombre de Elsa, y se interpuso entre los dos.
La pelirroja había seguido a Jack, con una máscara de furia en el rostro. Pero antes de que pudiera decir nada, el enorme puño de Jack descargó sobre el rostro del hombre, que cayó al suelo con la nariz fracturada. Mientras el hombre se llevaba la mano a la nariz, la sangre manaba entre sus dedos y corría por su pecho desnudo. Sus ojos estaban llenos de terror al mirar a Tristán.
-¡Maldito seas, Jack! -gritó la mujer llamada Anna-. ¡No tienes derecho a tratar así a uno de mis hombres! ¿Te has vuelto ... ?
Se interrumpió bruscamente al ver a Elsa. La gran habitación se llenó de un ominoso silencio mientras las dos mujeres se miraban por primera vez, y los turbulentos ojos verdes de Elsa se encontraron cm los ojos gris acero de la otra mujer.
-¿Quién es? -preguntó Anna. Jack rió y dijo.
-El nombre de esta señora es Elsa.
Anna se puso furiosa,
-¡Al diablo! ¡No me importa su nombre! ¿Qué hace aquí? Y si mi hombre la desea ¿Por qué lo detuviste?
Jack entrecerró los ojos.
-Eso podría haberse evitado, Anna, si me hubieras dado oportunidad de hablar antes. Ahora, en cambio, se lo diré a tu hombre. -Se volvió hacia el hombre, y sus ojos parecían de hielo.- Como en tu cara hay una prueba de mis palabras, el mensaje tendrá más peso viniendo de ti. Elsa no es la única mujer blanca que hay en la isla. Hay otras... Su madre y su vieja criada... y está prohibido tocarlas. Pero esta, especialmente, está a mi cuidado -dijo, señalando a Elsa -. Mataré a cualquiera que se le acerque. Trasmitan mi advertencia a todos sus compañeros ¡y será mejor que presten atención a lo que digo!
El hombre logró ponerse de pie y salió lo más rápidamente que pudo por la puerta del fondo.
-¿Qué quieres decir con eso de que está a tu cuidado? –preguntó Anna con el cuerpo rígido de furia.
Elsa habló antes de que Jack pudiera responder, con una media sonrisa en los labios.
- Jack fue muy amable al elegir las palabras, mademoiselle. Debería haber dicho que soy de su propiedad.
-¿Se ha casado contigo? -preguntó Anna, asombrada.
-No.
-¡Entonces eres una esclava! -rió Anna-. Tendría que haberlo sabido.
-Una esclava con pocas obligaciones, mademoise -le sonrió Elsa -. En realidad, sólo sirvo a Jack en la cama.
Elsa salió de la habitación sin volver a mirar la expresión divertida de Jack. Había ganado muy poco con lo dicho a esta mujer, excepto que ahora estaba furiosa con Jack. Pero, ¿cuánto tiempo duraría eso? ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que él volviera a besarla?
Anna era hermosa, y sus formas eran esculturales. Ahora que Elsa había perdido su figura esbelta, ¿ Jack acudiría a Anna para satisfacer sus deseos? Elsa le había dicho muchas veces que buscara otra. ¿Seguiría ahora su consejo? ¿Le diría que saliera de su habitación para poder compartirla con esa mujer de cabellos cobrizos? ¿Y por qué este pensamiento la lastimaba tanto?
Elsa se volvió hacia la izquierda al llegar a lo alto de la escalera en lugar de ir a su propia habitación, se detuvo un momento a mirar con expresión ausente por la ventana la pequeña jungla verde de la terraza. Ahora se abrían allí las flores del verano, con formas y tamaños diferentes sobre el fondo verde.
Se preguntaba por qué Thomas no le habría traído su fruta ese día, y por qué la casa estaba tan vacía cuando ella bajara las escaleras, más temprano. Al menos una de las dos criadas nativas solía estar cocinando en esos momentos, y siempre se veían miembros de la tripulación de Jack descansando en el comedor. ¿Dónde estaban todos?
De pronto Elsa temió que su madre no estuviera tampoco en la casa. Recorrió apresuradamente la pequeña distancia hasta la habitación de Idun y abrió la puerta, sintiéndose aliviada al ver a su madre mirando por la ventana.
-Al menos tú estás aquí -suspiró Elsa.
Idun se apartó de la ventana, con gesto preocupado.
-Vi a unos hombres que corrían hacia el pueblo.
-Sí, yo también los vi. Parece que tenemos visitantes -dijo secamente Elsa mientras acercaba una silla a la de su madre-. Pero, ¿dónde están todos? Cuando bajé hace un rato, encontré la casa vacía.
-Eso fue obra de Jack -replicó Idun con cierta irritación-, Cuando bajé esta mañana, después de la conversación que tuve contigo, me pidió a mí y a todos los demás que nos fuéramos de la casa.
-¿Por qué habrá hecho eso?
-Dijo que quería estar solo, pero actuaba de forma muy extraña. No nos ordenó que nos marcháramos; lo pidió cortésmente. Yo no entendía por qué había cambiado así -dijo Idun-. Pero, de todas maneras, las criadas fueron al pueblo con Rapunzel a visitar a sus padres, y Flynn llevó a Hada a mostrarle la casa que está construyendo. Yo no tenía ganas de salir, de manera que vine a mi habitación, cuando vi a esos hombres, tuve miedo de bajar, porque podría provocar la ira de Jack.
-Así habría sido, porque lo habrías perturbado -replicó Elsa.
-Entonces ¿le dijiste la verdad? ¿Ahora todo irá bien?
-No, mamá. No estaba atendiéndome a mí, sino a la capitana de esos hombres que viste.
-¿Una mujer manda a esos marineros tan rudos? -preguntó Idun con sus ojos verdes muy abiertos.
-Sí, y es muy hermosa. La oí hablar con Jack. Hace mucho tiempo que la conoce, según parece, y fueron amantes. Ella sólo vino para estar con él -relató tristemente Elsa.
-Aunque lo que digas sea cierto, olvidas que Tristán te desea a ti -le recordó Idun.
-Ya no; le vi besarla, mamá. Le gustaba. Y mírame a mí. ¿Crees que podría elegir mi cuerpo sin forma cuando tiene cerca el esbelto cuerpo de ella?
-¿Piensas capitular? Admitiste que lo deseas. Entonces, ¡lucha por él!
-No tengo con qué luchar.
-¡Vas a darte un hijo! Dile la verdad.
-Eso pensaba hacer, pero ahora es demasiado tarde, porque ella está aquí. El pensará que miento... que tengo celos de ella.
-¿Y es así? -aventuró Idun con suavidad-. ¿Estás celosa de esa mujer?
-Tal vez. Me enfureció que él la besara. Me sentí enferma. Pero es sólo porque hace demasiado tiempo que Jack sólo está conmigo.
-¿Es esa la única razón?
-Ay, basta, mamá. No le amo, si eso es lo que quieres hacerme admitir. Hay muchas clases de celos... no sólo los del amor.
-¿Qué piensas hacer?
-Sé que Jack me pedirá que deje su habitación esta noche para poder compara con ella. Me gustaría poder quedarme aquí contigo, mamá.
-Por supuesto que puedes quedarte conmigo. No hacía falta que lo preguntaras -replicó Idun-. Pero creo que te equivocas.
-No, no me equivoco, mamá. Aún no has visto a esa mujer. Jack no podría resistirse a ella aunque lo deseara. Vendré directamente aquí después de la cena. No le daré la oportunidad de que me pida que salga de su habitación.
Elsa se sentía abatida, pero no se bahía resignado totalmente a renunciar a Jack. Seguía oyendo las palabras de su madre: Tú lo deseas, entonces lucha por él, pero tenía pocas armas para luchar. Todo lo que podía hacer era poner especial cuidado en su cabello y su ropa, y eso hizo antes de la cena.
Eligió un vestido de brocado blanco y dorado que, había terminado recientemente. Era un vestido especial que había hecho para la celebración de las bodas, pero que no había podido terminar a tiempo, y que nunca se había puesto todavía. El escote cuadrado de¡ vestido era muy bajo y revelaba sus pechos henchidos. Las mangas eran largas y anchas, fruncidas en las muñecas, con aberturas que dejaban ver sus brazos desnudos. El vestido no tenía cintura, para acomodarse a sus formas redondeadas, y la tela se fruncía bajo sus pechos con cintas doradas.
Hada volvió y la ayudó a peinarse, mientras daba su opinión sobre la mujer capitana. Hada, como Idun, pensaba que Elsa no tenía de qué preocuparse, pero ella no podía olvidar el hecho de que en esos momentos Anna estaba abajo con Jack.
Con los cabellos trenzados y recogidos alrededor de la cabeza con cintas doradas, Elsa se preparó para enfrentarse a lo que vendría. La complació ver que los grandes pliegues del vestido ocultaban sus formas.
Cuando Hada abrió la puerta del dormitorio, se oyeron risas que venían desde abajo. Elsa reconoció claramente la risa de Jack, y sintió un dolor en el corazón. Envió a Hada antes, porque necesitaba unos minutos para recuperarse y borrar las preocupaciones de su mente. Una vez hecho esto, salió rápidamente de la habitación, antes de volver a perder el coraje.
Cuando bajó la escalera, le sorprendió encontrar la larga mesa ocupada con miembros de la tripulación de Anna. Los que la vieron bajar la miraron con asombro, e hicieron volverse a los hombres que le daban la espalda, porque Elsa era como una luz brillante que surgiera en la oscuridad. Jack no podía apartar los ojos de ella, tampoco, pero ella sólo lo miró un momento; luego miró a Anna. La mujer había ocupado el asiento junto a Jack, y se inclinaba excesivamente hacia él.
Anna no se había cambiado ni bañado, porque probablemente no quería dejar solo a Jack ni un minuto. Pero no era necesario, porque la mujer llamaba la atención con su belleza, y en ese momento estaba furiosa porque toda la atención se dirigía a Elsa.
La gran habitación quedó en silencio mientras muchos ojos seguían a Elsa hasta el lugar que ocupó frente a Anna. Elsa veía el fuego en los ojos grises de Anna, mientras las dos se miraban. Jack observó a las dos mujeres. En su boca había una mueca divertida.
-No me presentaste a tu amiga, Jack -dijo Elsa en voz baja, rompiendo el silencio.
Jack miró los asombrosos ojos azules de Elsa y se aclaró la voz un poco nerviosamente.
Pero Anna dijo con frialdad:
-Soy Anna Drayton, capitana del "Dragón Rojo". Jack me dijo que te había adquirido, Elsa. Pero no quiso decirme tu nombre completo... ¿cómo te llamas?
-Ya te dije antes que tenía razones para no dar esa información, Anna -dijo Jack con frialdad-. Te pido que dejes las cosas como están.
Elsa miró a Jack enigmáticamente; recordó que él tampoco había querido decir su nombre completo al capitán Agdar cuando los presentaron. El nombre Swon no daba motivo alguno para avergonzarse, pero Elsa miró a su madre y sonrió porque, en realidad, ella no tenía derecho a usar ese nombre. Y como era ilegítima, no tenía derecho a usar el nombre Agdar, tampoco.
Anna se puso rígida al ver sonreír a Elsa a una mujer mayor, que obviamente era su madre. De modo que la muchacha se enorgullecía cuando Jack salía en defensa suya. Estaba segura de recibir su protección, pero Anna pensaba que esto no duraría mucho tiempo.
-No sabía que ahora las esclavas llevaran ropas tan principescas, ni que se les permitiera comer a la mesa con sus amos mentó Anna-. ¿Las distinciones de clase han cambiado, Jack, o es sólo Elsa quien recibe estos honores?
Flynn se atraganto, y Idun se puso de pie, muy enojada para protestar, pero Elsa respondió con rapidez con una dulce sonrisa en los labios.
- Jack es un amo bondadoso. El...
-¿Siempre le llamas Jack? –interrumpió Anna, con la voz llena de veneno.
-¡Basta! -gritó Jack, mientras los músculos de sus mejillas se estremecían peligrosamente-. Te dije claramente cuál era la situación, Anna, de manera que basta de fingir, y no la molestes más.
-Me contaste muchas cosas interesantes, incluido el hecho de que el hijo que tendrá no es tuyo. -Anna soltó una risíta-. ¿Quién es el padre, entonces? ¿Uno de tus hombres? ¿Tal vez el buen amigo Flynn? ¿El la consiguió antes, Jack?
-¡Vas demasiado lejos, mujer! -gruñó Flynn, descargando un puñetazo sobre la mesa-. Jamás he tocado a esa señora... ni la ha tocado ningún, otro hombre, sólo ese estúpido que está sentado a la cabecera de la mesa ha tenido ese placer. - Jack sonrió al oír esto, aunque nadie lo notó, porque Flynn atraía la atención de la gente, mientras seguía hablando con furia-: Y te equivocas al pensar que Elsa es una esclava, porque no lo es. Está aquí solamente porque dio su palabra de que se quedaría, se marchará a fin de año.
-¿De verás? -la risa de Anna llenó la habitación -mientras se volvía hacia Elsa -. ¿No te gusta este lugar?
La risa de Anna resonó dentro de la cabeza de Elsa. Miró a Jack y vio que tenía los ojos clavados en su vaso, con una expresión divertida. Sintió lágrimas en sus ojos, y se levantó rápidamente antes de que alguien las viera. Pero mientras corría escaleras arriba, la risa de Anna parecía crecer. Las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras iba a su habitación a recoger sus ropas y luego corría a la habitación de su madre.

Amor PirataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora