capitulo 9

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Los ojos de Elsa se abrieron lentamente, y luego se agrandaron cuando recordó todo lo sucedido. Se sentó rápidamente y arqueó la espalda, pero no sintió dolor alguno, sólo un ligero frío en su carne desnuda. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué estaba viva todavía?

Tembló violentamente un momento, recordando el horrible sonido del látigo chasqueando en el aire. ¡Dios mío! ¿Cómo era posible que hubiese escapado de esa horrible muerte? Seguramente se había desmayado. ¿Tal vez sólo esperaban que se despertara para continuar? Nunca había pensado que la azotarían hasta la muerte por matar al capitán. Podía soportar cualquier cosa, sí, cualquier cosa... excepto esa terrible tortura.

¿Por qué tuve que matarlo?, pensó sintiéndose muy mal, cubriéndose la cara con las manos. Sólo habría tenido que soportar por poco tiempo al capitán; luego habría quedado libre... libre para disfrutar de una larga vida. No me habría llevado mucho tiempo olvidar esta experiencia, ser feliz otra vez. ¿Por qué puse en peligro toda mi vida sólo por vengarme? Al fin y al cabo, ese hombre era un pirata. Yo no debía haber esperado otra cosa que engaño y mentiras de él. Elsa gemía en medio de su dolor. ¿Qué sucedería ahora? ¿El primer oficial le preparaba una muerte aún más cruel? Debía

Escapar de ese camarote, decidió. Saltaría por la barandilla y su vida terminaría en el mar. Sabía nadar, pero estando tan lejos de la de la tierra, el agotamiento y los tiburones pronto terminarían con ella. No exactamente en la forma en que había elegido morir, pero sería una muerte más tolerable que la del látigo.

Sin pensarlo dos veces Elsa sacó las piernas de la cama y se puso de pie. Luego quedó inmóvil, y un pequeño suspiro escapó de sus labios. Este debía ser un fantasma, fue lo primero que pensó. Pero mientras lo miraba con terror, vio que sus ojos brillaban de alegría, como los de un demonio. Sus ojos eran claros, claros como el cielo... no eran los ojos de un hombre muerto.

La sangre volvió a su rostro. ¿Se había equivocado? Estaba vivo, y por eso estaba ella allí, y no le habían hecho daño. El la había estado mirando sin hablar desde que se despertara dejándola sufrir por la duda y la ansiedad. Ahora estaba allí frente a ella con las piernas extendidas frente a él, y un vaso de vino en la mano, lleno hasta la mitad. Sonreía. ¡Sonreía!
Elsa se endureció de furia.

-¡Debías estar muerto! -logró gritar por fin-. Pero aún lo lograré, Jack,

-¿Realmente deseas sentir el látigo sobre tu carne tierna, Elsa? -preguntó él en voz caja. Dejó el vaso en la mesa.

Ella palideció visiblemente. ¿No acababa de preguntarse por qué no lo había matado? El no merecía ese tipo de muerte.

-Sé la respuesta, Elsa -dijo Jack en voz más alta-. ¿Estás dispuesta a pasar por lo que te habría sucedido si yo no hubiera recobrado el conocimiento a tiempo para detenerlo?

Sus ojos eran esmeraldas oscuras y ardientes que lo recorrían con odio. Había otras formas de vengarse, y ella encontraría alguna. Pero esperaría hasta sentirse segura.

-¡Respóndeme, diablos! -El descargó su enorme puño sobre la mesa, haciéndola saltar.

-No deseo sentir el látigo, como te imaginarás -replicó ella acaloradamente.
El sonrió ante la respuesta.
-¿Entonces puedo compartir mi cabina contigo sin peligro?
-¡No quiero quedarme aquí! Seguramente no desearás que me quede después de lo que intenté.
-Al contrario, pequeña, disfrutaré de tu compañía. -rió malignamente.
-¡Entonces quedarás a salvo de la muerte, monsieur, pero no de algún daño! -replicó ella con furia.
-No lo creo, Elsa. ¿Ves esto? -Levantó el látigo que había dejado antes en la mesa-. No estoy en contra de usarlo.
-¡No lo usarás!
-¿Lo dudas? ¿Quieres una demostración? -No soy tu esclava, monsieur. ¡No te obedeceré! -replicó Curiosamente Elsa

Amor PirataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora