Hacía once días que Elsa estaba a bordo del "Dama Alegre", y pensaba que el tiempo pasaba con una lentitud asombrosa cuando una deseaba que volara. Jack no entraba en el camarote durante el día, pero todas las noches que pasaba con ella incrementaban su furia y sus ataques.
Ella recordaba claramente la primera noche, una semana atrás, cuando Jack había entrado en la cabina y la había encontrado con sus pantalones y una camisa dorada. Aún oía su risa. No le llevó mucho tiempo saber que a él le divertía arrancarle las ropas casi sin esfuerzo, porque las prendas grandes se deslizaban fácilmente. Pero siguió poniéndose la ropa de Jack todas las noches para salvar sus vestidos de la ruina.
Una noche en particular persistía en su recuerdo. Jack le había dedicado mucho tiempo, acariciándose manteniéndola inmóvil mientras llevaba a cabo su magia. Y luego, más tarde, en lugar de reír, besó suavemente las lágrimas que corrían por las mejillas de Elsa. Ella detestó su suavidad más que su crueldad.
Elsa cortó el hilo con que cosía el dobladillo y levantó el vestido. Era un vestido simple, sin mangas y sin adornos, de algodón de color lila. No era un vestido a la moda, pero con él estaría fresca durante esos días calurosos. Jack le había traído raso blanco, pero se ha negado a dárselo cuando supo que lo quería para un nuevo vestido de bodas. Elsa no comprendía.
-¡ Elsa, hemos llegado!
Elsa se estremeció violentamente cuando Hada entró corriendo en la habitación, dejando la puerta abierta tras ella. Tenía el rostro sonrosado y sus cabellos canosos estaban húmedos en las sienes por su trabajo en bodega.
-Me has asustado. ¿Qué ... ?
-¡Hemos llegado, pequeña! -respondió Hada. Vi la isla cuando subí a la cubierta para respirar fresco. Hemos llegado....
Antes de que pudiera continuar, Elsa salió corriendo de la habitación, cruzó la cubierta, y llegó a la barandilla. Ni siquiera oyó a Hada que la seguía.
-No se parece a lo que yo esperaba de Saint Martin -dijo Hada en voz baja-. Esto parece una isla desierta. Pero es hermosa, ¿verdad?
Realmente no podía decirse que fuera hermosa. Estaban rodeados por una playa blanca, porque el barco estaba en una pequeña bahía, completamente oculto del vasto mar. Había palmeras a lo largo de la playa, y una densa jungla verde más allá. En la isla había una magnífica montaña de dos picos, cubierta de follaje verde y rodeada de nubes de color gris oscuro. Una profunda hondonada entre los dos picos llegaba al corazón de la montaña, donde los rayos del sol de la mañana iluminaban nubosidades blancas.
Elsa se volvió hacia su criada, con los ojos azules brillantes de placer.
-¡Nunca soñé que Saint Martin seria este hermoso... paraíso! -exclamó Elsa.- Ah, me encantará.
-Creo que a mí también -sonrió Madeleine-. Aunque parece extraño todo ese verde en medio de la nieve.
-Sí, ¡me imagino cómo será en primavera y en verano!
-Yo ni siquiera puedo imaginario -rió Hada.
-¿Dónde estarán todos los nativos? –preguntó Elsa -. No veo casas, tampoco.
-Probablemente este es el lado desierto de la isla.
-Por supuesto -replicó Elsa -. Sería peligroso entrar con un barco pirata en un puerto enemigo lleno de gente.
-Sí. Pero hay otro barco en la bahía. Ven a verlo.
-¿Qué barco? -preguntó Elsa.
-Ya estaba aquí cuando llegamos. Pero no se ve la tripulación.
Cruzaron la cubierta, para ver el otro barco. Tenía tres mástiles desnudos y parecía hermano del "Dama Alegre".
-Me pregunto dónde estará la tripulación -dijo Elsa.
-Seguramente en la isla -dijo Hada-. Tal vez la ciudad no esté lejos, después de todo. Probablemente está escondida en la jungla.
-¿Tú crees?
-Por supuesto, No llevará mucho tiempo ponerse en contacto con el conde de Berck. Probablemente estará en su plantación hasta la tarde.
Elsa se regocijó. ¡Por fin la libertad! No más Jack, no más violaciones ni humillaciones. Y pronto, la venganza.
-¡Ay, Hada, por fin ha terminado esta pesadilla!
-Sí, pequeña, por fin.
Elsa se volvió para regresar a su cabina, y tropezó con Flynn. Dejó escapar una exclamación y dio un paso atrás con los ojos llenos de terror.
-Si las señora vuelven a sus camarotes y recogen sus pertenencias, bajaremos a la costa en seguida -dijo cortésmente. Luego miró a Hada y su voz se ablandó.- Apresúrense, por favor. Ya han bajado el primer bote, madame.
-¿Dónde... dónde está el capitán? -aventuró Elsa. Era la primera vez que veía a Flynn desde el día en que había tratado de azotarla, y a pesar de que Hada había hablado en su defensa, Elsa aún le temía.
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Amor Pirata
RandomElsa Swon es una joven a la que su padre ha dispuesto que se case con el conde Hipo Berk . Ni siquiera lo conoce y tendrá que viajar en barco hasta Saint Martín, una isla del Caribe, lugar de residencia del conde. Tendrá que aceptar el matrimonio de...